Estupor en el búnker de Macri
Anunció que había perdido tras conocer el resultado de 122 mesas testigo; hoy dará una conferencia
Estupor. Esa parece ser la palabra más adecuada según el diccionario para definir la reacción de los poco más de 100 militantes, vecinos, amigos, diputados y legisladores electos, cuando Mauricio Macri habló ayer, a las 19.50.
El candidato a jefe de gobierno porteño por Compromiso para el Cambio subió al escenario previamente preparado, a pura música de Diego Torres, cuando el Correo no había dado cifras oficiales. Y dijo: "Estoy aquí para decirles que, según los datos de las mesas testigo que manejamos, nos da que la fórmula Ibarra-Telerman tiene una ventaja irreversible".
Entonces, las pocas chicas que, minutos antes, habían bailado al ritmo de Memphis La Blusera, cayeron en la cuenta de que su jefe político había admitido la derrota, una derrota que ya comenzaba a sentirse en las caras largas de algunos legisladores electos que, off the record, admitían: "Las cosas no van bien".
¿Qué había pasado? La leyenda que cuentan los narradores del macrismo dice que la zona sur de la ciudad le dio la espalda -especialmente las mujeres- y no fue por decisión propia, sino por la ayuda del aparato estatal nacional y del local, que jugaron en favor de Aníbal Ibarra.
Una leyenda incomprobable, por supuesto, pero que se encargaron de instalar desde temprano, casi al mismo tiempo que el exquisito catering del búnker de la calle Chacabuco comenzaba a conformar los estómagos irritados.
La tarde había transcurrido apacible; no como la vivida el 24 de del mes último, cuando un Macri exultante no paraba de jugar al metegol cada media hora. En esta edición, el candidato se mantuvo más alejado de la militancia, rodeado de su familia y de sus asesores, que ordenaban qué hacer.
Así fue como Juan Pablo Schiavi, jefe de campaña, subió a las 17.58 al escenario, esperó los dos minutos que faltaban para el cierre de las urnas y a la hora señalada dijo que la fórmula Macri-Rodríguez Larreta había sacado 2,2 puntos de ventaja por sobre Ibarra-Telermann.
Ya se sabía que todo era una estrategia para golpear primero. Pero Schiavi se enojó cuando creyó que sus palabras no habían salido en forma directa por los canales de aire, sino que Aníbal Ibarra lo había primereado en la oportunidad (sin embargo, hubo un canal en el que la imagen de aquél apareció primero). Schiavi subió entonces nuevamente al estrado y reclamó a la prensa que transmitiera sus palabras, las que daban como ganador al titular de Boca.
Pero algo no olía bien. Había un aire viciado de trascendidos. Jorge Argüello, diputado nacional electo, pasó de decir "ganamos" a explicar:
"Ganemos o perdamos, hicimos una elección del carajo"; el legislador local Diego Santilli, en otra punta de un salón más bien vacío, decía que las noticias del Sur no eran "nada buenas", y Jorge Enríquez, que había llevado un puñado de bombistas con un cartel enorme adornado con su nombre, explicaba que había mesas otrora ganadoras que se habían dado vuelta.
Con todo, eran sólo las 20, y suponiendo que el escrutinio iba a ser tan lento como el del 24 de agosto, los periodistas juraban que nadie se podía adjudicar el triunfo porque los puntos de diferencia para uno y otro lado eran parte del error de las encuestas.
Mientras los saladitos iban y venían, y Matteo Goretti -a quien Macri llama caro commendatore- advertía que "Mauricio va a hablar más tarde", el hombre que había prometido 50.000 puestos de trabajo en el primer año de un eventual gobierno subió sorpresivamente al escenario.
Estaba acompañado por Schiavi, Jorge Macri -primo del candidato-, Horacio Rodríguez Larreta y José Torello cuando anunció la derrota y leyó un breve pero fuerte discurso, cuyos párrafos más importantes se transcriben por separado.
Luego se retiró y dejó a sus militantes así, estupefactos. Subió al primer piso y abrazó a su mujer, Isabel Menditeguy, que no podía dejar de llorar. Luego recibió caricias de su madre, Alicia Blanco Villegas, y de sus tres hijos. Francisco Macri, su padre, hasta ese momento no lo había llamado, aunque el frustrado candidato, dicen, lo esperaba.
"Es que Isabel y los hijos le habían pedido muchas veces que no se metiera en política porque lo iban a destrozar. Y estuvieron con él todo este tiempo, ayudándolo, y les da mucha pena que haya perdido", dijo una fuente.
Macri no quiso hablar con la prensa. Pero lo hicieron por él Goretti e Iván Pavlovsky, su vocero, que no podía ocultar su desazón. "Hubo un discurso, único, al que se le agregó la palabra derrota. Lo hicimos Mario Moldován y yo", dijo Goretti.
-¿Por qué admitió la derrota cuando no había números oficiales?
-Porque las mesas testigo decían que perdíamos y Mauricio decidió, él solo, que no quería que la gente se desgastara con la espera.
-Macri dijo que habían enfrentado un aparato infernal. ¿Se refería al nacional o al local?
-No lo personalizó. Dijo "el aparato".
El futuro
Cerca de las 22, Macri prometió que hoy hablará en una conferencia de prensa.
Y luego se irá. La semana que viene partirá junto a su mujer, primero, a Europa y luego a Sudáfrica. El hombre quiere descansar, borrar de su rostro las arrugas del cansancio que le provocó la campaña.
Y con la partida se alejará de la profunda pelea interna que ya hay entre los legisladores porteños que ganaron gracias a él y que buscarán posicionarse con la memoria de que ya no son los ganadores.
Más leídas de Sociedad
Crisis sanitaria. Otra provincia busca cobrar a los turistas extranjeros la atención en hospitales públicos
La Plata. Murió el reconocido influencer y deportista Damián González Almirón
Tenía 69 años. Murió el dueño de una avícola en un accidente: chocó a una camioneta, perdió el control de su moto y derrapó