Inundaciones en la pampa húmeda: se agrava la situación. En Tejedor cedió la barrera de contención
"El agua que ingresa desde Ameghino es una catarata turbulenta", dijo el intendente, Carlos Rivas Trabajan para evitar que se inunde el casco urbano La brecha tiene unos doce metros de ancho En América los pobladores siguen reforzando defensas
LA PLATA.- "Si en 24 horas no logramos contener el avance del agua, no sé qué puede llegar a ocurrir en nuestro casco urbano." Con estas sombrías palabras, Carlos Rivas, intendente de Carlos Tejedor, reflejaba ayer por la tarde un panorama nada alentador para un distrito que ya viene siendo castigado en demasía por las inundaciones.
La situación, ya de por sí grave, comenzó a complicarse ayer al amanecer, cuando se descubrió la rotura de un murallón que protege la zona norte del partido, lo que podría provocar el anegamiento de la ciudad cabecera.
Sin dudar un instante, cientos de pobladores y empleados municipales comenzaron a rellenar bolsas con tierra para reconstruir esa defensa.
El jefe comunal describió a LA NACION el paso de las aguas provenientes del partido de Florentino Ameghino como "una catarata turbulenta que avanza hacia el casco urbano", ubicado a sólo 2800 metros del murallón. Rivas comentó que "hasta ahora, el pueblo se sentía protegido por esta muralla", construida hace 14 años, que pudo resistir a otras inundaciones.
La fisura sufrida por el murallón, de tres kilómetros de extensión, alcanza los 12 metros, lo que provoca el ingreso de entre 80 y 90 metros cúbicos de agua por segundo en los campos que circundan el casco urbano.
Mientras tanto, los pobladores del distrito de Rivadavia continuaban ayer levantando una muralla para proteger la ciudad de América, cabecera del partido, ya que en las últimas horas crecieron las napas de la ciudad, lo que provocó desbordes de desagües y pozos ciegos, poniendo al partido en riesgo sanitario.
Ante el agravamiento de la situación, el propio intendente de Carlos Tejedor, quien no descartó intencionalidad en la rotura, encabezó las tareas tendientes a reparar el murallón, de cuatro metros de altura, al tiempo que reclamaba al Ministerio de Defensa la colaboración en los trabajos.
En horas de la tarde, mientras la comunidad avanzaba con el armado de "gaviones" (jaulas de alambre que contienen bolsas con piedras), arribó al kilómetro 560 de la ruta nacional 226 el esperado helicóptero Puma del Ejército, encargado del transporte de bolsas con arena y piedras para auxiliar a vecinos y autoridades en el relleno del muro de contención y mitigar el avance de las aguas, que amenazan con invadir la ciudad cabecera del distrito.
Asimismo, desde el Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas se dispuso el alistamiento de otros dos helicópteros de reserva, para ponerlos en operaciones en caso de ser necesario.
Además de los trastornos provocados por la brecha abierta en la muralla, se llegó a temer que el agua alcanzara la planta eléctrica de la ciudad, por lo que se dispuso levantar un terraplén a su alrededor.
Al mismo tiempo, con bolsas de tierra se amurallaron las entradas a los barrios de la zona baja, ya que serían los primeros afectados ante el avance de las aguas.
"Tengo que ser optimista -dijo Rivas a LA NACION-, porque no hay otra alternativa. Y en nuestro caso la opción es: el agua o la ciudad."
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