El Riachuelo, sucio desde 1811
Alejandro Mamani tiene 21 años. Trabaja de lunes a lunes y soporta, estoico, el olor ácido que le llega desde las aguas. Siguió la tradición familiar y, desde los 8 años, cruza en su bote a los pasajeros de una ribera a otra. Cuando le hablan de contaminación y saneamiento, mueve la cabeza, incrédulo. Ocurre que, pese a su juventud, sabe de promesas incumplidas: desde que su tatarabuelo Adamo Lisciani hacía ese trabajo, en su familia se escuchan los anuncios de que la limpieza del Riachuelo será una realidad.
Ese escepticismo es el que muestran hoy los vecinos ante un nuevo plan presentado por las autoridades nacionales. No es para menos. Las promesas de descontaminación no llegaron en 1993 con María Julia Alsogaray, sino con la Primera Junta, que en 1811 se comprometió a limpiarlo, a un año de que se hubieran instalado las primeras curtiembres, mataderos y saladeros en el Riachuelo, que antes de cruzar el puente La Noria se llama río Matanza, precisamente en honor a esa actividad. No se cumplió. Desde entonces, hubo varios anuncios más en el mismo sentido e igualmente frustrados. Dos semanas atrás, como las botellas, las bolsas de basura y las maderas, la promesa de la limpieza reflotó.
Esta vez, la esperanza de Alejandro y de las casi 5.000.000 de personas que viven en la cuenca Matanza-Riachuelo está puesta en una empresa china que, dicen, tiene experiencia en el saneamiento ambiental de cursos de agua. Y la necesitará, porque se encontrará con el río más contaminado de América del Sur. Pero los vecinos toman con escepticismo cualquier promesa.
No es para menos. Once años después del anuncio de la Primera Junta, la sangre y los restos de los animales mezclados con el sebo daban un color y un olor que caracterizaban a toda la zona de influencia. Esa fue una de las razones para que, en 1822, se dictara el primer decreto que prohibía la instalación de ese tipo de industrias. No se cumplió.
Medio siglo pasó y la situación empeoró. En 1871, la Cámara de Diputados bonaerense se comprometió a canalizar y limpiar el Riachuelo. Y recordó la prohibición de instalar curtiembres y fábricas de jabón a orillas del río. Pese a que la contaminación fue señalada como una causa de la epidemia de fiebre amarilla en la ciudad, la ley no se cumplió. Cuatro años después se sancionó una norma que volvió a permitir la instalación de las industrias.
Dineros, crisis y promesas
Al río se lo alimentaba, mientras tanto, con desperdicios de las 22 jurisdicciones que influyen en la cuenca. Era una vía de comercio, pero su geografía no ayudaba. Sólo en 1913 el Congreso destinó 1.500.000 pesos para obras de rectificación y ensanche del curso. Sin embargo, en 1982, ciento setenta y un años después, todavía no se había terminado la rectificación.
Los trabajos de saneamiento, desde ese momento, quedaron a cargo de la Ceamse, que había sido creada en 1980. Y, tras los sucesivos cambios de moneda, la inversión había trepado a los 21.000 millones de pesos, aportados en partes iguales por la Capital y por la provincia de Buenos Aires.
Once años más tarde, en la Secretaría de Recursos Naturales, encabezada por Alsogaray, la osadía fue más allá: "En 1000 días en las aguas del Riachuelo podremos bañarnos", dijeron. Se creó un comité ejecutivo para el saneamiento de la cuenca y se adjudicó a un consorcio privado la elaboración de un Plan de Saneamiento Integral.
En 1995, los 1000 días habían pasado, pero la actividad continuaba: se creó el Comité Ejecutor del Plan y empezó a tramitarse un préstamo internacional. Dos años después, el BID aprobó el crédito por 250 millones de pesos/dólares. Los otros 250 millones tenían que ponerlos la Nación, la provincia de Buenos Aires y la Ciudad.
Hasta 2000, el 57% de los fondos se utilizó en estudios de consultorías; un 20%, en recolección de residuos en las márgenes y limpieza de espejo de agua; el 17%, en proyectos ejecutados, y el 5% en obras de saneamiento.
Después llegaron el corralito, la emergencia económica y el default. Los intereses punitorios por no usar el crédito de fomento superaron los 6.000.000 de dólares. Y US$ 150 millones de ese préstamo se redireccionaron al área de Desarrollo Social. Hoy el Comité de Cuenca funciona, pero realiza pocas obras. Se espera una definición del BID sobre el dinero restante, unos 50 millones de dólares, e intentan reformular otros 100 millones.
Según pudo averiguar LA NACION, hubo reuniones informales entre la Secretaría de Recursos Hídricos, que depende del Ministerio de Planificación Federal, con organizaciones civiles. Dentro de unos días, también habría un encuentro con las autoridades bonaerenses y de la Capital.
En el distrito gobernado por Felipe Solá se trabaja en el diseño de un censo de todas las empresas que funcionan a la orilla del Riachuelo. Y en la ciudad, desde el Ente de Higiene Urbana, en la limpieza del borde del Riachuelo.
El sábado próximo Julio de Vido, titular de Planificación Federal, se reunirá con los responsables de la limpieza del río Perla, en China. Sólo después se conocerán los detalles del emprendimiento que comenzaría con la limpieza de la cuenca.
Mientras tanto, Alejandro navega por el Riachuelo con su hijo Santiago, de 10 meses. Atraviesa las aguas contaminadas con metales pesados, basura, líquidos cloacales y desechos industriales. Y se pregunta si será su hijo el primero de la familia en ver al río como un río.
Más leídas de Sociedad
“El despertar de una cultura”. Un argentino premiado por National Geographic fue reconocido por World Press Photo por su trabajo con comunidades mapuches
"Fuertes y severas". Alerta amarilla en el AMBA y otras siete provincias por tormentas y lluvias
Tomar distancia. Los consejos de una neurocientífica para “deshabituar” el cerebro y evitar situaciones que nos hacen daño