Crimen en la Panamericana. Mató a un chico de 18 años por una discusión de tránsito
El sospechoso, de 54 años, trabaja en una empresa de seguridad; está prófugo
Edgardo Petrocchi, de 54 años, llegó anteanoche a su casa y le dijo a uno de sus dos hijos, Pablo, de 32: “Me mandé una cagada”. Después llenó un bolso con ropa y se fue. Desapareció. A Petrocchi lo buscan por un homicidio: el de un chico de 18 años que se llamaba igual que su hijo: Pablo. Pablo Piccioli. ¿El motivo? Una discusión de tránsito.
El crimen ocurrió a las 19.15 de anteayer, en el kilómetro 35 de la autopista Panamericana, en Pablo Nogués, partido de Malvinas Argentinas.
Un Daihatsu Charade CX1 rojo y un Renault Clio frenaron violentamente a unos 200 metros de la cabina de peaje. El tránsito estaba congestionado, por lo cual había muchos testigos.
Esos testigos contaron a la policía que del primer auto se bajó el presunto homicida, empleado de una empresa de seguridad, que viajaba solo. En el otro auto estaban Andrés Piccioli, de 22 años, sentado al volante, y su hermano Pablo, que se bajó. Discutieron con Petrocchi. Uno de los testigos, Carmen Urrozola, dijo que el chico quiso terminar con el diálogo e hizo un ademán. Entonces, el otro extrajo un arma y le disparó a quemarropa.
Pablo se llevó las manos al vientre y se le tiñeron de rojo. Entonces, cayó sobre el asfalto.
Mientras su hermano intentaba socorrerlo, el homicida subió a su auto y escapó con dirección a la Capital Federal. Dos automovilistas que habían visto la escena lo persiguieron por la autopista. El hombre del Daihatsu se desvió en la bajada de la ruta 197 y los perseguidores lo perdieron de vista. Pero habían memorizado la patente y la aportaron a la policía.
Pablo Piccioli perdió mucha sangre. Murió poco después de recibir el disparo, antes de llegar al hospital. El joven vivía con su hermano Andrés en Cerviño 3914, 6° piso, en el barrio de Palermo.
Mientras tanto, los investigadores empezaron a buscar el vehículo. Hubo, entonces, una confusión. Se creyó que el dominio era ATN 123. Esta patente pertenece a una camioneta 4x4 Daihatsu Feroza, que pertenece a la locutora Lía Salgado.
Se supuso que el auto de la mujer, encontrado en el barrio de Belgrano, pudo haber sido conducido por su hijo. Esta hipótesis sería descartada rápidamente.
Es que no era ése el vehículo que conducía el criminal. Había un error: un número. El dominio era ATN 122. Los investigadores supieron, ahora, que el auto era un Daihatsu (otra coincidencia) Charade, así que desvincularon del caso a la conductora. De todas formas, Salgado entregó el auto para que se realizaran peritajes.
El dueño de ese auto, siempre según los investigadores, vivía en Lomas de Zamora, en el 820 de la calle Las Heras. Cerca de 15, un grupo policías de la comisaría 3a. de Malvinas Argentinas llegó a esa casa de dos pisos con ladrillo a la vista y un sistema de vigilancia privado.
Custodio privado
El sospechoso Petrocchi, según dijeron a LA NACION calificadas fuentes del Ministerio de Seguridad bonaerense, es empleado de la empresa de seguridad privada Watchman, que tiene su sede en la localidad de Munro y una sucursal en Córdoba, y está especializada en custodiar countries, monitoreos satelitales de alarmas, vigilancias vip y de mercaderías.
LA NACION intentó comunicarse con la compañía, pero las llamadas y los mensajes de correo electrónico enviados hasta anoche no fueron respondidos.
Pablo Petrocchi, hijo del sospechoso, atendió a la policía. Les dijo que su padre se había ido la noche anterior, con un bolso lleno de ropa, después de decir: "Me mandé una cagada". Así lo narró a este diario una altísima fuente de la cartera de seguridad.
Eso sí: el sospechoso no se fue en el Daihatsu Charade. El hombre trabaja en seguridad. Sabía que, más temprano que tarde, la policía iba a buscar ese auto.
En diálogo con LA NACION, un vecino que prefirió no revelar su identidad dijo que los hijos de Petrocchi buscaron a su padre por la noche, pero que no lo habían encontrado.
En el Daihatsu Charade, que luego fue trasladado a la comisaría de Pablo Nogués, los pesquisas encontraron una funda para pistola, que estaba debajo del asiento del conductor, y una vaina calibre 380.
Otro casquillo similar había sido hallada la noche anterior en la escena del crimen, sobre el asfalto. Una alta fuente judicial dijo que la pistola calibre 380 es la que provee la empresa de seguridad donde trabaja el sospechoso.
Al cierre de esta edición, el mismo informante añadió que el juez de garantías del caso aún no había resuelto el pedido de la fiscal Vilma Guglioni para detener a Petrocchi.
"Un buen vecino"
Los vecinos de Lomas de Zamora hablaron muy bien del presunto asesino. Casi todos dijeron que era un buen vecino.
María Fernanda Esnaola, de 20 años, aseguró: "No pasaba una sola vez por mi lado sin saludar". Y agregó: "Viven acá desde hace 14 años. Son gente muy atenta. Es raro que haya pasado algo así, aunque cuando a una persona le agarra un ataque de locura, puede llegar a hacer cualquier cosa".
La muchacha dijo que Petrocchi no estaba pasando un buen momento, que se habría separado de su esposa, Irma Fanizza, hace dos meses.
Gloria, una vecina que vive enfrente, dijo: "Nunca le vi una actitud violenta. Nunca lo vimos portando un arma". Otros vecinos contaron a LA NACION que el sospechoso vive en la casa con uno de sus hijos varones; el otro está casado. Ambos, según agregaron, parecen desorientados.
Infarto por la mala noticia
- Al enterarse de que su nieto fue baleado y había muerto, la abuela de Pablo Piccioli falleció por una insuficiencia cardíaca, dijeron anoche a LA NACION fuentes judiciales. La muerte súbita de la mujer llevó más dolor a la familia, que aún estaba en estado de shock por el crimen. Ese clima se vivía ayer a mediodía en el departamento de los Piccioli de la calle Cerviño al 3900, en el barrio porteño de Palermo. El cuerpo del muchacho era sometido ayer a diversos peritajes.
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