Tras la declaración de un taxista. Otra hipótesis en el crimen de Lecuna
Un chofer dijo que lo escuchó discutir por dinero cuando lo llevó en su auto, un mes antes de su muerte
La investigación del homicidio de Miguel Angel Lecuna tiene una nueva hipótesis, luego de que un taxista declaró que escuchó al marido de Georgina Barbarossa discutir, un mes antes de su muerte, por su teléfono celular con una persona a la que le reclamaba dinero.
Esta línea se suma la que se sostuvo desde un principio: otro ataque de la denominada mafia de los taxis, que mató a Lecuna durante un asalto frustrado.
El taxista José León Sostoa sostuvo que llevó a Lecuna hasta Viamonte al 700, luego de haberlo levantado en la parada del supermercado Coto del shopping Abasto, hace aproximadamente un mes.
Según su testimonio, publicado ayer en el diario Página 12, Lecuna supuestamente discutía durante el trayecto con una persona que le debía dinero por "una mercadería" que le había entregado.
Sostoa dijo que Lecuna le reclamaba el dinero a su interlocutor y que lo amenazaba para que le devolviera la plata, ya que tenía que hacer un viaje de inmediato.
Después de esa caliente conversación, Lecuna llamó a otro número y pidió tres muchachos para hacer "un trabajo". La explicación para el pedido fue que "esto se está poniendo pesado".
"No hay que descartar nada, estamos en plena investigación", dijo ayer un detective de la División Robos y Hurtos cuando se le preguntó sobre la declaración del taxista.
De todos modos, la fuente insistió: "Estamos apostando al tema de los taxis" y señaló que lo declarado por Sostoa "no aportó mucho más de lo que ya sabíamos".
No descartar nada
Otra fuente policial consultada explicó que "ninguna investigación seria debe descartar absolutamente nada. Igual me parece que es demasiada infraestructura sólo para robarle con un cuchillo".
Según declararon vecinos, Lecuna fue arrojado desde un taxi Renault en la esquina de Gorritti y Sánchez de Bustamante, en Palermo, y ese auto era seguido por una camioneta, tipo combi, que supuestamente actuaba como apoyo.
Hasta ahora, la policía cree que Lecuna murió al resistirse a un asalto, pero extrañamente los asaltantes no le robaron nada de lo que tenía encima, ni su billetera, ni su reloj, ni sus tarjetas de crédito.
Lo único que se llevaron fue su teléfono celular, pero no cometieron el error de utilizarlo, como sí lo hicieron, por ejemplo, los sospechosos detenidos por el homicidio de la maestra Fabiana Gandiaga.
De esa forma, se cerró una posible vía para rastrear a los homicidas, con lo que las pistas a la policía se le van achicando: el identikit dado a conocer sólo se parecía a un detenido alojado en la cárcel de Marcos Paz.
Además, los vecinos que fueron testigos del hecho no dieron demasiadas precisiones: no está claro si el taxi era un Renault 19 o un Renault 9 y nadie recuerda ni siquiera un número de la patente o de la licencia del vehículo.
Lecuna murió desangrado por las heridas que le provocó uno de los asaltantes con un arma blanca. Según la autopsia, tenía heridas defensivas en una pierna y una mano. Pero la lesión que le provocó la muerte fue un corte en el cuello, de unos diez centímetros de longitud, de arriba hacia abajo, a la altura de la nuez.
Según las estadísticas policiales, el homicidio del marido de Barbarossa fue el primer caso de asalto en un taxi que termina con la muerte de la víctima.
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