Opinión. Informar sin generar incertidumbre
Horacio López LA NACION
Desde febrero pasado se encuentra disponible en el país la vacuna monovalente antipandémica para el virus influenza A (H1N1).
A pesar de estar preparados y de disponer de la herramienta más eficaz para la prevención de la enfermedad, que es la vacuna, se está generando en la población incertidumbre sobre ella.
Esta situación nos permite percibir, desafortunadamente, una confusión creciente en la comunidad sobre qué vacuna se debe recibir y el porqué de inocularse.
Hay dos tipos de vacunas antigripales: la monovalente, contra la cepa pandémica, y la trivalente, con tres cepas: A (H1N1), A (H3N2) y tipo B.
Hoy, la sociedad está expectante sobre la disponibilidad de las dosis, sus indicaciones y el tipo de vacuna que debe recibir.
Hay 10,8 millones de dosis, para vacunar a los grupos prioritarios con la vacuna monovalente.
Si se es personal de centros de salud, si se está embarazada, se tienen hijos menores de seis meses o se es obeso, se está dentro del llamado grupo de riesgo. Es la franja de entre 4 y 65 años que tiene enfermedades previas que pueden complicarse con el virus de la influenza A (H1N1). Para ellos, la vacunación que corresponde es la monovalente y es gratuita.
De igual manera deben ser inmunizados gratuitamente y con la vacuna monovalente los niños entre los seis meses y los 4 años.
Los mayores de 65 años deben vacunarse, también en forma gratuita, pero con la vacuna trivalente, ya que el 85 por ciento de las neumonías mortales se dan en ese grupo, que puede tener complicaciones no sólo con el virus H1N1, sino también con las restantes cepas de la gripe.
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La selección de los grupos que deben recibir la vacuna antipandémica fue definida con evidencia suficiente por las autoridades sanitarias en función de lo recomendado por diferentes comités de expertos y sociedades científicas, utilizando los datos sobre cómo impactó la gripe en la población en 2009.
Así, se observó cuáles fueron los grupos más afectados por edad y enfermedades previas y por diferentes condiciones de riesgo para contraer la enfermedad, de modo de definir las prioridades de vacunación en la sociedad.
Por lo tanto, es fundamental que la comunidad sepa qué debe hacer, que se involucre y participe; si no, se corre el riesgo de que las acciones que se tomen, por mejor diseñadas que estén, fracasen.
Hoy, lo importante es que los grupos prioritarios se vacunen.
Es por esto que, en nuestra opinión, el mensaje que transmitan las fuentes de información –autoridades, sociedades científicas, referentes sociales, etc.– debe tener un contenido claro, concreto, creíble, sin críticas, sin especulaciones, sin confrontar y comunicado en el momento oportuno para que la población entienda el problema e identifique sus consecuencias.
La información debe ser transmitida sabiendo que es tan importante cómo va a ser difundida como la forma en que va a ser percibida por la sociedad. Siempre deberán tenerse en cuenta sus inquietudes, aunque éstas parezcan infundadas.
La salud de la población es un bien lo suficientemente importante para que la cuidemos entre todos.