Fernán Quirós: "No imaginamos tomar medidas que muevan gente del conurbano a la ciudad o viceversa"
Con mayor movimiento en las calles porteñas, uno de los dos distritos con más casos detectados de Covid-19 repasa indicadores y escenarios epidemiológicos para definir sus próximos pasos sin que se disparen los contagios después del próximo lunes, cuando comience una cuarta etapa de la cuarentena con una reapertura progresiva de las actividades.
"No imaginamos tomar medidas que muevan gente del conurbano a la ciudad, viceversa o, dentro de la ciudad, de un extremo al otro", anticipa a LA NACIÓN Fernán Quirós, ministro de Salud de la ciudad, sobre las definiciones que están analizando los gobiernos porteño y bonaerense para el área metropolitana compartida.
–¿Cómo decidirán liberar algunas actividades cuando se acerca el período en el que se espera que aumenten los casos?
–Lo primero es no tomar decisiones determinantes, segundo no tomar decisiones bruscas, analizar muy bien qué tipo de escenario seguir y medir muy bien el resultado porque tal vez rápidamente haya que desandar las medidas adoptadas. Sabemos que por delante tenemos casos, la curva está relativamente estabilizada en la ciudad, aunque no del todo porque tenemos un aumento progresivo de casos, sobre todo en algunos subgrupos. Dado que llevamos casi 50 días en este escenario, que la economía necesita cierto nivel de reactivación porque los dolores sociales no son solo sanitarios, nos parece que tenemos que acompañar localmente una decisión que tomará el Presidente a partir del lunes.
–¿Con qué condiciones?
–Para la ciudad proponemos, primero, que esa decisión tiene que tener una coordinación metropolitana porque el AMBA se comporta como un tejido social único y, en esto, el gobierno nacional, la provincia de Buenos Aires y la Ciudad estamos de acuerdo. Segundo, que interprete la cadena de valor de toda la industria: no se puede activar el comercio sin la industria porque no habría qué vender, ni la industria sin el comercio porque no se vendería la producción y, si se activan ambas, hay que ver la circulación en el área porque el transporte público es uno de los mayores problemas. Estuvimos discutiendo distintas medidas, sin llegar aún a una solución definitiva, pero creemos que hay algo que podemos hacer por la ciudadanía al desandar algunas medidas de manera contenida, cuidada y con cierto nivel de restricciones, tanto para la oferta de servicios o de bienes como para la demanda, de tal modo de tener una semana por delante con más flexibilización y evaluar el resultado. Los gobiernos podemos proponer una organización general, pero lo que haga la gente los primeros días –si actúa de manera ordenada y si cumple las normas y los protocolos– va a determinar lo que vamos a poder decidir las semanas siguientes.
–¿Cuánta gente tienen previsto que circule con esas nuevas medidas?
–Hoy, en la ciudad, circula el 25% de lo que lo hace habitualmente. No es prudente aumentar más de 10 puntos ese porcentaje y nunca debería superar el 50% de la circulación. Vamos a tomar las medidas que signifiquen tener una circulación del 35 a 40%. Si lo hacemos de forma cuidada, manteniendo la distancia y con las medidas de higiene adecuadas, el impacto sanitario será realmente pequeño; si lo hacemos de manera desordenada, donde cada uno trata de hacer lo suyo sin importar lo que hagan los demás, rápidamente vamos a tener que desandar las medidas. No hay estado que pueda controlar lo que hacen tres millones de personas todos los días en sus barrios.
–¿En qué consistirían esas primeras medidas para las próximas semanas?
–Todas las medidas van a ser de circulación barrial. No imaginamos tomar medidas que muevan gente del conurbano a la ciudad o viceversa o, dentro de la ciudad, de un extremo al otro. Pretendemos una primera cantidad de medidas que tenga que ver con una cierta circulación en la manzana, dentro del barrio. Esto se estaba dando en parte, pero sin actividad económica que sustentara a las pymes y los pequeños comercios de la ciudad. Estamos trabajando en el detalle de cómo hacer para generar un nivel de actividad económica barrial y, con las áreas de espacio público y transporte, para que la calle sea un espacio más compartido, que la gente tenga lugares para hacer filas distanciados, lugar para circular y usar la bicicleta. Empezar a usar más el espacio público como una estrategia de la pandemia y no sea sólo un espacio que la gente se ordena como puede.
–En Provincia de Buenos Aires advierten que sus casos se desplazaron a zonas más densamente pobladas del conurbano, como Moreno o La Matanza, y están a favor de una expansión controlada del virus, mientras que la Ciudad lo considera inmanejable. ¿Cómo pueden coexistir ambas estrategias en el espacio compartido, que es el AMBA, sin un riesgo alto de que aumenten los contagios?
–Me parece inteligente empezar a regionalizar la aproximación nacional. Es un país muy diverso, muy distribuido y una heterogeneidad de la pandemia muy clara. Por eso es muy valioso poder proponer medidas adaptadas a la epidemiología local. El área metropolitana es un conglomerado indivisible en términos de pandemia: todo lo que hagamos ahí es interdependiente. Pero la contagiosidad del virus tiene una dinámica, que depende básicamente de la interacción humana. Se pueden tomar decisiones que aumenten esa interacción, como abrir la construcción, el comercio o la salida de los chicos, pero no se puede estimar cuánto cambiará la contagiosidad del virus. No creo en ese concepto porque los instrumentos de modulación de la realidad son tan poco precisos para comprender lo que va a pasar tres semanas después. En la práctica estamos abriendo algunas actividades, por lo que sabemos que aumentará esa contagiosidad, pero decimos con claridad a la ciudadanía que lo hará más o menos de acuerdo con el comportamiento social e individual y lo vamos a medir todas las semanas. Y si ese comportamiento o los casos van empeorando, vamos a desandar rápido las medidas. Creo que es lo mejor que podemos hacer con las evidencias y los datos que tenemos a la vista.
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