Equilibrio, la clave del rejuvenecimiento
En implantes e intervenciones quirúrgicas, las técnicas se tornan menos agresivas y los resultados, mucho más naturales
Un poco más por acá, un poco menos por allá... La obsesión por la juventud eterna o la perfección física que lleva a muchas mujeres al abuso de cirugías plásticas es un arma de doble filo, cuyo manejo compete a los profesionales del área. Aquí, algunos de los más reconocidos expresan sus opiniones sobre lo posible y lo imposible en la materia.
Evaluación. "El cirujano debe medir si quien pide una intervención está física y psíquicamente adaptado para ser intervenido, luego de explicarle las ventajas y riesgos de cualquier operación. Tiene que evaluar las verdaderas expectativas del paciente y si éstas son posibles", dice el doctor Osvaldo Cudemo, titular de la Sociedad Argentina de Cirugía Plástica.
Límites. "Es la naturaleza la que define las posibilidades de cada paciente. Hay cirujanos que, por obtener resultados diferentes, obtienen otros artificiales. La naturalidad es lo más difícil de alcanzar. El objetivo estético queda supeditado a un material, que es biológico. Hay que privilegiar la armonía y el orden", comenta el doctor Manuel Sarrabayrouse, jefe de servicio de Cirugía Plástica del Hospital Italiano.
Lo nuevo. "Las últimas tendencias en operaciones de rejuvenecimiento facial ayudan a lograr efectos naturales. Por ejemplo, el autoinjerto de tejido graso o el nuevo lifting, que con la ayuda de la fibra óptica y la endoscopia reposiciona los tejidos que han caído con el tiempo, atenuando sus efectos en forma natural. Nada que ver con esas caras o labios sin arrugas, que lucen inflados, artificiales, sin mímica ni expresión, que tan lejos están de la belleza", remarca el doctor Carlos Pestalardo, cirujano plástico del Hospital de Clínicas.
Paciente v. profesional. "Es muy difícil decir que no cuando quien viene a la consulta tiene una idea fija, propia o sugerida por alguien. La boca exagerada, por ejemplo, habla de problemas en la paciente y el médico, al que se le fue la mano con la corrección del defecto. A la paciente hay que explicarle que lo que pretende no le va a quedar bien", opina el doctor Horacio Costa Córdova, director del curso de cirugía dermatológica de la Asociación Dermatológica Argentina.
Prevenciones. Los especialistas coinciden en que, para evitar caer en manos inexpertas o faltas de ética, lo aconsejable es averiguar si el médico en cuestión es miembro de las sociedades de cada especialidad (cirugía plástica o dermatología). En el caso de los implantes, hay que asegurarse de que el elegido esté avalado por la Asociación Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (Anmat).
Lifting. "La sobreactuación deriva en caras marca registrada, de porcelana, que llevan la firma del cirujano y se caracterizan por su artificialidad. No se puede tener una cara de 30 años en un cuerpo de 60", añade Sarrabayrouse. ¿Y cuántas veces se repite un lifting? "Hasta tres, pero no es lo habitual. Si la paciente se opera por primera vez luego de los 55 años sólo requeriría una intervención, aunque depende de cada caso. Los resultados serán siempre menos brillantes porque la piel va perdiendo elasticidad con el tiempo", destaca el doctor Cudemo.
Implantes faciales. Pueden ser reabsorbibles o no. Los primeros son la grasa natural, el colágeno y el ácido hialurónico; los no reabsorbibles son los metacrilatos y las siliconas, que aunque están prohibidas en la Argentina se usan con frecuencia. En las bocas rellenas con siliconas, "a medida que pasa el tiempo el organismo forma una cápsula a su alrededor y el labio sigue creciendo", aclara Costa Córdova. Otra contra de las sustancias que no se reabsorben (de origen plástico) es que "no se van más, y con el tiempo pueden ser rechazadas por el organismo, provocando labios hinchados y pómulos tipo Barbie", advierte Pestalardo.
Dinámica. "Cuando se coloca un cuerpo extraño hay que pensar en la eventualidad de su retiro. Las microesferas quedan para toda la vida y, si se cometiera un exceso, retirarlas es complejo porque son como esquirlas", advierte Sarrabayrouse. ¿En el caso de los reabsorbibles? "Tiene ventajas indiscutibles; por ejemplo, si una boca está sobrecorregida, con el tiempo volverá a su estado natural sin intervención. No se puede tener la boca de una mulata, lograda con un implante no reabsorbible, a los 60 años, porque queda espantoso", destaca Costa Córdova.
Renovación. Las sustancias reabsorbibles deben renovarse cada cuatro o seis meses. Los excesos en las cantidades producen más tensión y resultan, por ejemplo, "en labios traumatizados, de límites no naturales", agrega Sarrabayrouse. Dice que si se aplican con más frecuencia de la debida se incrementan las posibilidades de que el sistema inmunológico las rechace y sus efectos comiencen a perderse.
Toxina botulínica. Trata las arrugas de zonas localizadas de la cara y se aplica cada ocho meses, más o menos, tiempo de reabsorción de la sustancia. "Si se usa más seguido puede perder efecto. Si se aplica más cantidad de la adecuada, puede hacer caer la ceja y el párpado", alerta el doctor Claudio Telecemián, cirujano plástico del hospital Fernández. El exceso de toxina botulínica "puede generar efectos indeseados, como que el tercio superior de la cara (frente, patas de gallo y entrecejo) quede demasiado paralizado y no se pueda gesticular. Hay que reducir el movimiento, pero no paralizar la cara. No es natural que uno sonría con la parte inferior de la cara, y que la superior parezca de mármol. El efecto no se puede revertir, sólo se puede dejar actuar al tiempo", dice Costa Córdova. Respecto de las zonas por tratar, "en la frente, patas de gallo y entrecejo los resultados son excelentes. En el cuello y la región peribucal no resultan tan naturales", advierte Pestalardo. Si se coloca sustancia de más en la zona del cuello puede dificultar la deglución.
Adiposidad localizada. Con lipoaspiración o lipoplastia se elimina la adiposidad localizada. "Si en la intervención se supera el 7 u 8% del peso del paciente, puede haber alteraciones en el equilibrio del medio interno (baja la presión, se altera el sodio y el potasio)", explica Pestalardo. Entonces, la clave es el equilibrio: "Hay riesgo de sobreactuación si se saca de más (lleva a depresiones y marcas) y de subactuación, es decir, quitar de menos, manteniendo el defecto", añade Sarrabayrouse. Y explica que a los dos o tres meses de realizado el procedimiento puede ser necesario un retoque sólo donde la piel no se retrajo bien. Otro abuso de riesgo es realizarla para adelgazar a la paciente, cuando su objetivo es sólo corregir formas y atacar zonas localizadas en una persona que está en su peso.
Implantes mamarios. "Hay condiciones, como el ancho de la espalda, la altura y el tipo de actividad que realiza la mujer que influyen en el tamaño por colocar. El resultado tiene que ser funcional, porque el implante es pensado para toda la vida", explica Sarrabayrouse. Una vez colocada la prótesis, se puede producir un encapsulamiento, aunque con las nuevas prótesis no es frecuente. En caso de que sucediese, "la única solución es cambiar la prótesis. Generalmente, el organismo lo tolera bien, pero a veces se vuelve a formar la contractura capsular. Si se repite más de dos o tres veces, hay que sacar la prótesis y no volver a intentar nada más", afirma Pestalardo.
Malú Pandolfo
Factores psicológicos por considerar
Para la licenciada Alejandra Bó de Besozzi, miembro de la Asociación Argentina de Psicología y Psicoterapia de Grupos, y autora del libro Intervenciones en situaciones críticas, la adicción a las cirugías denota "un importante grado de inestabilidad emocional y una autoestima vacilante, con fantasías de éxito o de brillo exacerbado. En general, se trata de mujeres con tendencia a la idealización y a la desvalorización extremas".
En estas situaciones, la actitud del cirujano plástico es clave: puede incentivar o intentar llamar la atención sobre estas tendencias. "No siempre la indicación de psicoterapia por parte del médico es bien recibida, pero tal vez es el único llamado de atención con que la paciente cuenta en relación a un sufrimiento psíquico personal, que puede estar relacionado con un proceso patológico de duelo, con un conflicto profundo con la propia autoestima, o con una fragilidad de las bases narcisistas de la propia personalidad", concluye Besozzi.
En síntesis, "las personas que necesitan constantemente perfeccionarse, que encuentran defectos diferentes, deben asistirse psicológicamente porque la búsqueda del paraíso perdido mediante expectativas irreales se convierte en una neurosis, a veces grave. Esta obsesión en general es sólo el iceberg bajo el cual hay serios problemas que necesitan tratamientos más largos y profundos", advierte, por su parte, la licenciada Mercedes von Dietrichstein, integrante de la Asociación Psicoanalítica Argentina.
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