En el momento en que nos encontramos con una fotografía no solo estamos mirando una imagen sino también la historia que hay detrás de ella: el recorrido que el fotógrafo hizo hasta llegar a ese lugar, la carga de la mochila con su equipo, la decisión de llevarse una parte de la totalidad del paisaje que está mirando, así como la oportunidad y decisión de capturar un momento y todo lo que ese instante generó en él.
Pero así como una foto muchas veces cuenta un recorrido, quien está mirándola también se lleva algo más: una invitación al movimiento, a aventurarse a lo desconocido y descubrir algo nuevo. "Más allá de su lado artístico, la fotografía es una forma de comunicar y mi principal búsqueda es invitar a las personas a estar en la naturaleza y vivir cosas nuevas ya que solo en ese 'estar' también podés entender la importancia de cuidar esos espacios. Es muy difícil que se proteja algo que no se conoce, la fotografía es una forma de crear conciencia sobre la naturaleza y el mundo en que vivimos", sostiene Gonzalo Granja, fotógrafo cordobés y autor del libro Maravillas de Córdoba.
Con 28 años, Gonzalo ya recorrió más de 15 países en donde la naturaleza, la experiencia de viajar y las actividades al aire libre fueron sus fuentes de inspiración más importantes así como el sello definitivo de su registro fotográfico. Y tomándolos como puntapié inicial, para él la búsqueda también va un poco más allá. "Cuando terminé el colegio y empecé a estudiar, soñaba con vivir de la creatividad y en algún momento empecé a preguntarme si podía combinar mi trabajo con mi amor por viajar. Pero también me pasaba que mientras trabajaba en campañas publicitarias, cuando me iba a dormir siempre me preguntaba qué pasaría si al otro día no me despertaba, qué fue lo que hice. Entonces más allá de poder cargarle nafta al auto o pagar el alquiler, la pregunta que me perseguía era sobre qué más podía hacer con mi trabajo. La respuesta la encontré en el tipo de turismo que está atado a las experiencias, a salir de las zonas de confort y llevar a las personas a que se descubran, que descubran qué hay ahí afuera o qué cosas les pasan cuando están en movimiento", nos cuenta.
La oportunidad de algo más que historias
Cuando se fue a vivir tres meses a Vík í Mýrdal, un pueblo del Ártico que tan solo tiene 300 pobladores, la idea que de nada sirve volver de un viaje tan solo lleno de figuritas, tomó realmente sentido. "Las personas de Vik me encomendaron hacer un video sobre el pueblo. Durante las noches dormía en un sillón, con la campera y la cámara al lado y el despertador que sonaba cada quince minutos porque había probabilidad de ver la aurora boreal. En una de esas noches de desvelo, detrás de unas montañas aparecieron esas serpientes verdes -las luces- y de verdad que no podía creer cómo lo iluminaban todo. Hasta el el día de hoy no puedo creer que vivamos en un planeta en el cual en alguna parte hay luces que se mueven en el cielo. Es equivalente a ver ficción, ver surrealismo; tanto que la primera vez no saqué ninguna foto y no podía dejar de llorar", agrega.
Junto con la exploración del lugar, este viaje también le brindó la posibilidad de conocer al tipo de personajes que cambian la vida de uno: "Rainier es una persona alrededor de la cual hay un montón de leyendas porque en Vik no saben realmente cuántos años tiene y dicen que no se pone viejo por toda su sabiduría. Ya jubilado, ahora se dedica a sobrevolar con su avioneta los glaciares y volcanes para crear un informe que envía al Estado y en el que cuenta qué es lo que ve, por ejemplo si los glaciares se están derritiendo o algún volcán está en actividad. Cuando lo conocí -él no habla inglés y yo no hablo islandés- a través de un traductor me ofreció dar una vuelta y yo no había entendido realmente que se trataba de volar. Ya solos, nos encontramos, me llevó a su galpón y me mostró sus avionetas y fue una experiencia muy fuerte porque compartí todo eso con una persona con la que no podía hablar y toda nuestra comunicación dependió de las señas y las ganas de entendernos", relata Gonzalo.
La invitación de Merrell para vivir "The Andes Experience"
Siete días, 200 kilómetros y cruzar La Cordillera de los Andes en bici. En esto se basó la experiencia a la que Merrell invitó a Gonzalo y él no dudó ni un segundo en aceptar: "En el momento en que me lo propusieron estaba muy emocionado porque la idea me encantaba pero una vez que dije que sí, no podía creer en qué me había metido ¡Yo apenas salgo a correr tres veces por semana y usar la bici es trabajar otros músculos!", confiesa. Pero con algo de práctica y ejercicio, él mismo aceptó una invitación que contenía todos sus elementos favoritos: "A nivel experiencia fue simplemente alucinante y, de nuevo, no solo por los lugares increíbles que vimos sino también por las personas que conocí en ese viaje. Desde todo el equipo de Merrell hasta Juanchi Camargo y Clari Ledesma, que estaban pedaleando a la par e hicieron de todo algo inolvidable".
El desafío y la posibilidad de compartir todo juntos hicieron de este cruce una verdadera aventura: "Volamos desde Buenos Aires a San Martín de Los Antes , recorrimos en auto el camino de los siete lagos para empezar a conocernos. Al día siguiente arrancamos a pedalear y tengo que admitir que me sentí muy bien al punto que hasta me sorprendí de mí mismo; pero lo que nadie te cuenta es que el segundo día es el más difícil de todos. Cuando me levanté ¡no me podía mover! Fue realmente puro sufrimiento y fue recién después del mediodía que mi cuerpo se adaptó y el dolor desapareció por completo. En la tercera jornada llegamos a Chile , estuvimos en Huilo Huilo y luego volvimos también pedaleando", detalla para también agregar "aprendí de lo importante que era tener el equipo adecuado para este tipo de travesías y las zapatillas Merrell de verdad que tienen tecnología y están diseñadas, por ejemplo, para que yo pudiera pisar charcos y no se me mojaran las medias. De hecho, hasta el día de hoy sigo usando el equipo Merrell durante mis viajes".
La búsqueda por descubrir lo que tenemos cerca
Presentado en la última edición de la Feria del Libro, Maravillas de Córdoba también cuenta más de una historia: por un lado el recorrido de Gonzalo y el redescubrimiento del lugar en el que creció, y por el otro la invitación siempre presente al movimiento: "La idea principal del libro es no quedarse solo con las fotos sino que sea un empujón para que las personas conozcan esos lugares. Al leerlo encontrás textos sobre las cosas importantes de esos paisajes o mapas que te explican cómo llegar. Hay lugares conocidos por todos y otros que ni siquiera aparecen en una búsqueda de Google" y suma: "Por mucho tiempo estuve averiguando cómo llegar a unos ríos subterráneos en las sierras de Córdoba y en una exposición que dí en Alta Gracia un guía turístico que se especializa en visitar cavernas me contó que iba a ir. Unos días después estaba con un traje de neoprene, bajando por una grieta de la sierra a un lugar fascinante, acompañado por una persona que apenas conocía. Y cuando bajé me dí cuenta que podía ser cualquier parte del mundo pero que, en realidad, estaba tan solo a una hora de mi casa. Ahí fue cuando entendí la importancia que tenía ese museo natural y cómo ese valor antecede a la foto".
Más notas de Córdoba
Más leídas de Sociedad
“El despertar de una cultura”. Un argentino premiado por National Geographic fue reconocido por World Press Photo por su trabajo con comunidades mapuches
"Fuertes y severas". Alerta amarilla en el AMBA y otras siete provincias por tormentas y lluvias
Tomar distancia. Los consejos de una neurocientífica para “deshabituar” el cerebro y evitar situaciones que nos hacen daño
Ni “posdengue” ni Covid. Revelan una infrecuente causa detrás del reciente aumento de las neumonías