Palau reunió a 250.000 personas
La mayoría de los presentes representaban a más de tres mil iglesias evangélicas de la Capital y del Gran Buenos Aires
Habían vaticinado un caos de tránsito que no fue tal. En medio de un clima de fiesta y pese al calor agobiante, unas 250.000 personas -según estimaciones de la Policía Federal- se reunieron ayer delante del Monumento de los Españoles para ser parte de una multitudinaria reunión de fieles de más de 3000 iglesias evangélicas de la Capital y del Gran Buenos Aires. El orador del evento fue el predicador Luis Palau, un argentino residente en Oregon, Estados Unidos, que realizó 425 campañas de evangelismo en todo el mundo y cuyo rostro empapela las calles porteñas desde hace una semana.
La megaconvocatoria de fieles ocupó la Avenida del Libertador desde Sarmiento hasta Bullrich. El credo evangélico congrega a cuatro millones y medio de personas en la Argentina y, según estimó Rubén Proietti, que integra la presidencia del Consejo Nacional Cristiano Evangélico, desde los años 70 la iglesia protestante registra un crecimiento que es mayor cada año.
"Dios quiere que desde el más humilde trabajador hasta el presidente de la Nación estén llenos del Espíritu Santo y actúen en consecuencia. Ese es el plan de rescate de Dios para la Argentina", apuntó Palau, antes de que la multitud estallara en un aplauso.
"La República Argentina tiene que volverse a Dios, su creador. La justicia engrandece a la nación, pero el pecado es la afrenta de la nación. Esa fue la palabra que le llevé al presidente Duhalde cuando me recibió en su despacho", aseguró el predicador.
El festival comenzó a las 19, cuando ya miles de evangélicos -en su mayorías jóvenes- de todo el país iban llegando y copando no sólo el ancho de la Avenida del Libertador, sino también los parques aledaños.
Por el escenario pasó media docena de cantantes, entre ellos la mexicana Yuri, que fue dos veces tapa de Play Boy y que protagonizó una novela con Chayanne. "Tenía todo pero me sentía vacía, y Cristo me dio la alegría. Nunca olvidaré lo que El hizo por mí", contó.
Guerra no tenía paz
El cantante Juan Luis Guerra tuvo a cargo el cierre del festival. Ocurre que el dominicano que quería ser un pez se subió al escenario y aseguró que Jesucristo le había cambiado la vida: "Llegué a Dios por falta de paz. Por más mérito que había alcanzado, fama o fortuna, siempre había ansiedad en mi corazón, no tenía forma de estar tranquilo. En un momento pensé que el Grammy era la solución a eso, pero después que gané el trofeo vinieron dos personas a darme la paz, la acepté y les dije: "Es cierto, yo quiero esa paz", y eso abrió mi corazón", relató Guerra.
A pesar del calor, los evangélicos no dejaron de cantar y bailar hasta el final del espectáculo. En su mayoría eran jóvenes que no vacilaban en contar la historia de cómo se habían hecho parte del credo protestante (ver aparte).
A pesar de que hubo atascamientos en el tránsito durante la semana mientras los organizadores armaban la estructura del escenario, durante la jornada de ayer no se produjeron nuevos nudos de tránsito, porque los automovilistas fueron desviado por vías alternativas.
La Secretaría de Obras y Servicios Públicos de la Ciudad informó que estaban en regla todas las autorizaciones para realizar el corte de la calle y que los organizadores no debieron pagar ningún canon por la convocatoria. De igual modo que los recitales de rock que se realizan todos los veranos y que ocupan espacios públicos o interrumpen el tránsito.
"Estamos felices de que nos hayan permitido juntarnos. Muchas veces se escuchan comentarios despectivos sobre los evangélicos, pero nosotros somos vecinos como todos, pagamos nuestros impuestos y tenemos el derecho a reunirnos que tuvieron los fieles católicos cuando el Papa visitó nuestro país", aseguró Ramiro Villantes, que tiene 23 años y estudia marketing.
Hoy volverán a estar en el mismo lugar, a partir de las 17.
Lanzan un llamado a la paz
- Ante la posibilidad del desencadenamiento de un nuevo conflicto armado en Irak, la Asociación Cristiana de Jóvenes/YMCA de la Argentina formuló una "firme exhortación a la paz, en un marco de justicia", según un comunicado difundido ayer a la prensa. La Asociación expresó su "oposición a toda iniciativa belicista que inevitablemente ocasionará horror, destrucción y muerte". Y concluyó: "A esta altura del desarrollo humano, las naciones ya pueden y deben resolver sus conflictos mediante el diálogo en el marco de una diplomacia serena, orientada a preservar la vida como valor fundamental".
Una multitud, pese a la agobiante jornada
Desde temprano las lonas de pic- nic y los vendedores de agua mineral coparon la escena. Grupos de jóvenes de las 3000 iglesias de Capital y Gran Buenos Aires fueron llegando para asegurarse un lugar. No sólo en el festival.
"Vinimos a decirle a la Argentina que hay una esperanza y que eso depende de nuestro cambio. De que nosotros cambiemos y hagamos algo por nuestro país. De que seamos personas honestas, íntegras. Y que actuemos en forma coherente", aseguró Josías Classen, que tiene 21 años y que, según contó, cursa tercer año en la Facultad de Medicina. Ayer, vino desde San Miguel con un grupo de amigos de la Iglesia Unida de Muñiz.
Ruth Wasinger tiene 22 y asegura que tiene mucho por decir a los chicos de sus misma edad. Está estudiando teolología y tiene un sueño por cumplir: "Quiero ir a vivir al norte de Africa, para ir a trabajar con los que menos tienen", aseguró.
Ella puso especial atención cuando el predicador Luis Palau habló sobre el hambre en Argentina. El tema, dijo Palau, lo preocupa mucho. "Trajimos una donación con varias toneladas de alimentos que serán repartidos en Tucumán la semana próxima por un grupo de jóvenes cristianos que viajará a la provincia", dijo el pastor.
"No venimos a ver a Palau sino a escuchar el mensaje que viene a traernos de parte de Dios", aseguró Silvina Calvagni, otra joven de 22 años, que estudia traductorado de inglés y que había decidido ubicarse de costado al escenario, en uno de los parques.
El calor era agobiante, pero los asistentes aguantaron de pie hasta cerca de las 23, cuando Juan Luis Guerra subió al escenario para cerrar el festival y despedirse hasta esta noche, cuando se repita el encuentro con la gente.
"La gente sigue a la multitud. Todos van donde va la mayoría. A nadie le importa si no hay valores. Yo no quiero estar en esa y creo que como yo hay unos cuantos", explica Matías De Francesco, de 19 años que ayer debía lidiar con el calor, el saco y la corbata, ya que se fue al espectáculo directo del trabajo.
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