El club era nuestra segunda casa
Durante la adolescencia, mis vacaciones de verano comenzaban a fines de noviembre y terminaban a principios de marzo. Eran unos veranos extraordinarios en San Pedro, en la provincia de Buenos Aires, donde vivíamos con mi familia. De chico, mis viejos nunca me llevaron de vacaciones, y ya de grande, con mi familia hicimos las tradicionales vacaciones en Mar del Plata o Pinamar, donde solía combinar descanso con trabajo. Pero recuerdo las aventuras que viví junto con mis amigos durante aquellos años en San Pedro, aventuras que comenzaban luego de almorzar y duraban hasta que cada uno regresaba a casa, con las primeras sombras de la noche. Nos la pasábamos todo el día en el Club Náutico San Pedro, donde nadábamos, andábamos en barco y jugábamos a la pelota. Así eran mis vacaciones: estar siempre con amigos en un ocio prolongadísimo hasta el comienzo de las clases. También cruzábamos el río para ir a una isla donde, en una especie de travesura de campamento, llegábamos a pasar la noche. Recuerdo una vez que estábamos allí y, al parecer, invadimos un territorio prohibido. Nos sacaron corriendo y terminamos perdidos en la isla. Asustados, regresamos a la costa en nuestras canoas. Aquel club fue como mi segunda casa, y la segunda casa de todos mis compañeros, con quienes nos seguimos juntando todos los primeros martes de cada mes y seguimos recordando aquellos veranos extraordinarios.
Fernando Bravo. Conductor y locutor
Fernando Bravo