Aunque en la práctica fueron accediendo a un trato más igualitario, aún no tienen derechos básicos, como votar y ser electas para puestos directivos. Tampoco pueden acceder a una de sus sedes, la de la calle Viamonte. Para las asociadas del Club Universitario de Buenos Aires (CUBA), la situación puede finalmente dar un giro. La institución, que en mayo cumplirá 100 años, trabaja sobre un proyecto para que las mujeres puedan convertirse en socias plenas, en igualdad de condiciones con los hombres.
Por tradición, el club fue considerado históricamente un espacio de hombres, al igual que sucede en el Jockey Club, el Círculo de Armas y el Squash Club. Si bien en la última década hubo cambios significativos en CUBA, aún resta resolver la situación de base, un reclamo histórico de algunos hombres y mujeres que pertenecen al Club.
"Desde hace unos años la Comisión Directiva se dispuso a trabajar en un proyecto de reforma de estatuto que contemple la incorporación de la mujer como socia plena", indicaron a LA NACION las autoridades del club a través de un comunicado, en el que aclararon que "las mujeres se han incorporado a la vida social y deportiva del Club Universitario de Buenos Aires hace ya muchas décadas".
El proyecto para la reforma del estatuto fue presentado por la propia comisión directiva, que inició una serie de charlas de las que pueden participar todos los miembros del club, para evacuar dudas y presentar sus posturas.
La idea es que este proceso culmine con una Asamblea general en la que los socios, o sea: los hombres, voten si se acepta o no la reforma. Si bien aún no hay fecha, desde el club deslizaron que esperan poder celebrar los 100 años el próximo 11 de mayo con el nuevo estatuto en vigencia.
La resistencia
LA NACION accedió a una carta que se hizo circular entre los socios. Fue redactada por 21 " veteranos de Rugby y Ex dirigentes", tal como está asentado en el texto. Sobre el tema "mujeres socias", aseguran que se "fueron adaptando los reglamentos para que las mujeres adherentes siempre con sus familiares tuvieran el acceso a todos las sedes del club y puedan desempeñarse en todas las actividades en igualdad con el socio activo". "Hoy en día las mujeres cónyuges, hijas y nietas pueden participar sin discriminación alguna", dicen.
Pero a su vez resaltan que "el Club ha sido dirigido por varones probos que lo han llevado a ser una de las Instituciones más prestigiosas de la Argentina, manteniendo una línea de conducta".
Con esos argumentos, consideran que la "filosofía" del club "no debe cambiarse, no siendo necesario innovar en el estatuto".
"No olvidemos: el Club es aquello para lo cual fue creado; respetándose su idiosincrasia desde el 11 de mayo de 1918", señalan.
Para Andrés Politi (54), socio del club desde los 30 años, la resistencia tiene que ver más con una cuestión generacional que ideológica. "En estos clubes conservadores donde hay mucha gente grande, hay tipos que se criaron en otra época, en otro contexto", sostiene, y considera que es minoritaria la cantidad de gente que se opone a la reforma. "El presidente impulsó toda la movida. Es un tipo joven, piola. Eso en los clubes es clave", insiste Politti, en referencia a Federico Cicardo, que tiene 42 años y es presidente de CUBA desde 2016.
Aunque minoritaria, para algunas mujeres la resistencia sigue impactando en el trato cotidiano. "No es un tema del club como institución, sino de algunos hombres que siguen teniendo comportamientos machistas", señala una asociada que prefirió mantener su nombre en reserva.
"Hasta hace poco teníamos los mismos derechos que los niños. Por ejemplo, si un socio varón adulto quería usar la cancha de tenis y había mujeres o menores, tenían que cedérsela a ellos", detalla. Esa normativa ya fue modificada por el club.
Un proceso histórico
CUBA es uno de los clubes más tradicionales de la Argentina. Cuenta con nueve sedes en las que se puede participar de hasta 24 deportes, entre otros rugby, hockey, gimnasia artística, fútbol, judo, básquet, tenis, voley y windsurf.
Hoy tiene 22 mil socios, desde los 4 años de edad en adelante. Entre otros personajes conocidos, son socios el senador Esteban Bullrich, el juez de la Corte Carlos Rosenkrantz y varios funcionarios del oficialismo. Unos 2000 socios son vitalicios, y hay unas 6000 mujeres que forman parte del club como asociadas.
"Estoy muy de acuerdo en el cambio del estatuto y que las mujeres sean socias plenas. Para mí las tradiciones son muy importantes, pero la tradición de una institución social se basa en los valores que la sustentan y no en las implementaciones históricas y culturales que a medida que las sociedades evolucionan deben ir cambiando", señaló Bullrich en diálogo con LA NACION.
Todos los fines de semana, Viviana Secco y su familia van a la sede de Fátima, donde sus hijas hacen gimnasia, juegan al tenis y participan de varias otras actividades.
"Soy socia desde los 4 años, por mi papá. Cuando me casé, decidí mantener su número de socio porque cuando te separabas quedabas fuera. Ahora cambió", cuenta Secco. Esa fue una de las reformas que vivió el club hace unos años: que la mujer se divorcie del socio ya no la deja automáticamente fuera de la institución.
Para ella, el club " es más anacrónico en los estatutos que en la realidad". En ese sentido asegura que nunca sintió que la trataran diferente por ser mujer.
El deporte es uno de los espacios en los que la mujer se abrió camino. En el club hay 700 jugadoras de hockey y unas 300 gimnastas artísticas, y cada vez más mujeres se suman al resto de las disciplinas y han incluso accedido a las capitanías.
María José Coll es subcapitana del equipo de golf. Lleva más de 30 años en el club. "Entré por mi papá, usé muy poco el club hasta hace 7 años que me casé y tuve hijos y ahí comencé a involucrarme más", relata.
Coll también sostiene que "desde el estatuto es un club antiguo, pero desde la práctica es más moderno". En ese sentido, destaca algunos cambios ocurridos en los últimos años. "Antes las salidas de los hombres en la cancha de golf eran siempre mejores que las de las mujeres. Eso se modificó hace como 7 años", sostiene.
A modo de anécdota, recuerda que durante un torneo de golf del que participó representando al club, un socio preguntó si los puntos de los hombres valían más que los de las mujeres. "Me reí, porque la verdad es que es ridículo y tenía más que ver con el personaje que con una postura del club", señala. "Estoy feliz con el club, es el más completo de la Argentina. Sólo le falta dar este salto histórico para modernizarse en los papeles", asegura Coll.
Georgina Feld, de 52 años, va al club desde pequeña. Allí hace natación y running. Para ella, el cambio que está pronto a suceder tiene que ver con el contexto social actual. "Creo que es un paso importante poder votar qué directivos queremos", sostiene.
Votación final
Aunque aún no se fijó fecha para la votación, en el club ya se vive la expectativa de celebrar los 100 años con el nuevo estatuto. Votarán hombres socios del club, mayores de 18 años –sin la reforma, las mujeres no pueden votar– y se necesita el consenso de las dos terceras partes de los asistentes para tratar el tema. Luego se define por mayoría simple.
"Estamos todos empujando para el mismo lado", asegura una mujer con mucha participación en los procesos del club, que prefirió mantener su nombre en reserva. "Es un cambio histórico, en un club de valores fuertes y que apuesta a la integración de toda la familia. Se va a dar", añade.
Si bien aún se están ajustando algunos detalles en el proyecto, la propuesta avanza día a día. Uno de los aspectos que podría cambiar es que las mujeres, que hoy pagan menos que los socios plenos, tal vez deban pagar cuotas un poco más altas. El gasto promedio mensual de una familia tipo miembro del club es de unos 5000 pesos. Un socio adulto activo paga una cuota aproximada de 2400 pesos mensuales, mientras que la asociada paga alrededor de 1600 pesos.
Para Coll, la subcapitana de Golf, pagar una cuota un poco más alto no será un obstáculo: "Desde el punto de vista cultural me parece que vale la pena el esfuerzo de pagar un poco más y convertirse en socias. Hace falta desde los papeles", asegura.
"Mi marido va a votar a favor, yo participo de asambleas, es un momento único, cambia la historia", señala.
Andrés Politi reconoce que habrá cuestiones prácticas que regular, como modificaciones edilicias sobre todo en la sede de Viamonte –la única a la que las mujeres no pueden acceder hoy– pero está convencido de que nada frenará el cambio. "Voy a votar por la positiva", asegura.
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