“No sé si en el país son conscientes de lo que pueden llegar a vivir”, dijo un argentino residente en Roma
Massimo Fernando Giandomenico es un argentino de 50 años, que se radicó en Roma junto a su pareja en 1996. Fundaron un restaurante, llamado Gauchos, y armaron su familia en la capital italiana, que se encuentra en cuarentena hace dos días por la pandemia del coronavirus Covid-19.
Desde su casa, dio una entrevista a radio Ciudad en la que contó cómo transcurren los días encerrados y dijo: "No sé si en la Argentina hoy en día saben o son conscientes de lo que pueden llegar a vivir dentro de pocos días".
"La situación en Roma es dramática. Está todo parado con la industria turística destruida. Todo el comercio parado", dijo, y graficó los cambios: "Nuestro día arrancaba a las siete, llevábamos a los chicos al colegio, hacíamos trámites personales, íbamos al gimnasio, se almorzaba y se iba al restaurante hasta la una de la mañana. Hoy en día, los cinco estamos dentro de casa, haciendo deberes y la escuela en forma virtual. Tratando de mantener la calma y estar unidos".
El hombre contó que todo cambió en dos días. "Tenemos que quedarnos en casa hasta el 26 de marzo y aún no sabemos si vamos a poder salir en esa fecha. Por eso, salieron todos a comprar en ese momento. Hoy los supermercados siguen abiertos y la producción de alimentos también. Ayer el gobierno sacó otro decreto en el que habla de la seguridad sanitaria para los trabajadores de comida y fármacos. Por eso farmacia y supermercados siguen, incluso 24 horas".
"El resto estamos todos en casa. Incluso hoy decidieron cerrar todos los parques para que la gente no vaya a correr. Lo más difícil es hacer que todos tomen conciencia de lo que puede llegar a pasar. Acá en Italia la tasa de muerte es de solo el 5.8% pero el contagio es muy alto", dijo Giandomenico y agregó: "Ya decidieron que se curará a los más jóvenes. El que era hipocondríaco, con esto se volverá aún más. El que no, empezará a tomar conciencia de la importancia de la higiene y el cuidado. En el caso de la Argentina, pasarse el mate deberá dejar de ser una tradición".
"A todos los argentinos y quiero decirles que tomen las medidas necesarias lo antes posible para que no suceda nada", pidió el hombre.
La economía en jaque
"El problema más grande, además de la emergencia sanitaria, es lo que pasará después con la industria. Cómo vamos a hacer para reactivarla. Yo tengo 25 empleados y con ellos tuve que hacer un pacto. Les dije que pasemos estos 15 días, que comida no nos va a faltar porque tenemos lo del restaurante, y luego arranquemos todos de nuevo con fuerza", detalló el comerciante, padre de tres hijos, y agregó: "El Estado dijo que acompañará. Difundió hoy un decreto en el que dice que nadie tiene que pagar la boleta de los servicios y que se congelan los pagos de los créditos hipotecarios. Son 15 o 20 días de standby absoluto".
Sobre cómo tomaron sus hijos la medida de aislamiento, contó: "Tengo uno de 16 años que lo tomó muy bien. Está fuerte anímicamente. Tengo el de 12 que tenía miedo y me dijo ‘papá nos vamos a morir todos’. Yo le dije que no pasaba nada. El de ocho años no sabe bien lo que está pasando. Solo que estamos todos en casa".
"Para mi esposa y para mí, es una nueva experiencia. Es inusual. Mi viejo me contó lo que vivió en la segunda Guerra Mundial y en 1951 pudo irse a la Argentina. El tema es que nosotros no nos podemos ir a ningún lado", dijo Giandomenico y agregó: "Acá en Roma están esperando el pico de casos para la semana que viene. Recién tenemos 150 casos. Acá vivimos cinco millones de personas en la región de la Lacio y capaz que terminan infectados dos millones de personas. No lo sabemos".
Del ruido de la avenida al de los papagayos
"Estamos literalmente encerrados en nuestra casa que, gracias a Dios, es grande. Solo puede salir un integrante de la familia y con un permiso que tenés que llevar con vos y mostrar. Además, tenés que informar a dónde vas y por qué vas a ese lugar. No podés mentir porque te sancionan. Quedás manchado de por vida. Te acusan de terrorismo", detalló.
Luego explicó: "Yo tengo permiso para salir porque voy al restaurante, que está a tres kilómetros, en el auto a buscar comida y vuelvo a casa. Mi miedo es que cuando empiece a faltar dinero si empezará a faltar comida. Todavía no se afectó el suministro cotidiano. Incluso hay mucho combustible porque los autos casi no circulan".
Giandomenico contó: "Salgo a mi balcón y veo la cúpula de San Pedro y no hay nadie. Yo vivo en una calle que se llama Vía Boccea que siempre está bloqueada y, hace dos días se escuchan los pajaritos y pasan los papagayos que son plaga".