Hiperhidrosis, el trastorno que afecta la vida personal y profesional de los pacientes
Se estima que lo padece al 3% de la población mundial y existen tratamientos químicos, físicos y quirúrgicos para controlarlo
Cuando Irina Marián tenía cinco años, un pediatra le dijo que podía tener hiperhidrosis ya que sus manos y pies transpiraban mucho cuando se ponía nerviosa, se emocionaba o se alegraba mucho por algo.
“En mi experiencia, el problema más pesado está en la mirada y el comentario del otro. Suele suceder que al darse cuenta que uno transpira más de lo normal te digan ‘qué asco’, ‘andá a lavarte’, o ‘tenés las manos re transpiradas’. Esa clase de comentarios terminan hiriendo y afectando a las personas con hiperhidrosis, más aún cuando son niños o adolescentes, porque es algo que obviamente no se elige”, contó la joven, que hoy tiene 21 años.
Paula Enz, médica dermatóloga subjefa del servicio de Dermatología del Hospital Italiano, explicó: “Se denomina hiperhidrosis a la producción de sudor en cantidades superiores a las necesarias para que cumpla su función, que normalmente es ayudar a la regulación de la temperatura del cuerpo y humectación de la piel. La forma más común afecta áreas puntuales como axilas, palmas y plantas en forma simétrica. Otras zonas del cuerpo que pueden verse afectadas menos comúnmente son la cara, el cuero cabelludo, las ingles y la zona inframamaria. Aparentemente la causa es una respuesta exagerada de las glándulas que producen el sudor al estrés emocional. Es totalmente benigna, lo que no quiere decir que no afecte socioemocionalmente al individuo”.
Por su parte, Diego Angelillo, médico cirujano especialista en cirugía torácica, dijo que tener hiperhidrosis es como ser alérgico a un tipo muy particular de incomodidad social que hace que el sistema de sudoración se dispare.
“Las personas tienen ráfagas de sudoración en la cabeza, las manos, los pies y las axilas principalmente. Esto sucede muy poco cuando están solas en su casa y se vuelve intratable cuando se sienten expuestos, como puede ser en un atril o al darle la mano a la chica que les gusta. El gran combustible de esto es la adrenalina”, detalló.
Como la hiperhidrosis suele aparecer en la pubertad, muchas veces se la relaciona con lo hormonal, lo metabólico o el estar nervioso, pero Angelillo sostuvo que se trata de un trastorno genético que padece el 3% de la población mundial. “No es una enfermedad, es un trastorno y es muy prevalente”, remarcó. De acuerdo al especialista, el cuadro afecta por igual a hombres y a mujeres de todos los estratos sociales, en todas las latitudes y tanto en invierno como en verano.
Mientras que en Estados Unidos, la Academia Americana de Dermatología (AAD) estima que el 3% de la población sufre hiperhidrosis, en la Argentina no hay estudios de prevalencia, pero los médicos aseguran que las consultas son cada vez más habituales.
“No existen estudios de prevalencia en el país, pero se calcula que afecta a entre el 0,5% y el 5% de la población. Como la gente sabe que hay tratamientos está consultando cada vez más”, aseguró Cristina Pascuto, médica dermatóloga y expresidenta de la Sociedad Argentina de Dermatología (SAD).
Impacto en la vida social
La hiperhidrosis no predispone a ninguna enfermedad orgánica, pero daña la calidad de vida diaria de los pacientes porque no solo los incomoda estéticamente sino que también afecta su vida social, profesional y hasta su autoestima.
Pascuto sostuvo: “Decimos que es un proceso patológico más que una enfermedad porque nadie se va a morir de hiperhidrosis, pero daña mucho la calidad de vida de la gente”.
“El problema no es que no sea un trastorno conocido, que no se entiendan sus mecanismos o que no se sepa cómo tratarlo. El gran problema es que a la gente que no la padece le cuesta mucho entender lo mal que la pasa el paciente. Socialmente es un karma. Algunos se ponen protectores diarios dentro de la ropa, otros compran dos prendas iguales o no dan la mano al saludar. Cuando empezás a ver los cambios en la conducta social te das cuenta de lo que se sufre”, contó Angelillo, quien fundó Red Hiperhidrosis, un centro médico especializado en este trastorno.
A Marián lo que más la ayudó para manejar la hiperhidrosis es la terapia. “Ir a la psicóloga me ha ayudado a manejar el estrés, la ansiedad y tratar de estar tranquila. Así he aceptado que me van a seguir transpirando las manos y los pies, pero que puedo seguir con mi vida diaria y está todo bien”, afirmó.
Pascuto detalla que el ser humano produce aproximadamente un litro de sudor por día a partir de distintos estímulos, como por ejemplo, el calor. En cambio, las personas con hiperhidrosis superan ese litro diario y su transpiración aparece sin la influencia de un factor desencadenante haciendo que se moje toda su ropa o que chorreen gotas desde sus axilas.
“El diagnóstico siempre es clínico y el tratamiento a adoptar dependerá del impacto que tenga el trastorno en la calidad de vida de cada paciente, es decir, cuánto le moleste. Uno lo que dice es que si al chico no le molesta su hiperhidrosis, todo tratamiento va a ser un maltrato innecesario”, argumentó Angelillo.
En la actualidad existen tratamientos químicos, físicos y hasta quirúrgicos para controlar la sudoración excesiva con distintos grados de invasión y efectividad.
“Los tratamientos de primera línea comienzan con antitranspirantes locales medicinales. Si el paciente no responde a ellos, se pasa a inyectar toxina botulínica en las zonas afectadas. Otros tratamientos pueden ser termólisis por microondas (generar calor intenso en la zona donde están ubicadas las glándulas sudoríparas), tratamientos quirúrgicos locales o en los ganglios nerviosos que dan las órdenes a las glándulas de producir sudor, y medicamentos vía oral”, afirmó Enz.
Según Angelillo, la primera línea de tratamiento siempre es la loción de cloro y aluminio, que es la misma sustancia que tienen los antitranspirantes. Pero el problema con ellas es que solo le funciona al 5% de los pacientes, y muchas veces ocasiona irritaciones. En cambio, afirmó que la cirugía y la toxina botulínica (botox) son los dos tratamientos que realmente funcionan.
“La cirugía es hoy el procedimiento que mayor tasa de satisfacción tiene para los pacientes con hiperhidrosis palmar y está cubierta en el programa médico obligatorio (PMO). Las axilas también se pueden operar, pero a partir del 2006 el botox demostró la misma efectividad que la cirugía; entonces la mayoría opta por esto. El tema es que es un puntillado: se coloca como si fuera una mesoterapia, y la axila es un lugar muy sensible. Entonces, todo el que no lo padece piensa que es un disparate, pero al 99% de los pacientes le cambió la vida”, explicó.
Angelillo finalizó remarcando que dada la poca divulgación que tiene el trastorno, el diagnóstico y tratamiento lo hacen un poco los cirujanos plásticos, un poco los dermatólogos y otro poco los cirujanos de tórax.