Fin de semana en la costa: playas concurridas, cumplimiento de protocolos y algún exceso
MAR DEL PLATA.- Si algo muy bueno tuvo el fin de semana largo para este y otros destinos de la costa atlántica, de nuevo en rol de anfitriones tras casi nueve meses de espera, es que el turista respondió. Nada espectacular, pero más que positivo en un contexto dominado por la incertidumbre. La del viajero en arriesgar a un cambio de escenario en medio de esta pandemia; y la del local, que se animó a recibir, atender y compartir. El resultado fue esta foto de domingo, con playas concurridas pero muy aireadas para este inicio de temporada.
¿Será así el resto del verano? El tiempo lo dirá. Pero lo importante fue que en estos primeros días los servicios, desde el alojamiento hasta los balnearios, pasando por el comercio general y la gastronomía en particular, superaron la prueba en su particular formato de tiempos de coronavirus.
A la fecha no hay números oficiales, que llegarán a última hora de pasado mañana. Pero para medir alcanzan algunos indicadores que aportan muy buenas referencias: la ocupación hotelera promedio en las distintas localidades estuvo por encima del 50%, con picos de ocupación del 80%. Solo para ingresar a Mar del Plata se tramitaron esta semana más de 40.000 permisos "Verano", a los que deben sumarse otros casi 25.000 de propietarios no residentes que llegaron desde el lunes último, números que no contemplan a los menores de edad. Todo eso con automóviles y tren como medio de transporte, porque los ómnibus de larga distancia todavía no comenzaron a operar por aquí.
La convivencia junto al mar, tanto en áreas públicas como en paradores privados, se hizo mucho más fácil en términos de distanciamiento social ya que si bien el sol brilló sin nubes durante toda la jornada, la temperatura máxima no superó nunca los 25° por un viento fresco y sostenido que reclamaba reparo o algún abrigo. Con eso le alcanzó al domingo para ser lo mejor que se vio y verá durante este fin de semana extra largo.
"Estos meses extrañábamos tanto a esta ciudad, tanto al mar, que nos zambullimos sin pensar si el agua estaba fría o no", contaron Soledad y Juan Martín, que viven en La Plata, se pusieron de novios aquí hace tres años y aquí mismo, donde tienen la mayor parte de su familia, aseguran que van a casarse, apenas la pandemia les permite hacer una gran fiesta. "Paramos en un hotel y con los parientes nos vemos en la playa, para cuidarnos a distancia", explicaron.
Esta primera escapada con permiso del Gobierno sirvió además para probar esto de andar con traje de baño y barbijo, una novedosa experiencia para la región. Más allá de lo escrito en los protocolos, todo parece indicar que en el día a día se regirá cada vez más por el sentido común. Mientras haya distancia con ajenos se podrá andar por la arena a cara limpia. En camino hacia o ya instalado en espacios comunes, el cubre boca será inevitable.
Piletas
Las piletas en los paradores también abrieron con dudas. La recomendación es que funcionen con aforo, que podría ser del 50% de la capacidad habitual. Colmado el cupo se recurriría a sistema de turnos. Ahí cada prestador arma su reglamento. En algunos lugares optaron por permanencia máxima de media hora. Aunque por ahora la cantidad de gente no fue descomunal, por lo que la dinámica fue mucho más fluida y sin tantas restricciones.
Jorge Riccillo, titular del balneario "Perla Norte", contó que la pileta recién se habilitó ayer. "Establecimos un cupo que garantice distancia entre quienes están en el agua y una renovación de gente de acuerdo a movimiento", dijo a LA NACION.
El también titular de la Cámara de Empresarios de Balnearios, Restaurantes y Afines (Cebra) destacó además que este fin de semana está dejando resultados positivos en cantidad de gente y comportamiento. "Hoy me quedé tranquilo porque vi a la gente con ganas de estar en la playa, luego de un período de encierro y ahora con buen cumplimiento de protocolos", aseguró.
En el sector reconocen que tuvieron una merma en la clientela de temporada, en particular adultos mayores o familias integradas por personas que están dentro de los grupos considerados de riesgo frente al Covid-19. Pero tuvieron como primer incentivo un buen debut con el alquiler de carpas y sombrillas por día.
Y entre ajustes de pautas y operativos de control desplegados por funcionarios y agentes municipales aparecieron los primeros excesos. "No vamos a permitir las avivadas", había advertido el intendente local, Guillermo Montenegro, durante el anuncio de la reapertura al turismo. Hubo intervención de inspectores municipales en Mar del Plata y también en Pinamar, con llamados de atención por factor de ocupación y ruidos molestos.
Pero lo más impactante fue un after beach en el Balneario 12 de Punta Mogotes, pleno de jóvenes con tragos en mano, en torno a una piscina y lejos del formato de “burbuja social” recomendado para bares y discotecas. Desde el consorcio que administra ese complejo le llegó al permisionario un tibio tirón de orejas y advertencia de sanciones, incluso la clausura, en caso de que se repitan esas situaciones que implican riesgo sanitario. Estos abusos y las fiestas clandestinas, siempre con los más jóvenes de por medio, asoman como el gran dolor de cabeza para los controles durante este verano que recién comienza.
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