Event planners, los "psicólogos" al paso de las que están a punto de casarse
Cada vez más novias recurren a los organizadores de fiestas para canalizar el estrés de los preparativos; cómo se las ingenian ellos para responder a una tendencia en alza; anécdotas e historias reales
Faltaban diez días para el gran evento. Ese que había soñado tantas veces que había perdido la cuenta. Nada podía fallar. Con la emoción a flor de piel, concurrió al showroom de un consagrado diseñador argentino para la última prueba del vestido. No fue sola. Tampoco lo hizo con su futuro marido, un reconocido político, conforme a la tradición de que el novio tiene vedado conocer el look de su prometida hasta verla en el altar. Cábalas, le llaman algunos.
La visita resultó ser un éxito. Ya podía tildar ese pendiente de la lista con la satisfacción que brinda la tarea cumplida. Pero lo inesperado sobrevino a la salida del atelier, cuando tomó del brazo a su wedding planner y disparó: " No me quiero casar ".
El desconcierto y la palidez de su confidente se adueñaron de la situación, a pocas cuadras del bar donde los aguardaba "la media naranja". No había margen de acción. Las palabras, al principio desprolijas, se acomodaron y ganaron peso. "Quedate tranquila. Todas pasan por esto, se ponen nerviosas, se estresan", atinó a contestar, mientras participaban de una improvisada "sesión de terapia" en plena vereda. Llegaron a destino, saludó al novio, y la dejó a ella con el sabor amargo que imprime la incertidumbre a momentos como ése.
Sin revelar el nombre de los protagonistas, Maximiliano Berra, gerente comercial de PM Eventos, comparte con LA NACION esta historia para ilustrar una tendencia en alza entre las argentinas: convertir a cada actor de la fiesta en un psicólogo al paso (un rol que comparten con taxistas, peluqueros, manicuras y bartenders ) con el fin de poder liberar tensiones, canalizar ansiedades y reducir el estrés que suelen despertar los preparativos. "¿Querés saber cómo terminó todo?", pregunta a esta cronista atrapada con la anécdota. Ella asiente, él responde entre risas: "Hoy no sólo están felizmente casados, sino que además tienen dos hijos ".
Las más demandantes
La conquista de quienes integran el backstage de las fiestas no pasa sólo por ser un director de orquesta con todo bajo control, sino por saber acompañar desde la contención a los novios, especialmente a ellas, las que más atención demandan.
Casi sin elección, ese proceso obliga a los event planners (concepto que agrupa a todos los rubros relacionados con festejos) a tener que apelar a herramientas y estrategias desconocidas, que escapan del ámbito de su servicio principal y que no están escritas en manuales de procedimiento. Algunas parten del sentido común, del humor y la ironía, aunque la mayoría derivan de la experiencia y la empatía que consiguen alcanzar. "Hoy el trabajo radica en lograr un alto feeling con los novios desde la primera entrevista", asegura Berra, quien junto a Santiago Arcos están a cargo del seguimiento de unos 30 casamientos anuales.
El desafío, coinciden los especialistas consultados, se refuerza cuando aparecen obstáculos difíciles de sortear y se logra colocar paños fríos a esas situaciones.
"Llegué al hotel a hacerle fotos a una novia que lloraba desconsolada porque llovía y su ambientación no estaba pensada para exteriores. Con lo que había en la heladerita de la habitación, armé un trago con champagne y energizante, charlé con ella y le conté un par de chistes. Mientras le servía, pensaba: «De esto algo tiene que salir porque en 20 minutos tengo que ir a hacer la producción en el lobby». Mágicamente, el ambiente se relajó, y el velorio del principio desapareció, aunque yo era más un payaso que un fotógrafo de casamiento»", recuerda divertido Adrián Pandolfo, de Estudio Nap, dedicado a la fotografía y edición de videos desde 1999, y pone así en evidencia que la trayectoria ayuda a moverse con soltura frente a los imprevistos, que jamás faltan.
"La novia esperaba a que se abriera la puerta de la iglesia para entrar cuando empezaron a saltar los botones de la espalda del vestido. No podía entrar así. La madrina, desesperada, vino desde el altar para ver por qué se demoraba tanto. Metí mi mano en el bolso de la cámara, tomé el hilo y la aguja que siempre llevo conmigo, y les dije a las dos: «No piensen que soy Roberto Piazza, pero...ahí vamos». Lo cosimos y arreglamos en segundos, y ella entró hecha una reina", cuenta tras confesar que muchos de esos tips se los aportó su mamá, que es modista y bordadora.
Al borde de un ataque de nervios
Habilidades como la paciencia y la escucha permanente figuran dentro de los rasgos más valorados por el segmento, sobre todo, por aquellas que están próximas a sufrir un ataque de nervios y requieren de alguien que les preste su oreja. Si es por 24 horas, mejor.
Natalia dirige junto a Mariana y Rodrigo Algo Unico, una empresa de ambientación y decoración de eventos, aunque existen días en que cree estar metida en un call center o la sala de espera de un consultorio sentimental. "Me llaman a toda hora, incluso a la madrugada. Las atiendo, les habló un rato largo y hasta les armo las mesas. «Te escucho, dale sacá», siempre les digo", relata a este medio. "Te cuentan las peleas con la familia o se ponen a discutir con el novio enfrente tuyo porque no leyeron el presupuesto con anticipación o no saben lo que quieren", enfatiza.
" El novio busca complicidad conmigo", acota Rodrigo, esposo de Natalia y encargado del armado de las estructuras y la puesta en escena que proponen sus socias. "Yo siempre les contesto lo mismo: «Y bueno, se casan los dos, piénsenlo, sino corren el riesgo de que el salón quede demasiado femenino»", desliza en un intento por defender al género masculino y que se le dé cabida al a la hora de opinar.
Berra, quien se suma a esta cruzada de proteger a los hombres, reconoce que, cuando la situación lo amerita, muta de ser un wedding planner a un putching ball de boxeo, sin escalas. "Había una novia muy demandante, que se peleaba seguido con su futuro marido. Para frenar esos encontronazos, un día le dije: «Llamame y volcá esa demanda hacia nosotros, así él puede estar más relajado. Nosotros, acá, estamos de novios sustitutos»", grafica. "Y funcionó", cuenta aliviado.
Conexión y filtros
Algo similar experimenta Lucía Mallea, creadora de Wedding Factory, un espacio que ofrece detalles para "alegrar" los rincones del civil y de la fiesta. Hoy, a cuatro años de haber arrancado con la iniciativa -que surgió en el marco de su propio casamiento- lo toma como algo natural. "No puedo evitar sentir un vínculo especial con mis novias . Siempre pienso en ellas, en cómo les estará yendo, en si habrán podido solucionar el catering, si el salón al final les puso los livings que querían, si los novios aflojaron y se pusieron los prendedores corazón que les armamos", ejemplifica.
Mientras repasa mentalmente anécdotas, confirma que tener una personalidad flexible representa un plus en esta tarea. "Trato de darle a cada una lo que necesita. Algunas son muy aceleradas como yo así que me prendo y las dos nos ponemos re locas. Otras son más tranquilas y vienen con una onda más Ohm: «Me caso en 20 días y no tengo nada resuelto». Ahí trato de ponerme en la sintonía de «todo va a estar bien, lo vamos a solucionar»", comparte.
Agrega, además, que independientemente de "la actitud" con la que llegan a su espacio, las que están a punto de dar el sí manifestan un denominador común: nervios, tengan o no los pendientes encaminados. "Así empiezan los mails, llamados o visitas al showroom ", describe. Luego, contundente con su mensaje hacia el target, subraya: "Si la torta la hicieron de crema y no de chocolate, si el coro se olvidó de una canción o el cura los confundió de nombre, todo eso es menor. Nada se equipara a lo que representa ese día y a la etapa que empiezan. Eso es lo único que importa e intento transmitir a mis clientas".
Otras veces el consejo se aleja de los preparativos y surge una vez terminado el evento. Gonzalo Marcó del Pont, quien enseguida aclara que nada lo une a la ex presidenta del Banco Central, lo percibe de cerca. Hace dos años que gestiona, a través de The Picture Box, la venta y el alquiler de cabinas para fotos instantáneas, un servicio que, en ciertas ocasiones, trae sorpresas a las parejas que lo contratan.
"En nuestro rubro, la psicología no se da antes, sino después, cuando nos encontramos con imágenes subidas de tono. Eso nos obliga a hacer un filtrado más fino para la copia que se les entrega como recuerdo. Algunas son delirantes, otras hay que borrar sí o sí. Y a eso hay que sumarle el efecto del alcohol. No hay que olvidarse que son fotos tomadas en secuencia", apunta con picardía.
El origen del acelere y las corridas.