Más de 50 personas suben al volcán cada día. El ascenso al Lanín, una gran atracción en el Sur
Estiman que habrá un 20% más de escaladores que en 2003
PARQUE NACIONAL LANIN, Neuquén.- Atraídos por el volcán llegan de Buenos Aires, de otras partes de la Argentina, de Suiza, de Inglaterra y de varios países del mundo. Más de 50 turistas intentan diariamente escalar las laderas del Lanín y llenan los tres refugios situados cerca de la cumbre.
Tal es la atracción que despertó en los últimos años este volcán -de 3776 metros de altura- que, según la delegación local de la Administración de Parques Nacionales, durante el último verano 2000 personas subieron la montaña con el propósito de conquistar la cumbre. Y, para esta temporada, dicha dependencia estima que la cantidad de escaladores aumentará un 20 por ciento; la previsión se funda en una estadística de diciembre de 2003, que indicó que durante ese mes y el anterior poco más de 700 personas llegaron a los refugios de alta montaña.
Para tratar de encontrar una explicación a semejante atracción, un equipo de LA NACION acompañó a varios grupos de turistas en su camino a la cumbre. "Hace varios años que vengo de vacaciones a la Patagonia y siempre me atrajo el volcán Lanín; es imponente y es un desafío escalarlo", dijo Claudio Badino, auditor de sistemas, del barrio porteño de Villa Crespo.
Entrenamiento y ravioles
En el refugio 2 del Lanín, a 2500 metros de altura, levantado por el Regimiento de Infantería de Montaña (RIM), junto a Badino estaban Gerardo y Guillermo, dos amigos de Núñez y Villa Crespo, respectivamente.
"Yo vine por él -dijo Guillermo, mientras señalaba a Gerardo-. Me llenó tanto la cabeza que hace más de ocho meses comencé a entrenarme. Cuando le comenté a mi mujer que pensaba escalar el Lanín, me dijo que estaba loco. Pero bueno, acá estoy, cerca de la cumbre. Quería venir; era algo que quería hacer", señaló, mientras comía un plato de ravioles y las ráfagas de viento de 80 kilómetros por hora castigaban las paredes y el techo de chapa y madera del refugio.
Antes de llegar a dicho refugio, hay que recorrer los 110 kilómetros que separan San Martín de los Andes -la ciudad más cercana con mayor infraestructura hotelera- hasta la base del Lanín. Allí, los que pretenden escalar el apagado volcán deben registrarse en la delegación local de la Administración de Parques Nacionales. Diego Saad, jefe de esa dependencia, entrega a los turistas una bolsa de residuos para que cada uno regrese con la basura que produce en la montaña, de modo de no contaminar el ambiente.
"No hay que subestimar a la montaña. El Lanín debe ser respetado. Con esto quiero decir que no se puede intentar conquistar la cumbre sin un buen entrenamiento previo, de ocho meses (no como este cronista de LA NACION). Antes de intentar algo es recomendable practicar ciclismo, ya sea en bicicleta fija o en ruta, con un complemento de pesas en las piernas", destacó Héctor Poblete, uno de los guías más confiables de la zona y miembro de la Asociación Argentina de Guías de Montaña.
Travesía en dos etapas
Según Poblete, la travesía al Lanín se divide en dos etapas. La primera consiste en el ascenso hasta alguno de los tres refugios de alta montaña: el mencionado RIM; el que pertenece a la Brigada de Ingenieros de Montaña (BIM), situado a 2300 metros de altura; y el refugio 3, instalado por el Club Andino Junín de los Andes (CAJA).
Al principio, el grupo pasa por un bosque de lengas y llega al lecho de un desaparecido glaciar; luego sube por una de las morenas laterales, conocida como "espina de pescado" por su forma.
Allí, el grupo guiado por Poblete se cruzó con Patricia, una licenciada en marketing de 34 años, que reside en Londres desde hace dos años. "Fue algo impresionante. Acá están algunos de los paisajes más lindos del mundo. Gracias a Walter, mi guía, pude llegar a la cumbre. Desde hace mucho tiempo quería hacer algo así. Me atrae la Patagonia, una región que recomiendo visitar a mis amigos londinenses, pero no entiendo por qué insisten en llegar a esta zona por Chile", dijo Patricia, cansada por tanto esfuerzo.
Después, se pasa al camino de mulas. A partir de ese lugar, la caminata enfrenta un terreno más empinado y difícil. Cinco horas después de haber salido de la base, se alcanza el refugio BIM. Todo ese trayecto, con una mochila a cuestas, de 15 kilogramos.
Allí, Fabio, estudiante del profesorado de educación física, de 20 años; su padre Arturo, docente, y su tío Juan Carlos se lamentaban porque no habían podido hacer cumbre esa mañana. "Logramos avanzar hasta el refugio del CAJA, pero tuvimos que parar por el viento y el frío", dijo Juan Carlos. "Somos de la ciudad de Neuquén y venimos todos los años. Siempre encontramos algo nuevo y no en todas las oportunidades pudimos llegar a la cima", agregó Arturo.
"Para subir, dependemos del clima y de que no haya nubes. Muchas veces cubren la cumbre y no se puede avanzar. Todo es blanco y se produce una marcada desorientación", detalló Héctor.
Cuarenta y cinco minutos después, a casi seis horas de comenzar el ascenso, se llega al refugio del RIM para descansar, recuperar energía y dormir. Héctor fue el primero en despertarse, a las 4. El viento había calmado. "Es un buen día para conquistar la cumbre", sentenció. El grupo de turistas se puso en marcha. Pero antes le cantaron el feliz cumpleaños a Gerardo. Con linternas en la cabeza, equipos para el frío, piquetas y grampones, los visitantes comenzaron a recorrer la última parte del camino.
La madrugada estaba muy clara. El brillo de la luna sobre la nieve iluminaba al volcán. A las 5 aparecieron los primeros rayos del sol. Rumbo a la cumbre, luego del refugio del CAJA, se atraviesa una lengua de nieve hasta lo que se denomina el plató, a 3000 metros de altura. Hasta allí llegó el equipo de LA NACION. Después, el grupo debe subir por una canaleta hasta una pared de piedra. "Es la parte más complicada. Por ahí se alcanza la cumbre. El peligro consiste en dejar todas fuerzas con tal de llegar a la cima. Hay que guardar energías para bajar. El descenso también es difícil", agregó Héctor.
El paisaje rumbo a la cumbre era mágico y envolvente; el descenso resultó impresionante. Héctor llevó al grupo por las lenguas de nieve que bajan del volcán. Provistos de bastones y calzados con grampones, los escaladores bajaron por una pendiente de casi 80 grados. En pleno verano, el Lanín había permitido jugar en la nieve.
Camino a la cumbre
Refugio N° 1 (BIM): Batallón de Ingenieros de Montaña. A 2300 m. Capacidad , 20 personas.
Refugio N° 2 (RIM): Regimiento de Infantería de Montaña. A 2400 m. Capacidad, 15 personas.
Refugio N° 3 (CAJA): Club Andino de Junín de los Andes. A 2600 m. Capacidad, 15 personas.
Cómo será la travesía:
- Para llegar hasta los refugios, hay que realizar una caminata de entre 6 y 7 horas.
- Allí se come y se duerme. El agua se obtiene del deshielo de las lenguas de nieve.
- A la madrugada se inicia la caminata a la cumbre, adonde se podría llegar luego de siete horas de mucho esfuerzo.
- Después se desciende hasta alguno de los refugios donde se puede pasar la noche o encarar el regreso esa misma tarde.
- Tanto los guías como los guardaparques sugieren no intentar el ascenso con mal tiempo. Aconsejan realizar la travesía por la senda delimitada, debido a las grietas en el campo de hielo y los riesgos de desprendimientos.
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