Las transfusiones de sangre ayudan a salvar millones de vidas cada año, aumentan la expectativa y la calidad de vida de muchos pacientes.
La Organización Mundial de la Salud considera que la seguridad transfusional es parte esencial del mejoramiento sanitario global y recomienda: servicios de sangre coordinados a nivel nacional; colecta de sangre de donantes voluntarios no remunerados, provenientes de poblaciones de bajo riesgo; análisis de las infecciones transmisibles por transfusión y reducción de las transfusiones innecesarias.
La donación de sangre ocupa un lugar importante en nuestra sociedad en los últimos años, culminando en 2011 con la celebración en la Argentina del Día Mundial del Donante de Sangre.
Cuando la comunidad se involucra, lo hace en los aspectos vinculados con la atención en los servicios y la selección de los donantes. Es así como surgen controversias por el diferimiento de los hombres que tienen sexo con otros hombres, o de personas que estuvieron detenidas, o presentan riesgo de transmitir la enfermedad de Chagas, entre otros.
Para establecer la aptitud de un donante se realiza un cuestionario validado con un propósito: que las respuestas tengan un valor capaz de establecer un riesgo potencial y, si existe, disminuir así el riesgo de los enfermos que recibirían esa sangre.
El cuestionario logra detectar condiciones pasadas o recientes no encontradas en el laboratorio. Por ejemplo: un donante con enfermedad de Chagas infectado hace años puede tener niveles de anticuerpos muy bajos no detectables, o uno que adquirió el virus del VIH y que aún no ha formado anticuerpos o tiene una carga viral muy baja no detectable por biología molecular.
Hasta el momento, no hay prueba lo suficientemente sensible para asegurar la inexistencia de un agente infeccioso en los donantes. Muchas razones biológicas explican esta situación, entre otras, el título de anticuerpos o el número de virus, o las nuevas variantes del virus que contienen mutaciones que alteran los resultados de los estudios de biología molecular.
La definición de las poblaciones de bajo o alto riesgo se hace en términos epidemiológicos.
Un reciente estudio de nuestro país muestra una elevación de la prevalencia y la incidencia de la infección por VIH entre hombres que tienen sexo con hombres y en otros grupos estudiados, atribuyéndose esto al menor cuidado en las relaciones sexuales de esas personas debido a la disponibilidad de tratamientos de alta efectividad para el tratamiento del sida.
Es esencial que se busquen las mejores estrategias para incluir a la mayor parte de las personas que quieran donar sangre y, a la vez, diferir a quienes puedan ser donantes de riesgo.
Realizar la entrevista a los donantes y formular todas las preguntas referidas es crucial. La única meta es la seguridad del paciente que va a recibir esa sangre, la que tiene como objetivo darle vida.
Por Ana Emilia del Pozo Para LA NACION *
* La autora es miembro del Comité de Expertos en Seguridad Sanguínea de la OMS.
