Extranjeros en el Renaper: esperas interminables para realizar trámites. Duermen en la calle por un DNI
El sistema está desbordado por la cantidad de personas que se radican en el país
Celina de Malpica, nacida en Perú y residente en la Argentina, no durmió bien anteanoche. Recostada en unos cartones sobre la vereda, se abrigaba del frío con una mantita e intentaba encontrar una posición para su cabeza sobre los gélidos barrotes de una reja.
La señora de Malpica no suele dormir en la calle, pero se vio forzada a hacerlo para poder iniciar su trámite de actualización del Documento Nacional de Identidad (DNI).
Como ella, unas 40 personas de origen extranjero soportaban anteanoche las inclemencias del tiempo frente a las puertas del centro de atención N° 2 del Registro Nacional de las Personas (Renaper), en Chacabuco 1261. Según los testimonios, en las madrugadas de los días de semana la cola llega a tener más de 200 personas.
Las autoridades del Renaper expresaron ayer su intención de abrir entre abril y mayo próximos una nueva sede, en Avenida de Mayo 145, para hacer frente al crecimiento de la demanda de documentos de parte de extranjeros.
"Estoy acá esperando desde las 14 (de anteayer). No nos dejan pasar al baño. No dan información sobre los trámites. Cuando nos atienden en la entrada permiten hacer sólo una pregunta por persona", relató Celina a LA NACION.
Capacidad desbordada
Sucede que, según fuentes del Ministerio del Interior, en al año último se cuadruplicó la cantidad de radicaciones de extranjeros en el país, en el contexto del Programa Nacional de Normalización Documentaria Migratoria. Pasó de un promedio de entre 12.000 y 15.000 trámites en los últimos años a casi 50.000 en 2004.
Como consecuencia de esto, el número de extranjeros que tramitan el DNI también aumentó, hasta desbordar la capacidad actual del registro, que, sin embargo, no aumentó hasta la fecha la cantidad de personal ni las horas de atención al público.
"Es una vergüenza que haya que buscar un bar a cinco cuadras para ir al baño. Deberían entregar los turnos un día antes", se indignó Isabel Lagraña, que hacía la cola en lugar de sus suegros enfermos.
A su lado, dos señoras mayores se tomaban la espera con más calma y hasta con humor. Eran las hermanas Gina y Josefina Chiarello, oriundas de la región de Calabria, en el sur de Italia. Iban a renovar su documento. Más atrás en la fila había personas de Paraguay y de Bolivia e incluso dos chicas rusas, ansiosas por iniciar el trámite.
Era la tercera oportunidad en que Ernesto Salvatierra lo intentaba, y esta vez no pensaba quedar afuera. De nacionalidad peruana y 36 años, llegó a las 12 en punto el domingo y se sentó frente a la puerta del centro de atención. Allí seguía a las 22.30, junto a su pareja, Martha, y sólo a las 7.30 de ayer recibiría su número para el trámite.
"Vine el martes último y no logré sacar número. El jueves también. Llegué a las 23, pero cuando se largó a llover fuerte los que estaban descansando a la intemperie corrieron a refugiarse bajo techo -dijo Salvatierra a LA NACION-. Después, hubo problemas por los lugares de cada uno en la cola. Algunos se agarraron a trompadas. Al final, tuvo que intervenir la policía."
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