El mensaje que le dedicó una amiga a Santiago Maldonado: "Es un militante de la ternura"
Eliana Cossy se apoya en las palabras para recordar al joven activista y escribió "Un poema para que aparezcas"
Santiago Maldonado no aparece y de su ausencia brota el dolor de sus seres queridos que lloran ese espacio vacío en las reuniones. Eliana Cossy es una de las tantas personas que conocieron a este joven activista. Y ese encuentro, en El Bolsón, le dejó una marca que hoy recorre los versos del poema que le dedicó: "Un poema para que aparezcas". Para ella, "desde que Santiago no está, el mundo cambió".
Cuenta que lo escribió "como plegaria". "Hace bastante no rezaba, es decir, hace bastante que la desolación no me invadía hasta romperme para volver a llevarme a este lugar de súplica", dice su amiga.
"El Brujo", como lo llama, la impactó desde ese primer encuentro en el que cenaron juntos. Porque para Cossy, él "es un militante de la ternura". Y reclama: "¡Dijeron tanto de vos Brujo, pero no hablaron de tu ternura!".
"Las noticias que lo desarman para armarlo de trincheras y guerrillas no informan de sus palabras, de sus dibujos en las manos y en el cuerpo, de sus amigos que lo van a seguir pintando y escribiendo, porque lo habitamos y así da batalla la ternura".
Y, en un mensaje que publicó en el portal Resumen Latinoamericano, agrega: "Lo escribimos en silencio y en el ruido, para que nadie olvide su nombre, y lo pintamos en las paredes porque nos falta en el abrazo y nos duele en el cuerpo".
Cossy está inundada por el dolor que le genera no saber dónde está Maldonado. Y relata: "11 de agosto en Plaza de Mayo, tomé el tren como siempre, todas las estaciones eran iguales. A todas les faltaba Santiago, en todas me dolía".
Un poema para que aparezcas
¿Dónde está el Brujo?
¿Se quedó durmiendo entre los pinos que bordean el cerro?
¿Juntando hongos en la lomada que está detrás de la casa de Amelia?
No teníamos ventana en ese lugar
había fogón,
y estábamos un poco de prestado
para mi.
Para él todo era nuestro
o de nadie.
Yo camino como si pidiera permiso,
el camina como si el dueño nos debiera algo.
Yo no creo en la magia, ni en los astros.
Casi que no creemos en nada
pero a destiempo del otro.
Casi que somos planos anómalos para los entendimientos cotidianos,
casi que dije te quiero sin querer
porque conozco las diferencias,
y te veo entrar,
y me acurruco en tu brazo con un mapa,
si funcionó de excusa una vez, seguro funciona otra,
y otra.
Tomo el mapa para buscarte, brujo,
en qué camino andarás cortando manzanas para mi,
que le tengo miedo a la noche cuando cae sin luces permitidas,
y me apuro por miedo al tiempo que se pierde, y vos te parás para girar a la luna.
Ahora cierro los ojos y te veo bajando a oscuras el cerro,
mirando con tranquilidad mi impaciencia, contemplando con ternura mi temor a la oscuridad.
Dijeron de vos tanto de todo,
No hablaron de tu ternura.
Yo quiero tu voz para que no sea verdad, para poder seguir creyendo,
porque sino volvés,
sino volvés perdí y tenías razón,
si no volvés y yo vuelvo,
ya no voy a poder creer en nada.
La academia y mis dioses, las ciencias y sus aparadores, los congresos con sus certificados,
Las proclamas y los santos
van a humedecerse,
se van a despintar las paredes,
las caras van a ser iguales/repetidas/mentirosas/de crepe y engrudo.
Si no volvés voy a tener que creer
en las pintadas anónimas, en la poesía.
Porque si la poesía no sirve para gritar que aparezcas,
a esa poesía la rompemos a patadas
y hacemos una nueva que te encuentre,
y construya puentes para tu abrazo tibio.
Si no volvés,
Y no fanfarroneas tus ojos,
y tus consejos sobre las plantas al costado del camino,
voy a tener que creer en hadas y brujos de cuentos libertarios.
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