El escenario. El otro giro de Kirchner
Con el traspaso de la Secretaría de Seguridad Interior del Ministerio de Justicia al de Interior, Néstor Kirchner dio otro giro en su política y apostó sus fichas a concentrar el área más sensible de gobierno en las manos de Aníbal Fernández, el ministro que tiene la vocación real de asumir esa competencia.
Desde que se hizo cargo de la cartera de Justicia, hace un mes, Horacio Rosatti no quiso manejar el área. La seguridad le resulta ajena y el mundo bonaerense, extraño. Fernández queda fortalecido políticamente, y a la vez más expuesto que antes. La gestión de la seguridad se concentrará, ahora, en la propia Casa Rosada.
Más allá de la lectura política, en lo operativo, Kirchner le ordenó a Interior articular acuerdos con todas las provincias. Pero especialmente con los municipios bonaerenses: busca reproducir experiencias exitosas como la de Fuerte Apache. Allí, tras un pacto entre el municipio de Tres de Febrero y la Secretaría de Seguridad Interior, que puso a la Gendarmería a trabajar, celebra haber logrado el "delito cero".
Según la lectura de Kirchner y del jefe de Gabinete, Alberto Fernández, el ministro del Interior, sin manejo de la seguridad desde mediados de 2002, había sido vaciado de contenido operativo, con poco juego político, y restringido a la relación política con provincias y municipios, y a la organización de elecciones. La relación económica y fiscal con el interior corría, en tanto, por cuenta de Economía.
La seguridad le confiere a Aníbal Fernández, una plataforma: en sus aspiraciones a pelear la gobernación bonaerense, juega a todo o nada..
En las reuniones de anteanoche con "los" Fernández, con Iribarne y con los tres jefes de las fuerzas de seguridad, Policía Federal, Gendarmería y Prefectura, Kirchner confió que tenía dos alternativas: colocar la secretaría de Iribarne bajo la órbita de la Presidencia o en Interior. "La primera opción lo involucraba directamente; se optó por lo segunda", dijo un testigo.
Los acuerdos en seguridad pasarán a ser tema cotidiano de las secretarías de Provincias, de Rafael Follonier, y de Municipios, vacante y provisoriamente a cargo de Teresa García, ambos dentro de Interior.
Por un lado, se termina de diseñar el plan de saturación de la Policía Federal, Gendarmería y Prefectura en apoyo a la policía bonaerense en el conurbano, cuyo número dependerá de la necesidad del momento. Por otro, Aníbal Fernández deberá reproducir el ejemplo de Fuerte Apache, barrio que era tierra de delito y muerte.
En el cambio -casi se erradicó el problema-, la Casa Rosada observó dos actores centrales: la Gendarmería, enviada por la Nación, y el intendente de Tres de Febrero, Hugo Curto.
Un ministro allegado al Presidente dijo a LA NACION que Curto y la Gendarmería acordaron el mejoramiento de la iluminación, las calles y otras cuestiones de infraestructura vinculadas con la seguridad.
La Gendarmería prestaba asesoramiento técnico e, incluso, aportó un centro odontológico, que revolucionó el barrio. Todavía, sin embargo, queda un desafío no menor. "No logramos que la policía bonaerense se haga cargo de Fuerte Apache. Ese es el paso final. En ése y en todos los municipios", dijo el ministro.
Kirchner exigirá al gobernador bonaerense, Felipe Solá, que se involucre. Aníbal Fernández conversó de ello con Solá, y Alberto Fernández, con el ministro de Seguridad bonaerense, León Arslanian.
Un posible riesgo que entrevén en el Gobierno radica en que, en el caso de que se acorrale a los delincuentes, éstos puedan migrar. "La idea es ir deteniéndolos con un reforzamiento de la inteligencia criminal y construir cárceles para alojarlos", señaló el ministro. El traspaso de la seguridad a Interior forma parte de un plan más vasto.
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