Según especialistas consultados por La Nación. Llevará 20 años revertir el atraso en la educación
Para la Unesco, la Argentina gasta nueve veces menos que los países desarrollados en la enseñanza, que comienza en el jardín de infantes y concluye con la Universidad
Veinte años llevará a nuestro país remontar el atraso educativo que se fue acentuando en las últimas tres décadas.
Así lo estimaron cinco especialistas consultados por La Nación , quienes coincidieron que en materia educativa no es posible esperar grandes progresos a corto plazo.
Mientras que los países desarrollados destinan 115.220 dólares en promedio para cubrir las necesidades educativas de una persona -desde el jardín de infantes hasta concluir sus estudios en la Universidad-, en la Argentina esa inversión es de 12.644 pesos.
La mayoría de los consultados consideró que en nuestro país, a diferencia de otras naciones de América latina, el principal problema no es el analfabetismo sino la baja calidad del secundario, que ha crecido en cantidad de alumnos sin suficientes recursos.
"Estamos produciendo graduados cada vez más baratos", dijo el sociólogo Emilio Tenti Fanfani, que dirige el área de Educación de Unicef en nuestro país, al señalar que mientras la Argentina invierte el 4 % del PBI, en España el índice alcanza al 6,2 por ciento.
Esas diferencias se perciben en el bajo rendimiento de los alumnos de quinto año del secundario en el último operativo nacional de evaluación. En él, el 60 % de los chicos demostró dificultades en el manejo de los verbos y en la comprensión de un texto. Cecilia Braslavsky, directora de Investigación y Desarrollo del Ministerio de Educación, y el investigador Daniel Filmus advirtieron junto con Tenti Fanfani que en los últimos cinco años comenzó a producirse un repunte, gracias a que la gente ha tomado conciencia de la necesidad de un cambio y a los recursos destinados a las escuelas más pobres.
El economista Manuel Solanet, de FIEL, relacionó el deterioro de la educación con el estatuto docente, al que consideró permisivo.
Cuánto se invierte
- Según la Unesco: la inversión argentina en educación, del 4 % del PBI, está lejos de las de Noruega o Dinamarca, que destinan el 8,3 %. Los siguen Suecia (8) y Finlandia (7,6). Entre los vecinos, Venezuela y Brasil gastan el 5,2 y el 4,6 %, respectivamente. EE.UU., a su vez, destina el 5,3 por ciento.Para la Unesco, la Argentina gasta nueve veces menos que los países desarrollados en la enseñanza, que comienza en el jardín de infantes y concluye en la Universidad
El sistema educativo, lejos del Primer Mundo
La Argentina arrastra una caída que comenzó hace 30 años
La caída en picada de la educación, que se refleja en el bajo rendimiento obtenido por los alumnos que egresan del secundario, no es de ahora: se remonta a comienzos de la década del setenta.
Así lo señalaron a La Nación distintos especialistas, quienes calcularon que remontar el sostenido deterioro demandará al menos otros 20 años.
De puertas para afuera, las estadísticas indican que la Argentina invierte en educación más que muchos otros países de América latina (4 puntos del PBI; es decir, el 15% de nuestro gasto público) y que su índice de analfabetismo (3%) es bajo. Pero el retraso se hace evidente cuando se contrastan los datos con países del Primer Mundo.
La Argentina invierte para formar a un estudiante, desde el jardín de infantes hasta la universidad, 12.644 pesos, nueve veces menos que los 115.220 dólares por persona que destinan las naciones desarrolladas. Los datos fueron obtenidos de un estudio que el Programa de Reforma Educativa de América Latina (Preal) realizó para la Unesco.
Deudas para el futuro
Más allá de esas cifras, entre la gente se percibe una fuerte sensación de que nuestras escuelas "ya no son lo que eran, están atrasadas y deterioradas". ¿Cuáles son las causas?
Desde sus distintos campos de formación y de trabajo, la profesora Cecila Braslavsky, directora general de Investigación y Desarrollo del Ministerio de Educación; el licenciado Daniel Filmus, director general de la Facultad de Ciencias Sociales Latinoamericanas (Flacso), el profesor Emilio Tenti Fanfani, el pedagogo Jaime Barylko y el economista Manuel Solanet, señalaron a La Nación las asignaturas pendientes.
Identificaron, entre otras, las siguientes fallas:
- El vaciamiento de la calidad de la enseñanza, agravado en el nivel secundario.
- La "fuga hacia adelante" de los contenidos, que obliga a cursar más años para aprender lo que antes se sabía en sexto grado y que se intenta solucionar mediante programas de estudio renovados.
- La falta de dinero para cubrir las necesidades de una cantidad creciente de alumnos.
- El uso discutible de los recursos destinados a la educación.
- La brecha creciente entre los que pueden y los que no pueden acceder a buenos colegios.
- El desprestigio del maestro.
Los especialistas admitieron que estos baches en el sistema de enseñanza no surgieron ahora, sino que resultan de un desgaste iniciado hace 30 años.
El principio de la caída
Mucho habrían influido en el descenso del nivel educativo los golpes militares y los vaivenes políticos.
"La dictadura militar fracturó uno de los mejores sistemas educativos de América latina. Educó para el orden, sin tener en cuenta el valor del conocimiento por sí mismo. El sólo hecho de que ahora se eduque para la democracia es un avance", dijo Filmus.
"Las teorías pedagógicas de esos años decían que las escuelas sólo eran aparatos ideológicos en manos de las clases dominantes. Por lo tanto, no había que tratar de cambiarlas, sino de boicotearlas", explicó, por su parte, la funcionaria Braslavsky, que sin embargo prefirió ubicar el origen del deterioro educativo bastante antes, en la década del ´30. En esa fecha nuestro país conoció su primer golpe militar de este siglo.
Otra fue la perspectiva de Jaime Barylko, para quien "el evidente deterioro de la educación" también se hizo sentir con el retorno a la democracia. Para el autor de "El miedo a los hijos", la "maravillosa recuperación de la libertad" trajo aparejado "el pánico de ser considerado opresor", por lo que se dejó de lado el concepto fundamental de la exigencia y del esfuerzo para aprender.
"Se prohibió a los maestros dar deberes para la casa y hasta la palabra deber sonaba dictatorial. Calificar al chico era visto como un acto de represión. Y así se le sacó el fundamento a la escuela, que es que alguien enseña y alguien aprende", comentó.
Bravslavsky también recordó una anécdota de aquella época: "A los maestros se les decía que en primer grado sólo debían enseñar 13 letras del abecedario... Eso está cambiando. Con los nuevos contenidos de la educación, hoy los chicos están analizando cuentos desde el nivel inicial".
Como buen sociólogo, Tenti Fanfani recurrió a las estadísticas para ilustrar su opinión: "Entre 1980 y 1995, la cantidad de chicos de la primaria y la secundaria aumentó en un 65%, el número de maestros subió un 55%, mientras que la inversión en educación sólo creció un 13%, con lo que esto significa para la calidad", señaló.
Los resultados de la última evaluación nacional del final del nivel medio mostraron que más del 60% de los chicos que reciben el título secundario no sabe usar los verbos y explicar un texto. En matemática, los conclusiones fueron peores: el 60,86% se sacó cero en el cálculo de porcentajes, ecuaciones y en el teorema de Pitágoras.
A pesar de esta realidad, Tenti coincidió con Braslvasky y Filmus en señalar un repunte del sistema en los últimos cinco años y una "concientización de lo que falta por hacer".
Prueba de ello es que la agenda del próximo coloquio anual de IDEA, que reunirá en Mar del Plata, entre pasado mañana y el viernes, a los empresarios más influyentes del país,incluye el tema de la nueva educación.
Un estudio del Ministerio de Educación, realizado con datos del Indec y los resultados de las pruebas de evaluación realizadas entre 1993 y 1996 por esa cartera, pone en evidencia cierta mejora: entre esos años, los chicos que cursaron séptimo grado en provincias con un alto índice de hogares pobres, y que recibieron libros, mejoraron sus calificaciones en lengua y matemática en un 21,5 por ciento.
Hacer mucho con poco
Aunque la ley federal de educación, sancionada en 1993, establece que en 1998 la inversión en educación debía llegar a los 6 puntos del PBI, todavía se está lejos.
A esto se suman los ajustes en el gasto para paliar la última crisis financiera y las idas y venidas en el Congreso del proyecto de financiamiento educativo que establece un impuesto a los automotores para aumentar los salarios docentes.
"Se habla de un gravamen especial para incrementar los salarios y no se mira la baja productividad del sistema", se quejó el economista Manuel Solanet, consejero académico de FIEL. Dijo que el régimen de licencias de trabajo de los maestros les permite tener, cada 365 días, "433 días de licencia, de los cuales 202 son con goce de sueldo".
En la provincia de Buenos Aires, agregó, los maestros tienen 22 causales de licencia, que van desde las típicas por maternidad y enfermedad hasta las originadas en "causas particulares justificadas, actividades de interés público, licencias gremiales y enfermedades extraordinarias", que otorgan un año de licencia.
Para el economista, este sistema de licencias lleva a la discontinuidad del proceso de aprendizaje (un chico puede tener varios maestros en un mismo año) y a salarios muy bajos.
Tenti Fanfani no cree que los fondos que se invierten en educación tengan baja productividad. "Al contrario, es altísima -enfatizó-. Estamos produciendo graduados cada vez más baratos, y mientras que los españoles gastan 6,2 puntos del PBI, nosotros estamos en 4".
Jerarquizar al maestro
¿Cómo salir del atolladero? Revalorizar y respetar al maestro, tanto en lo moral como en lo económico, figura como alternativa en las agendas de los cinco especialistas consultados por La Nación .
El último informe mundial de la Unesco sobre educación, "Los docentes y la enseñanza en un mundo en mutación", les da la razón: la Argentina figura entre los países donde "los maestros apenas pueden sobrevivir con sus salarios oficiales (siempre y cuando los reciban), están pluriempleados y en numerosos casos su nivel de instrucción no es mucho más elevado que el de sus alumnos".
Según Barylko, hoy ya no se respetan las jerarquías en la escuela porque se las confunden con despotismo. "Hay padres que entran al colegio y le pegan a la directora. A los chicos hay que respetarlos, pero también enseñarles a respetar a quienes tienen más conocimientos", sintetizó.
Otro problema sería la falta de preparación del docente para afrontar los desafíos de la reforma educativa, que impulsa el Ministerio de Educación. "La letra con sangre entra es una mala pedagogía, pero es mucho mejor que ninguna pedagogía", señaló Daniel Filmus.
El director de Flacso explicó que desde la década del ´70 se deterioraron los salarios, por lo que cambió el perfil de quienes eligen la carrera de docente: "Antes querían ser maestras las mujeres de clase media que habían obtenido los mejores promedios en el secundario; ahora prefieren la universidad. Hoy ser maestro significa, a pesar de los bajos sueldos, una salida laboral más rápida".