Los miedos de los chicos frente al coronavirus: ¿Mami, puedo dormir con ustedes esta noche?
Catalina sabe que a partir de hoy y por las próximas dos semanas no va a ir a la escuela por el coronavirus. Sabe que no son vacaciones, ya se lo dijeron muchas veces. También sabe que desde la escuela le van a mandar tarea para hacer todos los días. Le explicaron que todos tienen que quedarse en casa para cuidarse, que va a estar más tiempo con mamá porque a partir de ahora ella no va a ir a la oficina. Pero lo que Catalina no logra comprender del todo es por qué no pueden ver al abuelo Danilo. Por qué ya no los va a cuidar a ella y sus hermanos como lo hacía antes, todas las tardes.
Catalina Giugno tiene 6 años, y su mamá cuenta que desde hace unos días está preocupada por su abuelo. "El otro día lloraba y me abrazaba. Y me decía que iba a extrañar al abuelo. Yo le dije que el abuelo va a estar bien, que este nuevo virus es una gripe, como la que ella conoce, pero que es más contagiosa y que por eso tenemos que cuidar al abuelo, porque es más grande. Que por estos días es mejor que el abuelo se quede en casa, como lo hacemos todos. Así no se contagia. Y le dije que todo va a volver a la normalidad en poco tiempo", cuenta Laura Roldán, mamá de Catalina, Salvador y Francisca.
El psicólogo Martín Lucini, que también es padre de dos hijas en edad escolar, escuchaba ayer, y leía en algunos grupos de Whatsapp, que muchos padres estaban preocupados por cómo y qué harían con sus hijos todos estos días en sus casas. "Pero nadie hacía mención del miedo que les puede estar generando esta situación. Si los adultos estamos inquietos frente a la amenaza de un potencial aumento de este enemigo invisible, imaginemos cómo pueden estar viviéndolo los más pequeños al ver que de un día para el otro se suspenden las clases, los cines, los clubes, las visitas a los abuelos. Que en casa, de repente, hacemos compras como si se estuviera por venir el apocalipsis", señala el especialista.
Solos en la oscuridad de su cuarto
¿Qué hacer para contener los miedos de los más chicos? Lucini aconseja estar atentos. Advierte que los adultos tienen más recursos mentales que los chicos para hacer frente a una situación como la actual. "Nosotros podemos charlar, investigar, hacer chistes, distraernos con nuestras ocupaciones. Pero los chicos, consciente o inconscientemente, pueden estar más asustados. Habrá quienes se preocupen más y hasta los que no manifiesten ningún temor. Pero si no dicen nada y los vemos más sensibles, puede ser que estén asustados. Incluso, puede suceder, como sucedió en nuestra casa con nuestra hija menor, que pidan dormir en la cama con los papás, o que nos acostemos con ellos". A la noche, continúa Lucini, cuando los chicos se quedan en la soledad y oscuridad de sus dormitorios, suele ser el momento en el que aparecen con más fuerza los miedos.
El miedo, explica Lucini, suele ser una reacción para ponerse a salvo de un potencial peligro. "Podríamos decir que es adaptativo, ya que cierta cuota de miedo nos hace que seamos más conscientes a la hora de cuidarnos. Jean Piaget, epistemólogo y psicólogo suizo, sostenía que la adaptación tiene dos momentos: primero la asimilación, luego la acomodación. La sumatoria de ambas da forma al proceso de adaptación y en este proceso de adaptación somos muy importantes los adultos como referentes. Si nos damos tiempo para escucharlos y hablar sobre las cosas que les causan temor, el sentirse escuchados los tranquilizará. Sepamos también que si bien los chicos escuchan el contenido de lo que les decimos ‘el qué’, es muy importante la forma y el modo en que les hablamos, ‘el cómo’. Por eso intentemos ser comprensivos, transmitiéndoles seguridad y confianza, con un tono relajado y no alarmista. Es clave para ellos que los adultos no entremos en pánico".
"Yo no voy a dejar de abrazar a la abuela", lloraba desconsolada Lola, mientras trataba de explicar acongojada que, para ella, eso era inadmisible. El testimonio lo trae la psicóloga Susana Kuras Mauer, psicoanalista y magister en familia y pareja. "Cuando las escenas cotidianas se nos vuelven ajenas, irreconocibles, el extrañamiento es tal que nos resulta siniestro. La angustia hoy está asociada al miedo, que a su vez tiene variaciones en su intensidad. Desde el temor inevitable en una emergencia sanitaria escalando al susto, al miedo y de allí al pánico. El miedo no es tonto, pero cuando alcanza niveles de terror es muy destructivo, nos daña".
La angustia como estado anímico, señala Kuras Mauer, puede ser una útil señal de alarma, estimulándonos al cuidado. "O puede ser avasallante, desmedidoa. En esos casos en general nos quita operatividad y hasta puede paralizarnos".
Para los especialistas, además, es importante evitar el avasallamiento de información mediática. Y prestar especial atención en la forma en la que los adultos se dirigen a los chicos coincida con el modo en el que se actúa. "Los chicos a veces es más lo que nos observan que lo que nos escuchan. Y es fundamental que no se sientan avergonzados ni que sean regañados por tener miedo, ya que si sienten que no pueden expresarlo, el temor y la ansiedad serán aún mayores", concluye Lucini.