La aventura de volar a los 90, una tendencia que crece
CORDOBA. Hoy la vida es más larga y, en la mayoría de los casos, mejor. Hay investigaciones que aseguran que los 90 años de hoy son los 80 de antes. A esa edad no sólo están los que retoman estudios o los hacen por primera vez y realizan actividades culturales, sino que deciden volar. Probar qué se siente de ver la tierra a miles de metros. En Argentina , la llegada de las aéreas de bajo costo, es un impulso para los debutantes en aviones y, entre ellos, están los de más edad.
Julio Zenón Martínez se puso orgulloso cuando en el vuelo de Buenos Aires a Posadas ( Misiones ), el comisario de abordo anunció que además de la "pasajera más pequeña de seis meses" daban "vuelta la página y tenían al más longevo, de 102 años". Hubo un aplauso espontáneo y fila de gente que quería saludarlo.
Cuenta que viajó con su hijo y que está "feliz" de poder volar cuando quiere y que en el avión se siente "como en su casa". Antes de bajarse conoció la cabina y se hizo varias fotos. Julio, misionero que pasó años trabajando en obrajes con la madera, vive solo, hace "los mandados, lava y plancha".
"Le encanta volar; si fuera por mi papá no se bajaría del avión –dice su hijo, Pedro-. A todos les contó la experiencia, lo que había vivido".
Carlos Presman, docente de medicina de la Universidad Nacional de Córdoba, explica que el mundo vive una transición demográfica, hay menos nacimientos y menos mortalidad; hay cada vez "más viejos" que viven más. "Nos debemos la transición cultural que es incorporar a los hábitos ciudadanos a los adultos mayores".
Apunta que esa tarea tiene un costado "humanitario" que es el respeto irrestricto a la inclusión de todos, a la diversidad cultural y, además, el "construir una sociedad amplia para cuando nosotros lleguemos a esa edad". Para Presman el hábito más trascendente en términos de convivencia es el uso del celular: "Cuando lo incorporan suman a la vida todos los aspectos que rodean a esa herramienta y allí están los viajes; viven como los de los 60, que se mueven en avión.
Sabrina le "tiró la idea" a su abuela Ignacia Arminda Ramírez, de 97 años. Viaja de Buenos Aires a Córdoba varias veces al año por familia. "¿No te animás a viajar avión; nos sale más barato que en micro y es menos estresante", fue el comentario. La nona no dudó; "probemos". Ahora no quiere volver a las cuatro ruedas.
"Nena, mové la mandíbula", aconsejó a Sabrina en pleno vuelo cuando a la chica se le taparon los oídos. Portera y cocinera en colegios, se convirtió en "pasajera frecuente" de Flybondi. Desde la empresa aseguran que hasta pensaron en bautizar la ruta El Palomar-Córdoba como "ruta Arminda". Hace unas semanas, cuando su nieta llegó en tren a la capital cordobesa, le plateó: "Nena estás loca venite en avión".
Los "voladores" de más 80 coinciden en que disfrutan de hacer algo que no esperaban a esa edad, de haber intentado algo diferente, de lo que no tenían experiencia. Ninguno habla de temor (si lo tuvieron, no lo apuntan) ni de incertidumbre. Eligen subrayar el placer de que se los reconozca, de que se los nombre.
A Presman no lo sorprende; enfatiza que tienen un sentido "no dramático" de lo que conlleva la muerte; "hablan con naturalidad absoluta de la finitud de la vida; de que tienen por delante un tiempo indeterminado y la incertidumbre grata de haber vivido muchos años y de no saber cuánto les queda. Eso los hace disfrutar de manera inconmesurable del viaje, del llamado de un nieto o enamorarse. ‘Voy a morir viviendo’, esa es la veta que eligen y que, además, les alarga la vida".
Fernando Burzzio tiene 90 años y no conocía el mar; este año tuvo dos debuts: lo vio y viajó por primera vez en un avión de Aerolíneas Argentinas con su hija más chica, Eliana, y su familia. La experiencia lo fascinó; ver la tierra desde arriba lo impactó casi tanto como el agua en Mar del Plata .
Nélida Casals, a los 97, se embarcó a desde Buenos Aires a Posadas (Misiones) con su hija. Viajaban a un encuentro familiar. "Le gusta mucho, lo disfruta, queda impresionada con el avión y le gusta que la destaquen porque está orgullosa de esas edad y asegura que cumplirá los 100", describe Nélida hija.
Menciona, riéndose, que "hasta ‘se la cuenta’ cuando hay turbulencia y ella sigue como si nada; está fascinada". Para Presman lo "valioso" es que este grupo de gente se permite vivir "no por la edad sino por la función que todavía desempeñan".
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