La santiagueña Mamá Antula será beata antes de fin de año
En el Vaticano está todo listo para que María Antonia Paz Figueroa sea reconocida, a más de dos siglos de su muerte
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A los 15 años, en 1745, decidió no casarse ni ser monja. "Quiero ser beata al servicio de los ejercicios ignacianos", comunicó entonces a los suyos María Antonia Paz Figueroa. Ayer, casi tres siglos después, el Vaticano aprobó una curación inexplicable por su intercesión, que abre el camino para su proclamación como beata. Pero un tipo de beata distinto al que se refería ella en ese entonces.
Ahora sólo falta que el Papa firme el decreto para la difusión de un milagro obtenido por intercesión de esta santiagueña conocida como Mamá Antula, según la expresión quichua para llamar a las Antonias. Se fijará entonces la fecha para la ceremonia en la que se la declare beata, es decir, una cristiana que llevó una vida ejemplar, digna de ser recordada y que puede recibir culto público.
La postuladora en Roma de la causa, Silvia Correale, y su vicepostulador, en la Argentina, monseñor Santiago Olivera, coincidieron en que esa ceremonia se hará antes de fin de año en Santiago del Estero, y será presidida por el cardenal Angelo Amato, a cargo en la Santa Sede de la Congregación para las Causas de los Santos.
Miembro de una familia de renombre, María Antonia vivió entre 1730 y 1799, y se destacó por su dedicación a continuar la tarea de los jesuitas cuando éstos fueron expulsados del territorio español. "Fue una mujer muy valiente. Por ejemplo, tuvo que convencer a varios obispos para que la autorizaran a organizar los ejercicios espirituales ignacianos cuando todo lo que tenía que ver con San Ignacio estaba proscripto", dijo Correale.
"María Antonia empezó su peregrinación desde los lugares más postergados de la provincia de Santiago del Estero y los llevó hasta Buenos Aires", relató la periodista Cintia Suárez, autora de la biografía de Paz Figueroa titulada LaPeregrina de los Esteros, publicada por la Legislatura porteña, y que distribuye gratuitamente el diputado Gustavo Vera.
"En Buenos Aires tuvo una bienvenida poco agradable. Alta, vestida de negro y descalza era vista como una bruja; los niños le tiraban piedras -contó la periodista que también nació en Santiago del Estero-. Me cautivó su historia porque desafió los mandatos sociales: no quiso casarse ni ser religiosa sino que eligió ser beata de los ejercicios ignacianos."
Con apoyo de autoridades eclesiásticas y políticas y de donaciones de particulares, Mamá Antula construyó el edificio conocido como Santa Casa de Ejercicios Espirituales en el centro porteño, que conservan las Hijas del Divino Niño, congregación que también fundó Paz Figueroa, en avenida Independencia al 1100.
"En esa casa estuvo varios meses el cura Brochero. Es decir, que Brochero fue a la escuela de Mamá Antula", dijo Correale. Y destacó la estrecha relación entre la futura beata y los protagonistas de la independencia argentina. "Estuvo en los umbrales de la patria e influyó en nuestra formación como nación. Es llamativo que su beatificación se dé este año del Bicentenario y cerca de la canonización de Brochero", dijo Olivera y descartó que los candidatos argentinos "tengan cuña" ahora que el Papa es un compatriota.
"Que se den ahora es un regalo de la Providencia. Se venía trabajando en estas causas desde hace tiempo." Para estas coincidencias, argumentó, "hay una explicación que acá [en la Tierra] no tenemos".
Otros argentinos beatificados en el país
Ceferino Namuncurá
El joven mapuche, educado por salesianos y fallecido en 1905, fue el primer argentino en ser beatificado en su lugar, según lo dispuesto por Juan Pablo II. Fue en Chimpay, Río Negro, en noviembre de 2007
Hermana Crescenia Pérez
Nacida en Pergamino, provincia de Buenos Aires, y de la Congregación de las Hermanas del Huerto, fue beatificada en esa ciudad, en noviembre de 2012
Cura Brochero
El padre José Gabriel Brochero, incansable promotor de una mejor calidad de vida para sus vecinos en Traslasierra, fue beatificado allí, en 2013, y será canonizado en Roma en 2017