"Las políticas contra la violencia de género fracasan porque segregan al maltratador"
El concepto es de Juan Luis Linares, reconocido especialista en terapia familiar y psiquiatría social. Advierte sobre las miradas parciales del problema
Córdoba. Las políticas contra el maltrato, contra la violencia de género fracasan "porque no se incluye al maltratador, porque mientras con el delincuente estándar se pide que menos dureza, en estos casos la tendencia es la inversa".

Al psiquiatra y experto en terapia familiar Juan Luis Linares –director de la Escuela de Terapia Familiar del Hospital Sant Pau de Barcelona y presidente de la Red Española y Latinoamericana de Escuela Sistémicas- no le interesa la corrección política; sabe que su posición genera polémica y abre debates. "Me importa tres cominos, no soy esclavo de lo políticamente correcto", dice a LA NACION.
Advierte que el maltratador no es tratado terapeúticamente: "Se le segrega, se le aparta, se le encarcela. Por razones ideológicas se niega ese camino desde el inicio que es cuando se debe poner en marcha. Hay que empezar con la terapia cuando empiezan los primeros signos de violencia, no cuando acaban, no con la mujer desangrada, sino 20 años antes".
Linares participó en Córdoba de los preparativos del Congreso Nacional e Internacional de Psicología que se desarrollará en octubre con la presencia de reconocidos referentes organizado por la Facultad de Piscología de la Universidad Nacional.

En base a su amplia experiencia profesional, enfatiza que sobre las mujeres maltratadas pero que no quieren (o no pueden) separarse pesa el ambiente "persecutorio" que "impide que pidan ayuda porque se dan cuenta de que desencadenan una cadena que es compleja de gestionar".
"Más que criminalizar hay que terapeutizar y comprender que el maltratador también sufre –agrega-. Tenemos que ver ese lado del problema pero no se hace por visiones parciales relacionadas con las políticas de género. La ignorancia, cuando no es asumida y reconocida, es peligrosa".
Señala que la existencia de maltrato impacta en la personalidad de los hijos, aunque no implica que "fatalmente se conviertan en maltratadores" pero hay estudios que marcan que existe cierta inclinación a hacerlo. También existe el otro efecto, el de los niños "masacrados, aplastados, que ni siquiera pueden llevar su propia identidad".
Familias problemáticas
Linares admite que los problemas que registran las familias moderna son esencialmente "los de la condición humana". A su entender, apenas se modifican con el paso del tiempo aunque lo que cambia es que "cada vez hay más vías" para abordarlos.
Destaca que en la familia están los recursos más importantes "para construir una personalidad sana y rica, pero están también los mayores obstáculos", aunque advierte que el grupo no está aislado y que vive y transmite la dinámica social.
La "triangulación" de los hijos es un tema que ve como recurrente no sólo en parejas separadas sino en aquellas que conviven sin –en apariencias- mayores sobresaltos. El fenómeno se da cuando los padres no pueden tolerar que uno le gane a otro y se disputan a los chicos.

Describe que hay diferentes modalidades de triangular, como el "deprivar". Describe que se trata de aquellos padres en cuyas prioridades no están los hijos; son "organizados, con buena estructuración social, pero no los tratan de una forma adecuada" lo que puede provocar depresiones.
Una exteriorización puede ser la de imponerles altos niveles de exigencia, pero no valorarlos. "Tratarlos como adultos y esperar rendimientos, establecer híper exigencias y culparlos si no alcanzan los resultados; termina por generar hostilidad reprimida o culpabilidad manifiesta", indica.
La "caotización" es otra forma que menciona. Aunque no es exclusiva de los sectores más pobres, en general –según Linares- pobreza y desorganización se fomentan mutuamente resultando familias multi prolemáticas, con alto riesgo maltrato o negligencias.
Respecto a si el poco tiempo compartido entre padres e hijos puede compensarse con horas de calidad, el terapeuta reconoce que "hay algo de cierto" en esa mirada: "La calidad de la relación no tiene porqué medirse en horas".
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