Historias solidarias. No pueden ver, pero pintan para el goce de todos
APAC: desde hace cinco años, la asociación de plásticos no videntes trabaja con texturas y relieves para que otros "sientan" su arte.
Aunque no ven, ellos pelean para que todos puedan disfrutar del arte, sin barreras. Los pintores de la Asociación Artistas Plásticos Argentinos Ciegos (APAC) trabajan con una técnica de texturas y de relieves para que los mismos autores y otros ciegos puedan "ver" sus pinturas.
La entidad sin fines de lucro comenzó a trabajar hace más de cinco años, pero Antonio Rodríguez Soto, su presidente, importó de Europa esta novedosa técnica.
La asociación nació dentro del Instituto Nacional de Rehabilitación para Ciegos de San Isidro. "Una profesora me convocó para el taller de plástica y al principio lo vi como algo difícil. Cómo iba a pintar si no veía. Pero fui y así nació esta aventura -recordó Rodríguez Soto-. Hasta ese momento pintábamos con las mismas técnicas que los videntes y así hicimos más de 70 exposiciones."
En junio de 1997, Rodríguez Soto viajó a España invitado por la Organización Nacional de Ciegos Españoles y allí descubrió algo que cambiaría totalmente el rumbo de la asociación.
En el museo para ciegos español encontró dos salas repletas de cuadros, tapices y esculturas hechas por no videntes para ser disfrutadas por no videntes: las obras contenían texturas y relieves que les permitían disfrutarlas a pesar de no poder verlas.
El 4 de mayo último arrancó este nuevo sistema en APAC. Y el cambio fue mayúsculo. Para esa misma época, la institución se quedó sin sede por eso la Universidad de Belgrano le presta un piso en su propia fundación. "Empezamos ocho personas y hoy somos más de treinta", dijo.
La asociación tiene talleres de literatura, plástica, radio, teatro, expresión corporal y Braille. La mayoría de los integrantes tiene entre 27 y 60 años y muy pocos son ciegos de nacimiento.
Duros momentos
La vida para Rodríguez Soto no fue nada fácil. La alteración en un eslabón de la cadena genética le deparó un destino difícil: desde los tres años sufre una discapacidad motriz en la pierna izquierda y desde 1988 está totalmente ciego. "No sé cuántos años más me dé Dios, pero sí sé cómo voy a vivirlos: trabajando por los demás."
Andrea Axelrut tiene 50 años y hace 15 perdió la visión. Al quedarse ciega estudió psicología y geriatría. Ahora es la psicóloga que encabeza las reuniones semanales para quienes perdieron la vista o están perdiéndola, para sus familiares y para sus amigos. Los encuentros son abiertos al público y se realizan todos los viernes de 17 a 19.
-¿Qué cambios provocó en usted el arte?
-El arte en mí tuvo la fuerza de lograr que pudiera expresar esa emoción que tenía contenida.
Pero para que otros puedan sentir lo mismo, APAC necesita ayuda. Sus teléfonos son 796-9264 y 511-4726, interno 125. "Queremos que se acerquen ciegos y familiares que no sepan cómo ayudarlos. Sabemos que en la Argentina hay 350.000 ciegos y aquí somos sólo 30. ¿Dónde está el resto de los que necesitan ayuda?" Su pregunta era casi una invitación.
Pintores en acción
La Nación visitó el taller de plástica cuando estaba en plena acción. Uno de los artistas, Joaquín Guisande (57) es veterinario y explicó que estaba pintando una "fantazoología". En un accidente automovilístico, Guisande perdió la vista pero no el ánimo: "Este taller es para mí algo espiritual y lúdico. Juego, disfruto y me divierto".
Lidia Adi Bechten, una de las profesoras del taller, no ahorró palabras de entusiasmo: "Es muy bueno lo que logró este taller. Ellos pueden ver con la yema de los dedos. Percibir lo que están haciendo los ayuda a ser más independientes de los docentes y a aumentar su autoestima".
A unos pasos, Marta Echezarreta utilizaba la tijera para cortar flores de papel por primera vez desde que una intoxicación con raticida la dejó sin visión.
Ana María Raffa es una de las dos ciegas congénitas del grupo y durante la visita de La Nación habló sin dejar de trabajar ni un segundo. "Estoy pintando unos pedacitos de tela para el cuadro que estoy realizando, que se llama Tu cuna fue un conventillo ."
Al lado de ella, un gran trozo de cartón reproducía con realismo una de las imágenes típicas del barrio de La Boca. "Este taller me encanta porque me permite crear y dar libre albedrío a mi fantasía", comentó Ana María con los dedos llenos de pintura.
Para dar una mano
- Ayuda para 100 chicos: al jardín de infantes El conejito blanco, de La Tablada, asisten 40 chicos a la mañana y 60 a la tarde que necesitan alimentos, artículos de limpieza y material didáctico. Su teléfono es el 454-1493.
- Ropa y calzado para niños: el Proyecto Misión, del Colegio Nuevo de Las Lomas, viajará a Goya, Corrientes, para ayudar a la Escuela Nº 207 Enrique Carlés Vilá, donde estudian 850 chicos. Para ellos piden zapatillas y ropa de gimnasia. para ayudarlos deben llamar al 737-1750 y 743-5910.
Gente que agradece la ayuda
"La nota publicada en La Nación fue muy importante para el Proyecto Dignidad. No sólo se logró comunicar una realidad existente, es decir, la falta de trabajo, que en los más jóvenes está directamente ligada con la carencia educativa, sino que también nos permitió contactarnos con potenciales empleadores", aseguró Eduardo Yvorra, director de Caritas Diócesis San Isidro.
El Programa Dignidad fue creado en octubre de 1997 en la mencionada diócesis y reúne catorce bolsas de trabajo que funcionan en parroquias de los partidos bonaerenses de Vicente López, San Isidro, Tigre y San Fernando.
La meta del programa es relacionar a los desocupados con las empresas que pueden volver a conectarlos con el mercado laboral. Durante los primeros seis meses del proyecto, 47 empleados consiguieron una nueva oportunidad.
Para eso, tienen una base de datos integrada por más de 1500 hombres y mujeres, de entre 30 y 60 años, que intentan conseguir un nuevo trabajo.
A partir de la nota en Historias solidarias , publicada el lunes 3 de agosto, el programa recibió 52 nuevos pedidos, provenientes de 8 empresas y de 24 particulares. Y el dato más importante: 8 personas consiguieron trabajo a través de Dignidad después de la nota de La Nación .
Pero los integrantes del proyecto tienen mucho trabajo por delante. "Existen personas que, aunque se ofrezcan más trabajos, no estarían en condiciones de obtener un puesto por falta de educación", dijo Yvorra.
El director de Caritas explicó que las empresas pueden ayudar al Proyecto Dignidad mediante el sistema de crédito fiscal, que consiste en que las firmas ayuden a sostener programas de capacitación.
"Desde Caritas San Isidro tenemos toda la capacidad para encarar proyectos colectivo-laborales de esta naturaleza, pero nos faltan las empresas voluntarias", agregó Yvorra. Para comunicarse con el proyecto, los interesados deben llamar al 742-9617.
La capacitación no es la única preocupación de Dignidad. La contención emocional es una de las piezas clave que los profesionales del programa no descuidan.
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