Mónica Basualdo, la mujer que soñaba con proteger a los niños
Es una de las responsables del Hogar Juanito, que alberga a menores y adolescentes separados de sus padres en situación de vulnerabilidad
"El niño que deja de jugar no está a salvo", dice, mientras sus ojos se llenan de emoción al relatar cómo se cumplió su sueño. Se trata de Mónica Basualdo, una de las principales responsables del Hogar Juanito, que alberga a niños y adolescentes en situación de vulnerabilidad y violencia familiar.
"Desde chica tenía el sueño de hacer algo por los chicos", cuenta Mónica, y recuerda que cuando iba a una escuelita rural donde su madre era maestra, llevaba zapatillas y otras prendas que juntaba para darles a sus compañeritos.
En el Hogar Juanito hoy hay 21 menores, de 1 a 21 años. Todos ellos vienen de situaciones tristes y difíciles, y allí son albergados a la espera de la decisión del juez, que puede ser tanto el retorno a sus familias, si lo considera seguro, como la adopción.
"No soy la madre de estos chicos, y somos muy claros con ese concepto, porque ellos tienen sus propios padres y hay que respetar eso", explica Mónica, y aclara que lo que ella tiene hacia estos chicos es "una función" materna y paterna. "Mi rol es acompañarlos en el humor, el aprendizaje y fundamentalmente a través del juego, que es un elemento esencial de la infancia", agrega.
Un equipo interdisciplinario de al menos 90 personas acompaña a Mónica en este trabajo. "Algunos creen que esto es una sociedad de beneficencia, pero estos chicos no necesitan sólo alojamiento y comida. Lo que necesitan es una segunda oportunidad para vivir una infancia y una adolescencia digna", cuenta la mujer, que es madre de dos jóvenes de 16 y 17 años.
En el hogar hay muchos niños que son hermanos entre sí, lo que hace que la adopción sea muy difícil, sobre todo si tienen más de tres años.
Una sonrisa, una oportunidad, un proyecto de vida y sobre todo dignidad. Esas son las cosas que Mónica quiere para estos menores. "A veces me toca acompañarlos en situaciones muy dolorosas, como por ejemplo presentarse ante el juzgado, contar sus historias, que casi siempre son muy duras", relata.
Mientras Mónica cuenta su historia, el Hogar es pura vida alrededor. Los menores de las dos casas (una para las niñas y otra para los niños) se preparan para tomar el té, ver la televisión o hacer las tareas acompañados por los miembros de la Fundación. Algunos de los chicos todavía están en la escuela o en otra actividad que, gracias a todos los que ayudan con el Hogar, pueden realizar.
"Queremos que todos colaboren con este proyecto, que todos formen parte de la segunda oportunidad que estos chicos reciben", dice Mónica. Y agrega: "Cuando veo que cada uno de estos niños puede armar su propio plan de vida accediendo a las oportunidades que todos los menores deberían tener, me siento feliz".
Contactos para colaborar con el Hogar Juanito:
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