Los generadores de energía se volvieron habituales en casas, sobre todo en barrios cerrados, y la demanda va en aumento; precios y modos de uso
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“Suena como una Zanella 50. Es molesto, pero es tolerable”, dice Gabriela Vazza mientras se apoya en el marco de la puerta principal de su casa en un barrio privado de Pilar y observa cómo, en el jardín delantero, su gato pasea la cola por el generador de energía. El equipo no es nuevo, tiene más de 10 años. Lo colocó tras los cortes de luz masivos de diciembre de 2013, un verano con olas de calor de más de 40 grados que hicieron colapsar el sistema eléctrico de varias localidades del área metropolitana de Buenos Aires.
Para ese entonces, tener un generador de energía propio era poco común en su country; hoy, en cambio, una simple caminata por el barrio alcanza para confirmar todo lo contrario: solo en la cuadra de Gabriela, hay otros cuatro, y en otras calles es posible contar hasta seis.
Entre los vecinos que no tienen grupo electrógeno hay varios que afirman estar contemplando la opción, mientras que otros, como es el caso de Jorge Díaz, están instalando uno durante la recorrida de LA NACION. Bajo un sol de mediodía inusualmente fuerte para esta época del año, tres operarios de una empresa importadora de generadores trabajan en la conexión del equipo.
“Esperamos un verano intenso y, hasta lo que sé, no hubo inversión en el tendido eléctrico. A la mujer de enfrente le colocan un generador en unos días y hay otros de la cuadra que ya tienen”, dice el vecino, de 80 años, quien no duda en considerarse parte del “nuevo boom de los grupos electrógenos”.
Pero, ¿por qué hora? La tendencia comenzó hace 10 años, creció de manera paulatina y se intensificó por la pandemia. Durante el confinamiento hubo un factor clave que hizo aumentar las ventas: el home office. Con la instauración del trabajo remoto, la dependencia a la red doméstica de wi-fi se volvió fundamental, explican personas dedicadas al rubro.
Pero este año, particularmente en los últimos meses, la tendencia creció aún más. Los instaladores y los mismos compradores lo relacionan con el temor a los cortes de luz y a la creencia de que en este verano las temperaturas serán extremadamente altas.
A principios de junio, un informe de Cammesa, la compañía con control estatal a cargo de los despachos de energía eléctrica, dio una advertencia severa. Estimó un pico de consumo récord para febrero de 2025 y vaticinó, como consecuencia, cortes de luz masivos. Si bien hubo funcionarios del Gobierno que ratificaron ese panorama, voceros del Ministerio de Energía aclararon que no habrá interrupciones programadas del suministro para domicilios ni para el sector industrial, sino solo “un programa de reducción voluntaria para grandes empresas”.
“Habíamos escuchado que la situación energética iba a empeorar, y la verdad es que no teníamos ganas de vivir en esa incertidumbre. Hace años que teníamos una moneda en una cubetera del freezer para saber si se había descongelado. Lo primero que hicimos el día que compramos el equipo electrógeno fue tirar la moneda”, cuenta, entre risas, Lucía Galván, de Olivos, quien compró el equipo a gas hace dos meses.
Las experiencias de los veranos anteriores impulsaron la demanda. “Las olas de calor más complicadas de los últimos años fueron la de enero de 2022, que superó los 40 grados, y la de marzo de 2023, que se extendió durante nueve días y fue similar a la de 2013. Impactó mucho porque estábamos todos de vuelta de las vacaciones, entonces el consumo fue mucho mayor y hubo varios cortes”, afirma el meteorólogo José Luis Stella.
A esas interrupciones del suministro, que en algunos barrios de la ciudad y en varias localidades del conurbano llegaron a durar más de un día, se sumaron los graves problemas provocados por el temporal de diciembre pasado, incluidos cortes de energía.
Consultas por generadores y datos en grupos de WhatsApp
Vendedores de grupos electrógenos afirman que cada año, con la llegada de la primavera, comienza la temporada alta para ellos. En 2024, sin embargo, las consultas se adelantaron. “La gente empezó a escribirnos y a pedirnos presupuesto antes, creo que en parte por los pronósticos energéticos”, detalla Tulio Franz, quien se dedica a la instalación de generadores.
“La demanda ha crecido no menos de un 30% o 40% en los últimos dos años. Y este año se viene vendiendo bastante. Hoy ya es normal tener uno en tu casa. Ahora muchas personas trabajan online y son muy complicados para ellos los cortes de luz y el hecho de no saber cuándo va a volver”, sigue.
Hay localidades que muestran mayor interés, que coinciden en general con las más afectadas. “Hay mucha demanda en zonas donde hay cortes recurrentes, como Canning o San Vicente, y zona norte y zona oeste en general”, explica el ingeniero Gonzalo Prieto, gerente general de la empresa Ayron Energy.
Hace meses que en los grupos de WhatsApp de propietarios de barrios cerrados de la provincia de Buenos Aires intercambian contactos de instaladores y datos sobre los voltamperios necesarios según el consumo energético de cada vivienda. Tener un equipo electrógeno a gas solía ser un lujo para pocos. Hoy, sigue siendo un lujo, pero más adquirido, especialmente por familias con cierto poder adquisitivo. Los equipos más económicos cuestan aproximadamente 7000 dólares.
“Lo consideramos como una inversión y como un extra que revaloriza la casa -dice Lucía-. Es una tranquilidad. Se corta la luz y no sufrís con el freezer, con el router de internet. El cable de la fibra óptica te sigue llegando. Es más, solo te enterás que se cortó la luz por el ruido del equipo”.
Falta de espacio y de acuerdo en lo edificios
El uso de estos equipos es menos frecuente en edificios, aunque hay algunos, por lo general de alta categoría, que cuentan con generadores. Los administradores de consorcios lo atribuyen a los costos elevados, pero también a la dificultad para lograr un acuerdo entre todos los propietarios. La falta de un espacio adecuado para colocar el aparato también se suele presentar como un obstáculo.
“La compra de un grupo electrógeno es un tema clásico que suelen abordar los propietarios nuevos de un edificio en los meses de septiembre u octubre. Pero, generalmente, no avanza”, afirma Adolfo Jager, presidente de la Federación de Cámaras de Administradores de Propiedad Horizontal.
La alta inversión económica es el primer motivo que enumera Jager: “En los edificios, los generadores suelen ser a diesel. Para un edificio promedio, de 40 departamentos, un equipo de estos sale aproximadamente US$25.000, a los que deben sumarse US$20.000 de instalación e insonorización. Son más de 1000 dólares por propietario, si es que todos están de acuerdo”.
El consenso no es sencillo. Algunos no están dispuestos a semejante gasto y, además, puede haber departamentos desocupados o en alquiler, cuyos dueños se oponen a invertir en un generador.
Los equipos para edificios, que tienen una potencia de alrededor de 45 o 50 kilovoltamperios, llegan a ser del tamaño de un auto. La falta de espacio para ubicarlos puede ser un impedimento. En algunos casos, los propietarios compran o alquilan en conjunto una cochera; en otros casos, instalan el aparato en la terraza. Esta última opción, precisa Jager, requiere el alquiler de una grúa. Y el valor escala.
Además, los grupos electrógenos no alcanzan para cubrir el consumo energético de todos los departamentos: generalmente, durante un corte de luz, los equipos alimentan la bomba de agua, el ascensor y la iluminación de los palieres.
También hay equipos más económicos, pero que no tienen sistema de insonorización. El problema es que estos generadores suelen resultar un dolor de cabeza para los propietarios cuyos departamentos están ubicados cerca del aparato. “Es como tener un tractor prendido en la habitación de al lado. Te lo aguantás unas horas, pero no más”, señala Jager.
Entre los edificios de alta categoría que se construyen actualmente, hay una mayor presencia de grupos electrógenos. Jager describe dos modalidades: los que se conciben desde el inicio con un generador incluido y los que se proyectan con un lugar destinado para la futura colocación, en caso de que el consorcio acuerde la compra. Lo mismo sucede con las casas en construcción.
Precios y modos de uso
Los precios de los generadores son elevados, pero hay variaciones en función de los distintos modos de uso. Los propietarios de casas suelen elegir los equipos que funcionan a gas que, si bien son más caros, a diferencia de los que funcionan a diesel, no requieren de la carga de combustible. Se encienden de manera automática ante una baja de tensión o un corte de luz, y tienen bajo consumo.
“Uno básico de 8 kilovoltamperios monofásico sale US$7000. Si es una vivienda grande, el equipo no va a alcanzar para todo el consumo habitual de la familia, pero sí para los servicios esenciales: agua, iluminación y dos equipos de aire acondicionado, por ejemplo. La familia tiene que decir, en el momento del corte ‘solo usemos lo básico’. Si querés que te abastezca todo el consumo familiar, necesitás otro equipo. El precio y el tipo depende de si la casa tiene bomba de agua, horno eléctrico y de la cantidad de aires acondicionados. Para una vivienda de no menos de 500 metros cuadrados, se necesita un equipo trifásico de 17 KVA, que sale US$20000″, detalla Franz.
Una vez adquirido, el aparato no se puede descuidar. “El grupo electrógeno podría estar funcionando los 365 días del año sin parar, en casos extremos. No hay que recargarlo, pero sí hay que hacerle mantenimiento: cambiar el aceite y el filtro cada no menos de 3000 horas de uso”, agrega el especialista.
Las razones por las que una familia puede decidir esta inversión varían, pero en todos los casos opera el recuerdo de momentos complejos por falta de luz. El temor a perder la comida del freezer o a que se quemen los artefactos eléctricos es un denominador común. La tranquilidad de que un adulto mayor no tenga necesidad de subir y bajar escaleras también aparece entre los motivos.
“Se me ha quemado un lavarropas y una bomba de agua. Hubo momentos gravísimos hace unos años, con cortes que iban y venían. Pero los cortes no son el único problema. Incluso una baja de tensión, algo que es común en la provincia de Buenos Aires, te puede embromar un electrodoméstico”, relata Jorge, mientras observa la instalación de su equipo.
Sandra Díaz instaló su grupo electrógeno esta misma semana. “Lo veníamos pensando, pero este año, con los cortes por el temporal, se nos echó a perder todo lo de la heladera y el freezer, y fue ahí que terminamos de tomar la decisión. Ahora, estamos esperando el verano tranquilos”, cuenta la ama de casa, de 59 años.
Meses atrás, meteorólogos comenzaron a alertar sobre la posible llegada del fenómeno de La Niña para fines de 2024 y principios de 2025. Era un pronóstico preocupante, dado que generaría un verano más seco y más cálido de lo habitual. Pero no dejaba de ser una previsión a largo plazo, mencionada solo como una posibilidad. Actualmente, a pocos meses de fin de año, ya es posible ver el panorama con mayor claridad, afirman desde el Servicio Meteorológico Nacional.
“Está bajando la probabilidad de tener un verano con La Niña, es decir, muy seco. Todo indicaría que va a ser un verano neutral, aunque todavía sigue habiendo incertidumbre”, indica Stella. Sin embargo, no se descartan registros extremos. “Los veranos tienden a ser cada vez más cálidos. Los últimos veranos tuvimos olas de calor prácticamente en todos los meses. Fueron bastante complicados. Y, por lo que se ve hoy, este verano va a ser parecido a los anteriores en temperaturas”, señala.
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