Tests de Covid: entre los errores metodológicos y la fragmentación del sistema de salud
Cuando durante el fin de semana se dio a conocer que se habían hecho 13.890 tests y se habían notificado 10.561 nuevos casos de Covid-19, muchos arquearon las cejas. Bastaba una cuenta rápida para estimar que la "positividad" de ese día (el porcentaje del total de las pruebas que arroja resultados positivos; una medida que permite estimar grosso modo la circulación del virus) era escalofriante, de alrededor del 76%. Basta con recordar que la Organización Mundial de la Saludrecomienda mantenerla por debajo del 10% para comprender que había algo que no estaba bien.
Y, efectivamente, era así: como venían notando varios especialistas y se supo con el correr de las horas, no se estaban registrando los resultados negativos de muchas pruebas de diagnóstico. El domingo, en el reporte vespertino del Ministerio de Salud de la Nación, una llamada aclaraba que desde ese día se agregarían "a la base de datos de testeos todos aquellos realizados y notificados por otros actores del sistema (diferentes de los laboratorios bioquímicos) que hayan arrojado resultados negativos". La nota seguía explicando que se incluirían desde ahora todos los tests de PCR y de antígenos que se hubieran realizado tanto en casos sospechosos como en otras situaciones, tales como contactos estrechos asintomáticos, exigidos para el ingreso a distintas jurisdicciones, prequirúrgicos, etcétera, que hasta el momento no estaban incluidos. Y agregaba: "Todos aquellos que hayan arrojado resultados positivos en cualquier situación fueron debidamente contabilizados". Sorpresivamente, ese día el número de tests totales creció en casi 300.000: de 2.373.496 a 2.626.406.
El porqué de este error metodológico puede encontrarse en las directivas establecidas por el Ministerio de Salud de la Nación para el registro de información sanitaria. Según explica Leandro Cahn, director ejecutivo de la Fundación Huésped, desde fines de marzo, los efectores de salud descentralizados tienen la obligación de notificar todos los tests realizados a casos sospechosos de Covid, pero no a los no sospechosos, salvo que sean positivos. Por ejemplo, en un buen programa de vigilancia epidemiológica, si se detectaba un caso positivo, se lo registraba en el Sistema Integrado de Información Sanitaria Argentina (SISA) y se salía a rastrear sus contactos estrechos. Suponiendo que fueran nueve más, dos con síntomas y siete sin, y si se encontraba un solo positivo más, de los diez tests totales realizados habría que informar solo dos positivos, un 20% de positividad. Pero de acuerdo con lo establecido, en ese grupo de diez personas solo había que informar tres tests, los correspondientes a los tres sospechosos, de los cuales dos habían sido positivos; es decir, el 67%. Los otros no había obligación de reportarlos porque no cumplían con la definición de caso sospechoso.
El subregistro se acrecentaba porque hay empresas que testean periódicamente a sus empleados, planteles de fútbol, personas que lo hacen para viajar y cuyos resultados no se estaban reportando. "Esto también pasó en algunas provincias, como Córdoba, que hisopaba a contactos estrechos aunque no tuvieran síntomas (por lo tanto, no cumplían con la definición de caso sospechoso) y entonces no se cargaban en SISA", explica Cahn.
A los errores metodológicos, se les suma la fragmentación del sistema de salud local, que agrava problemas y es urgente resolver.