El surf no tiene secretos para chicos con síndrome de Down
La Escuela de Surf Visión Natural los integra y alienta
SANTA CLARA DEL MAR.- El que festeja con los dos pulgares en alto y una sonrisa enorme es Emiliano. Pero quien logró el objetivo de poner las rodillas sobre la tabla y dejarse llevar por el último impulso de la ola es Matías Ortiz. "Para mí es fácil", dice, apenas sale del agua, y recibe el aplauso de sus compañeros.
Son las primeras clases de la temporada, pero estos aprendices, ambos con síndrome de Down, avanzan a paso firme en las clases de la Escuela de Surf Visión Natural que, desde el año pasado, abrió un espacio para jóvenes con distintos grados de discapacidad mental y motriz.
El grupo está integrado por más de 20 alumnos que asisten al Centro Recreativo Deportivo Especial (Ceder) de Mar del Plata. Es un hogar de día donde ellos pasan juntos casi ocho horas diarias y comparten actividades culturales, de aprendizaje y entretenimiento.
Pero, desde comienzos de este mes, los martes y jueves son para ellos una fiesta: a las 9, un ómnibus los traslada hasta la playa Summer, donde los esperan las clases de surf. "Les damos otra alternativa deportiva y de contacto con el mar", explicó a LA NACION Juan Benito Suárez, responsable del área de educación física del Ceder, antes del comienzo de la clase, que incluye movimientos musculares, práctica de remada y parada sobre la tabla firme en la arena y, por último, el verdadero desafío entre las olas. "Los límites los ponen ellos", asegura Suárez, mientras Ortiz se acomoda de rodillas sobre la tabla y, así, con la fuerza de la ola, llega hasta la orilla de la playa.
Distintos estilos
Los jóvenes, que tienen entre 18 y 25 años, practican natación fuera de la época estival. Algunos de ellos no sólo aprendieron a nadar, sino que dominan distintos estilos y hasta compiten en el orden nacional. "Yo puedo surfear sin problemas", afirma Ortiz, que se identifica como el capitán del equipo que ya se presentó en Paraná, en San Jorge y en el circuito local que organiza el Ente Municipal de Deportes de General Pueyrredón (Emder).
Su condición de líder y buen nadador le permite avanzar mucho más allá del espigón y ubicarse en el sector donde las olas son más altas.
El que también se anima, pero le resulta más complicado, es Emiliano, de 23 años. "Estoy probando, pero todavía es difícil", dice, luego de varios intentos y revolcones en el mar.
El objetivo, que no es tan fácil de alcanzar, es una combinación de coordinación y velocidad de movimientos para despegar el cuerpo de la tabla y quedar apoyado sobre ambos pies. Algunas dificultades motrices que cargan algunos alumnos hacen que el aprendizaje sea aún más lento.
Pero Suárez está muy entusiasmado con los avances del grupo. "Acá hay chicos que alcanzaron estilos de nado complicados, como espalda y mariposa -dice-, así que la tabla no es para ellos una meta imposible."
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