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 • HISTORICO

House sitting: cómo es vivir en la casa de otro y viajar a su intimidad

Una guía sobre House sitting hace foco en una manera diferente de viajar y de vivir, estadías en casas ajenas que pueden durar meses con mascotas incluídas




En El Descanso de 2006, Cameron Díaz se va a vivir a la campiña inglesa para descansar de Los Ángeles/ Columbia Pictures

En El Descanso de 2006, Cameron Díaz se va a vivir a la campiña inglesa para descansar de Los Ángeles/ Columbia Pictures

¿Le darías la llave de tu casa a un extraño para que viva ahí mientras vos te vas de viaje? ¿Serías capaz de dejar tus secretos expuestos a un desconocido que no sabés qué podría hacer con ellos? Es probable que esta pregunta se la hagan miles de personas por día, con diferentes resultados. Pero hay pruebas suficientes para demostrar que la práctica funciona. Se llama House Sitting y nació de la unión de dos necesidades, del que debe buscar un lugar para alojarse, y del que se va de su casa y quiere dejar a sus mascotas cuidadas.
Magalí Vidoz, con 30 años escribió La guía de House Sitting, un ebook para relatar sus experiencias en 4 años de viaje durante los que cuidó 25 casas, y más de 30 mascotas, jardines y huertas, según el relato del que puede leerse el primer capítulo gratis en el sitio y descargar el resto por US$ 8. Los consejos están dedicados a quienes les interesa recorrer el mundo y compartir tiempo con una mascota que, inevitablemente cambiará la rutina de sus días. Pero antes de sacar el pasaje y decidirse por esta aventura, conviene saber bien en qué consiste este formato de trabajo.

Las bases del House Sitting

House Sitting es voluntario, no hay intercambio de dinero, al menos según las reglas de las webs extranjeras Trusted House Sitters, Mind my house, o Nomador.
El trabajo no tiene distinción de sexo, en la web de Nomador se ven testimonios de parejas, como Pamela y Matthew, de Sydney, Australia, o Isabelle y Jeff de Montreal, Canadá, que pasaron unas vacaciones divertidas cuidando perros, y cuentan que le dieron sentido al propósito de salir a caminar. La edad tampoco parece ser determinante, la imagen del veinteañero que sale a recorrer el mundo sin ticket de regreso, se extiende a gente mayor que prefiere instalarse en un lugar nuevo para conocerlo en profundidad, en forma temporal o como un estilo de vida.
Matías Callone, es otro argentino que viaja por el mundo, escribe en blogs y utiliza House Sitting para tener un lugar en donde parar, mientras planifica su próximo viaje. Su experiencia en Nueva Zelanda también está registrada en La guía del House Sitting. En los lugares más exóticos también hay pedido de “house sitters”. Los ingleses y los australianos son los que más confían en este sistema para dejar su casa en manos ajenas, también en Estados Unidos la práctica es común.

¿Y por casa cómo andamos?

En América Latina todavía no hay tanta información sobre esta modalidad. La guía de Magalí Vidoz lo confirma, y se publica en español, la mayoría de las webs para unirse a la red están en inglés. En la Argentina se abre el juego -pero fuera de las reglas-, al cuidado de casas y mascotas que soluciona el problema de dejar gatitos, perros o loros estresados en guarderías o en casa de parientes buena onda.
María Luque es una ilustradora rosarina, que llegó a cuidar mascotas casi por casualidad. “Fue la manera que encontré de vivir cuando no tenía resuelto el tema del alojamiento, como viajaba, no quería tener un lugar fijo o pagar un alquiler por dos años sin saber si me iba a quedar. Un amigo me lo propuso una vez, después otro, y una amiga”. Había renunciado a un trabajo en una agencia de publicidad y de repente se encontró con una tarea que le daba más tiempo para dibujar y le abría las puertas de casas ajenas.
Aunque ya no lo necesita, porque puede vivir de la ilustración, reconoce que fue de gran ayuda para dar el salto hacia donde quería. En el libro “Informe. Historieta Argentina del Siglo XXI”, editado por José Sainz para la Editorial Municipal de Rosario, ella cuenta en formato cómic ese período de vida itinerante del que no se arrepiente y recomienda al que tenga algo de tiempo y necesite un lugar. No es un detalle menor, le deben gustar los animales.
María recuerda que su primera experiencia fue con una pareja de amigos que se iban de vacaciones de verano y le ofrecieron cuidar a su gata. “Me pasó que una noche estaba durmiendo y me despierta un ruido en el techo, una de esas típicas peleas de gatos, al otro día ella no aparecía y yo pensaba, ‘qué les voy a decir a los dueños si no vuelve’. Por suerte apareció y no la dejé salir más, me quedé traumada”.

Atracciones privadas

¿Y qué es lo mejor? Ella valora haber podido acceder a las bibliotecas de las casas de viajeros, “la mayoría eran buenos lectores, aprovechaba para leer, un montón de novelas gráficas que acá no se consiguen. Es una vida nueva que te dura poquito. Ves donde guarda cada cosa, de alguna forma vivís la vida del otro, pero cuando ya te estás acomodando te tenés que ir”.
Hay un cuento de Raymond Carver, “Vecinos” en donde se vislumbra esta idea de vivir y desear una vida ajena, cuando los Stone se van de viaje y le piden a los Miller, la pareja de enfrente, el favor de cuidarles el departamento y su gato. Es inevitable la curiosidad por saber cómo son las personas que habitan esas casas y dejan su marca en ellas.
A Clara Inés Malano el trabajo también le llegó a través de conocidos, una amiga de su hermana se iba de viaje por tres meses a la India, así que le ofrecieron ocuparse de su perro labrador y su gato. Ella, que tiene un vínculo cercano con los animales desde chica, vio que podía dar un servicio más profesional y con una amiga veterinaria, Bárbara Kleisinger, crearon la Guardería de Mascotas a Domicilio, en donde ofrecen el servicio personalizado. “Eso fue a fines del 2012, comprobamos que había demanda, que funcionaba más que nada de boca en boca, porque requiere de cierta confianza. Desde ahí, siempre tuve casas para cuidar, incluso si no puedo le doy el trabajo a mis amigas”.
En la película El Descanso, Cameron Diaz y Kate Winslet intercambian sus casas por una temporada
La guardería a domicilio les funciona como reemplazo ideal de un alquiler. “Siempre miraba de chica la cantidad de departamentos vacíos, esa idea de que hay tantos lugares vacíos y gente pobre durmiendo en la calle”. Clara sabe que si se estira un poco podría alquilar pero por ahora no lo necesita, es un recurso que la acompaña a todos lados. Rescata lo interesante de conocer muchos barrios y haber vivido en casas lindas -y no tanto-, en Capital, fuera de Capital, y en el Bolsón.
Una de las amigas que se benefició por la cantidad de trabajo con mascotas fue Bárbara Koatz. A diferencia del House Sitting, en la guardería también aceptan dinero, el servicio por lo general se presta dentro de la misma ciudad, lo que les permite continuar con los mismos hábitos y amigos, con la única condición de darle prioridad a las mascotas. “Para los animales es lindo que puedan mantener su rutina en sus lugares de siempre. Cada vínculo con las mascotas es distinto. Con algunos la confianza surge rápidamente y con otros lleva un poquito más de tiempo. Aprendí a disfrutar de ese proceso, así como también de estar en una nueva casa y barrio”.
Las distancias con los dueños se acortan gracias a la tecnología y el contacto diario a través de fotos y videos los deja más tranquilos. Como en el caso de Gabriela y Eduardo, que se mudaron durante un año a España, cuando ella estaba embarazada, para tener al hijo en su país de origen y dejaron tres perros rescatados que adoraban pero no podían llevar. La solución fue que ellos se quedaran al cuidado de la guardería, en su propio domicilio, y con un paseador todas las mañanas.

Win-Win

En la ecuación -Magalí Vidoz desde Italia lo confirma-, ganan todos. Es un movimiento, una rotación en la que cada uno obtiene lo que necesita, tranquilidad para viajar y tranquilidad para tener un lugar en donde quedarse.
House Sitting tiene como valor principal la confianza, no el dinero. Y en un mundo en donde siempre el dinero está en primer lugar, es hermoso saber que todavía hay lugares o actividades en donde las relaciones sociales están libres de él, y en donde las personas pueden establecer conexiones basadas en otros valores”.
El libro del contador y estudiante de filosofía, Martín Traverso, “Economía Consciente”, plantea una transformación de la economía en la que el dinero no sea la única forma de intercambio, en la que se aprenda a desarrollar los “dones y talentos” para generar dar un aporte a la sociedad y crear abundancia en el planeta. House Sitting entra en este paradigma.
Para Magalí Vidoz el aprendizaje siempre es positivo, hubo animales con los que se conectó enseguida y otros con los que costó más generar un lazo, pero siempre la experiencia tuvo algo para enseñarle. “Sé que las mascotas sufren mucho la ausencia de los dueños y hago todo lo posible para construir una relación con ellos. Además los animales son tus nuevos guías en un lugar que no conocés, y esto es hermoso. Puede haber "malas experiencias" si no somos capaces de abrir el corazón y ver qué necesita el animal y hasta dónde podemos dar nosotros”. Su mayor consejo es no tener expectativas y abrirse a la energía del viaje, “que en definitiva si la dejamos actuar, es una energía que nos remueve de pies a cabeza”.
Cuenta que el resultado de esos años "fuera de juego" tuvo sus frutos: tres libros escritos (dos publicados, uno inédito), dos talleres de escritura online y lazos creados con personas de todas partes del mundo, una comunidad, a la que describe como fiel y suavecita, que la acompañó en cada uno de sus pasos. Viajar lento y quedarse en casas, le permitió entender qué quería hacer con su tiempo y energía, porque nunca había afrontado de esa manera la soledad, el aislamiento, y también, en ocasiones, la pobreza. “Lo mejor de este viaje, que aún no termina, no es otra cosa que un viaje hacia la autenticidad. ¿Quién soy? fue la pregunta-pasaje-sin-regreso que me acompañó durante todos estos kilómetros recorridos”.
La confianza parece que vuelve a estar de moda, prácticas como couchsurfing o el mercado comunitario para publicar y reservar viviendas de Airbnb, y también house sitting, demuestran que podemos crear sistemas que desafíen al miedo y a la inseguridad. Internet colabora como intermediario en la conexión y nos permite acceder al historial del otro: todo está ahí, en la nube, los comentarios y las recomendaciones, las buenas y malas experiencias. Creemos en su palabra, porque en definitiva, queremos creer en la bondad humana.

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