Medios. En EE. UU. se debate la credibilidad
Para algunos especialistas, el periodismo está viviendo una crisis; otros sostienen que sólo se trata de una preocupación
Después de un año en que medios tan prestigiosos como la CNN, el Washington Post o el Boston Globe se vieron forzados a desmentir historias, en los Estados Unidos se debate sobre si la credibilidad del periodismo entró en crisis.
Para muchos especialistas, la gente ya no cree en lo que ve en la pantalla o lee en los diarios. Prueba de esto es una reciente encuesta de la American Society of Newspaper Editors (ANSE), que señala que un 73% de los adultos se volvió más escéptico sobre la exactitud de las noticias y un 78% cree que existe una parcialización de la información.
Sin embargo, otros analistas de primer nivel sostienen que se trata de incidentes aislados que no repercutieron en la confianza del público.
Un buen ejemplo de esta última perspectiva es Tom Goldstein, decano de la prestigiosísima maestría en Periodismo de la Universidad de Columbia, en Nueva York.
En diálogo con La Nación , sostuvo que "no hay que extrapolar una serie de accidentes sueltos y hablar de una crisis. Como contraparte de los tan difundidos escándalos de noticias falsas, algunos de los artículos sobre el Sexgate fueron sobresalientes".
Lo mismo opinó Carlos Verdesia, director de la revista Newsweek en español: "El 98 fue un año donde varios casos pusieron un gran signo de interrogación sobre los medios. Evidentemente hubo descuido y falta de control, pero se trata de una preocupación más que una crisis", aseguró.
Para Verdesia, la cobertura del Sexgate no afectó la credibilidad del público. "Newsweek fue el medio que lanzó la historia sobre Monica Lewinsky en primer lugar, pero no lo hicimos hasta que el asunto llegó a la Corte. Es decir que no fue un hecho generado por la prensa, si bien existió un exceso de comercialización de la noticia", subrayó.
Comportamiento amarillesco
En mayo de este año, Stephen Glass, editor asociado de la revista The New Republic, fue despedido acusado de inventar notas. En junio, The Boston Globe pidió la renuncia de Patricia Smith, finalista del premio Pulitzer, por inventar columnas. En junio, Time y CNN pidieron disculpas tras aceptar que "era insostenible" un informe sobre el uso de gas nervioso en Vietnam. Y así se sucedieron una veintena de escándalos.
Por eso para Mario Diament, director de la maestría en Periodismo de la Universidad Internacional de Florida, la credibilidad bajó en forma alarmante.
"El comportamiento de la prensa fue crecientemente amarillesco, y además, se dedicó a pronosticar hechos futuros que luego fueron categóricamente desmentidos por la realidad. La percepción de la gente es que los medios sólo buscan vender sin ningún freno ético", subrayó.
Para Florencia Cortés Conde, ex-analista de medios de la Universidad de Florida y flamante directora de la Licenciatura en Comunicación de la Universidad de San Andrés, existe una crisis, pero no es exclusiva del periodismo.
"Es la sociedad norteamericana en su totalidad la que está en crisis. Estamos viviendo una guerra cultural, donde un mismo hecho tiene significados distintos según el grupo social. Lo que los diarios y la televisión reflejan -como en la televisación del caso O. J. Simpson, que separó a blancos y negros- es esta confusión generalizada", subrayó la investigadora.
Robert Giles, director ejecutivo del Centro de Estudios de los Medios de Comunicación del Freedom Forum en Nueva York -organismo internacional dedicado a la defensa de la libertad de prensa- incluso señaló que "el desempeño de los periodistas ha mejorado mucho en los últimos años".
Más educación formal
En diálogo con La Nación , Giles aseguró que "los reporteros tienen más educación formal y pueden usar computadoras e Internet para juntar información. Esto ha mejorado notablemente su capacidad para hacer notas más fieles a los hechos y con más detalles".
Pero para el especialista del Freedom Forum, lo más importante es que cada vez que una historia se comprobó falsa, la administración del medio involucrado se ocupó de sancionar a los periodistas culpables y de hacer público el error.
"Esto demuestra que el tema de la ética y veracidad les preocupa. Además, en una encuesta que hicimos salió a la luz que la conciencia del público sobre los casos que fueron desmentidos era bastante baja", agregó.
Por su parte, el vocero de la CNN, Andy Mitchell, también se refirió a sondeos que apuntan en la misma dirección. "Por una historia de la que tuvimos que retractarnos, existen miles verdaderas en un ciento por ciento. Si bien no tiene excusa nuestra equivocación, se ha hecho una serie de investigaciones que muestran que, para la gente, la CNN sigue siendo el medio más confiable", aseguró a La Nación .
El desafío: recuperar la confianza
WASHINGTON (AP).- Un estudio de tres años realizado por la American Society of Newspaper Editors (ASNE) sobre la la crisis de credibilidad de la prensa norteamericana señala que, para recuperar la confianza del público, los periódicos necesitan eliminar faltas de ortografía y errores en las citas, reducir el uso de fuentes anónimas y resistir la tentación del sensacionalismo.
El 73 % de los 3000 adultos encuestados se ha vuelto más escéptico frente a la exactitud de las noticias y el 35 % afirma que detecta errores gramaticales u ortográficos más de una vez por semana.
Además, el 23 % descubre errores conceptuales al menos una vez a la semana en los artículos y el 58 % estima que es justificada la insatisfacción del público con la prensa.
El trabajo recomienda a los directores y editores de los diarios reforzar su control sobre la copia noticiosa y restablecer lazos con los lectores fuera de las oficinas periodísticas.
Combatir los errores
"Tenemos que combatir los errores y reducir el abundante uso de citas anónimas, que representan un peligro", dijo Edward Seaton, presidente de la ASNE y editor en jefe del diario The Manhattan Mercury, de Kansas.
Y agregó: "Los periodistas que hablan en televisión no deberían estar diciendo cosas que no saben, ni dar opiniones sin sentido del control. Tenemos que renovar nuestra dedicación a decir la verdad".
El estudio es parte de un proyecto de la ASNE que intenta determinar por qué el público perdió confianza en los diarios norteamericanos. Se basó en una encuesta telefónica nacional efectuada a 3000 adultos, en las conclusiones de 16 grupos de trabajo y en un cuestionario de 12 páginas que completaron periodistas de diversos periódicos.
La coordinación y el análisis de la investigación estuvo a cargo de Urban & Associates. Los porcentajes del informe tienen un margen de error del 2 por ciento.
Cerca de 80 por ciento de los encuestados dijo que los diarios dramatizan exageradamente determinada información para vender ejemplares y que las noticias sensacionales reciben más cobertura porque resultan excitantes y no porque son importantes.
El público considera que los periódicos también trabajan mal la información de rutina. El 48 por ciento dijo que más de una vez por semana encuentra títulos engañosos en los diarios.
El estudio muestra, además, que la credibilidad puede ser minada por pequeños errores. Más de un tercio de los encuestados señaló que detecta errores gramaticales o de ortografía más de una vez por semana en los periódicos, hecho que los desalienta para continuar la lectura.
A poco de difundirse el informe realizado por la American Society of Newspaper Editors, los directivos de numerosos diarios norteamericanos dijeron que planean utilizar la investigación para buscar soluciones a los problemas de exactitud, sensacionalismo, prejuicio de los reporteros y conexión con los lectores.
La encuesta
Erratas: el 35 % de los 3000 encuestados por la American Society of Newspaper Editors afirma que detecta errores gramaticales u ortográficos más de una vez por semana.
Conceptualización: el 23 por ciento descubre errores conceptuales al menos una vez por semana en los diarios norteamericanos.
Desconfianza: el 73 por ciento manifestó sentirse más escéptico sobre la exactitud de las noticias.
Parcialidad: el 78 por ciento opinó que existe un tratamiento parcializado de la información.
Disconformidad: el 58 por ciento estima que es justifiada la insatisfacción del público con la prensa norteamericana.
Favoritismos: el 50 % cree que existen personas o grupos que reciben tratamientos favorables en la cobertura periodística de los diarios norteamericanos.
Influencia: el 78 por ciento sostiene que personas poderosas u organizaciones pueden influir en un periódico para que silencie una noticia o le otorgue un determinado tratamiento.
Difusión: el 86 por ciento cree que el nombre de los sospechosos de delitos no debe ser revelado hasta que no se formulen formalmente los cargos.
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