Ganas de ayudar que no tienen fronteras
La ONG Subir al Sur promueve el voluntariado internacional para educar en valores a los jóvenes
Arriba es abajo, abajo es arriba. Para ellos, lo único que cambia las cosas es que uno se sitúe en un lugar diferente. Invitan a dejar atrás el mapa convencional, donde el Sur está abajo y el Norte, arriba. Invitan a dejar de creer en lo que se ve a simple vista e intentar modificar la realidad.
Por eso crearon Subir al Sur, una organización que promueve la educación intercultural a través del servicio voluntario allende las fronteras, con viajes que, desde la cooperación, educan en nuevos valores. Así, jóvenes argentinos viajan a otros puntos del mundo, y aquí se recibe a chicos de otros rincones del planeta.
Se trata de una experiencia solidaria de convivencia de dos o tres semanas en las que jóvenes de distintos países, culturas, religiones y situaciones educativas y económicas se unen para realizar una acción comunitaria concreta y simple en alguna ciudad del mundo. Trabajan junto con organizaciones internacionales asociadas, gobiernos y fundaciones locales. Subir al Sur abrió la puerta para que jóvenes argentinos puedan participar en proyectos de servicio voluntario en todo el mundo.
La historia comenzó cuando Cecilia Milesi viajó por Asia y Europa con la red de voluntarios internacionales Acción Juvenil por la Paz. “Promueven el voluntariado internacional para educar a los jóvenes en valores como la paz y el entendimiento entre culturas. Después de la Primera Guerra Mundial empezaron a ver de qué modo reconstruir la sociedad. Cuando volví, empecé a proponerles a amigos hacer algo acá”, contó.
El mecanismo es similar: se invita a un grupo de jóvenes que no se conocen entre sí ni viven en el mismo lugar a convivir y trabajar en un proyecto comunitario local. Organizaron dos experiencias en 2005 y otras dos el año último, en las que reunieron a 200 argentinos y 50 voluntarios de Corea, Alemania, Inglaterra, Estados Unidos, España, Francia, Japón, República Checa, Bélgica, Italia y México.
El cambio ya comienza a gestarse antes de que lleguen los visitantes. Es que la comunidad que va a recibirlos prepara el proyecto que los unirá y diseña cómo serán esas semanas de trabajo conjunto. Ya sea viajando o recibiendo a los viajeros, los jóvenes ponen en marcha desafíos personales, familiares y hasta económicos. También quedan sembradas las herramientas para que el grupo local pueda sostener a la organización.
“Nos gustaría que más personas sepan que pueden realizar estas experiencias en cualquier parte del mundo”, señaló Cecilia. Para unirse a la experiencia: www.subiralsur.org.ar o ceciliamilesi@subiralsur.org.ar.
Los “embajadores”
Luciano Sánchez es de Villa Ana, un pueblo de 4000 habitantes en el norte de Santa Fe. Durante 15 días, chicos de todo el mundo trabajaron allí para construir una plaza que uniera dos barrios del pueblo. Este año van por más: quieren restaurar el museo de Villa Ana y un edificio para usos múltiples. “El proyecto no sólo nos transformó a nosotros. Significó mucho para otros jóvenes de Villa Ana y causó un gran impacto entre los vecinos”, contó Luciano.
“Se convive en el mismo espacio físico, y además de que se trabaja en la actividad concreta se aprende a ver el mundo con otros ojos, a pensar y a «abrir la cabeza» –confesó Cecilia–. Es emocionante y movilizador que trabaje junta gente que viene de cerca y otra que viene de tan lejos. Es una demostración de que cuando uno quiere, se puede.”
Lorena Katic tiene 23 años; es licenciada en Relaciones Internacionales y cree que ejercer su profesión no es posible sin hacer un profundo trabajo de campo. Opinó: “Esto nos sirve para renovar valores hoy olvidados, como la paz. Me parece importante que los jóvenes demostremos que se puede pensar en estos valores a partir de experiencias fácticas.”
“Esto da una visión muy distinta de la del turismo. El hecho de compartir un trabajo social hace ver de otro modo a uno y al propio entorno”, explicó Quelo Basualdo, uno de los fundadores de Subir al Sur.
Luciano Sánchez, Lorena Katic, Andrea Alderete (de Villa Ana), Federico Rivero, Daniel Cerezo y Emilce Jacobitti son los seis que ahora están en un seminario en Gales y en Francia.
“La idea es generar una nueva visión desde la «ciudadanía global». Sentirse ciudadano del mundo es salir de una visión localista y tomar conciencia de la responsabilidad y de los desafíos que enfrentamos los jóvenes en todo el mundo. Lo fundamental es que esto se produce a través de la práctica grupal y no por una experiencia individual”, aseguró Cecilia.
lanacionarMás leídas de Sociedad
“Hay mucho por hacer por nuestra gente”. Un obstetra rosarino acaba de ganar en Canadá el mismo premio que Milstein, Leloir y Favaloro
Terminó el paro de subtes. Retomaron el servicio las tres líneas luego de la protesta de los trabajadores
El dolor del Kun Agüero. Expertos explican los tipos de arritmia y la función de un desfibrilador