Multitudinaria muestra de fe por el día de San Cayetano
Desde el Vaticano, el Papa envió un saludo a los feligreses; su sucesor en Buenos Aires, monseñor Poli, lideró la misa central
La involuntaria ausencia de Jorge Bergoglio en la misa central por la celebración del día de San Cayetano, en Liniers -cita a la que no faltaba desde hacía quince años- dio lugar a expresiones de afecto de parte de los peregrinos hacia su ex arzobispo y del Papa hacia ellos.
"Como todos los años, después de recorrer la cola hablo con ustedes. Esta vez la cola la recorrí con el corazón porque estoy un poquito lejos y no puedo compartir con ustedes este momento tan lindo", se excusó Francisco en un mensaje filmado en el Vaticano que fue proyectado a los peregrinos.
Como lo hacía habitualmente como arzobispo, el Papa comentó el lema de esta fiesta entre las intenciones dejadas por los fieles desde el 7 de agosto del año pasado: "Con Jesús y San Cayetano, vamos al encuentro de los más necesitados". Distendido, parado y mirando a la cámara como si viese a los fieles en el templo de San Cayetano, el Papa volvió a pedir por una cultura del encuentro: "Ahora, Jesús te va marcando el camino para encontrarte con quien necesita más. Tu corazón, cuando te encuentres con aquel que más necesita, se va a empezar a agrandar, porque el encuentro multiplica la capacidad del amor, agranda el corazón".
Ayer la misa fue presidida por su sucesor en el arzobispado porteño, monseñor Mario Poli, quien rezó por las víctimas de la tragedia de Rosario. Antes de leer el mensaje de Francisco, dijo: "Ustedes estaban acostumbrados a ver acá al cardenal Bergoglio, pero esta vez vine yo. ¡Qué decepción!". Un rotundo "¡nooo!" recibió de muchos fieles.
"Yo seguía a Bergoglio por todos lados porque me llegaba mucho su mensaje. Ahora vamos a apoyar a Poli porque todos los 7 de agosto lo vamos a tener a él acá", dijo una de las devotas, Alicia Marcón.
Como lo hacía el Papa, Poli recorrió las filas de fieles que esperaban ingresar en el templo y tocar el vidrio que protege la imagen del santo. "Cuando Bergoglio pasaba le tocábamos la mano y él nos bendecía; lo recuerdo como una persona muy humilde que se merece el lugar donde está", dijo Graciela De Mercuri, que había llegado, cerca de las siete, desde Temperley. "Entraré al templo cerca de las 13.30. Vengo desde hace 36 años", dijo la mujer que llevaba un equipo de mate, un sillón plegable y fotos del Papa.
"Hay fotos de Francisco por todos lados, hasta en los termos y en algunos afiches... Pero la foto más importante es la que tenemos en nuestra mesita de luz, en nuestra casa", advirtió Poli en una alusión indirecta a la idolatría vacía de contenido en la que se puede caer.
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