Intento de asalto en una tienda de Boulogne. Indagaron a un ladrón que tomó rehenes
Se supo que el hombre que mantuvo cautivas a 48 personas tiene 19 años y estuvo preso por robo hasta hace un mes y medio
El ladrón que anteanoche aterrorizó a medio centenar de empleados y clientes de una tienda de venta de ropas deportivas en Boulogne, a los que mantuvo cautivos durante casi tres horas antes de entregarse, fue indagado ayer por Roberto Costa, el fiscal de San Isidro. Se trata del funcionario que, personalmente, negoció la entrega del delincuente, tras la crisis de rehenes que, en un principio, involucró a casi cincuenta personas.
En tanto, fuentes policiales dijeron que anoche aún no habían capturado a los cómplices del detenido -tres, según testigos-, que lograron escapar durante la crisis en la tienda Decathlón, que ocupa casi una manzana en Hipólito Yrigoyen y la colectora de la Panamericana. Varias brigadas trabajan para hallarlos.
En tanto, fuentes policiales y judiciales confiaron que, pese a que los familiares del detenido sostenían que éste tenía 17 años, pudo establecerse que el ladrón capturado tiene 19 años, que vive en la villa La Cava, de San Isidro, y hasta hace un mes y medio estuvo preso por robo calificado.
Los voceros confirmaron que las personas que fueron trasladadas anteanoche a la Delegación Departamental de Investigaciones (DDI) de San Isidro para verificar su identidad eran empleados o clientes que fueron tomados como rehenes.
Como informó LA NACION en su edición de ayer, el episodio comenzó a las 20.40, cuando la banda armada ingresó en el local y, tras golpear a un cabo que estaba de custodia, intentó hacerse con la recaudación del comercio y con el dinero en efectivo y valores de las 48 personas que estaban en el local.
Un vigilante privado que estaba en el estacionamiento advirtió el suceso y dio aviso a la policía. En poco tiempo, 150 efectivos de la DDI, de comisarías y del comando de patrullas de la zona, así como un comando del grupo especial Halcón, rodearon el lugar.
Una hora después del comienzo del hecho, y mientras los halcones ideaban planes de irrupción para rescatar a los cautivos, unos 40 rehenes fueron liberados, cuando fue abierta una puerta trasera de la tienda.
Se cree que en ese momento también pudieron escapar tres de los cuatro delincuentes, que habrían huido en un automóvil color gris plata. Según testigos, alcanzaron a cambiar sus calzados por unas zapatillas que robaron antes de escapar.
Con la llegada del fiscal Costa, al que acompañaban mediadores policiales, comenzó la negociación con el único ladrón que quedó dentro del local.
El delincuente, perfectamente visible desde afuera a través de las grandes vidrieras del comercio, usó como escudo humano a una delgada empleada, Laura: la sostenía desde atrás, con un brazo cruzado sobre el pecho de la mujer y con una pistola de grueso calibre apuntada, sucesivamente, a la cabeza o al cuello de la rehén.
El ladrón tuvo a su disposición dos teléfonos. Según las fuentes, por medio de uno de los aparatos habría hablado con alguno de sus cómplices, que le habría aconsejado conseguir mejores condiciones para un escape o una eventual entrega. Con el otro aparato mantenía una tensa conversación con el fiscal, al que le pedía, primero, un auto para huir y, al final, que le quitase cargos, para aliviar su situación, como condición indispensable para liberar a los rehenes.
Finalmente, a las 23.30, el ladrón salió del local -siempre con Laura como escudo-, habló con su novia y no opuso resistencia cuando el propio jefe de la policía bonaerense, comisario general Amadeo D´Angelo, le quitó el arma, le bajó el brazo y lo esposó.
Laura, sabiéndose libre ya, lloró desconsoladamente. Y fue entonces, también, cuando los policías advirtieron que, escondidas entre ropas, en una parte del local alejada del centro de la crisis, una abuela con sus nietitas, de 5 y 7 años, se abrazaban, aterrorizadas. En verdad, todo había terminado.
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