Parece la Luna, pero se trata de un río de lava seca en Neuquén
SAN MARTIN DE LOS ANDES, Neuquén.- La Luna se pisa en medio de la Patagonia. A 70 kilómetros de esta ciudad, después de desandar un camino de ripio áspero hacia la Cordillera, y de caminar una hora y media por el bosque, se accede a El Escorial, un río de lava seca que dejó el volcán Achen Ñiyeu.
La erupción cambió el paisaje, los bosques de lengas y ñires dejan paso a una meseta de arena gris oscura, con un cañadón profundo, oscuro, por donde corre un arroyo rodeado de montañas negras. Junto a ellas, se dibuja la figura rojiza del volcán, exhausto, muerto, pero desafiante. Hace apenas ciento de años que el gigante de casi 2000 transformó el lugar y lo convirtió en uno de los más raros del Parque Nacional Lanín.
Pablo Botticelli, un caminante de las montañas, lidera la travesía. Fabián Correa lo acompaña. Saliendo de la ciudad hacia el Norte, se accede al camino del lago Lolog. Una vez que la curva de ripio deja atrás el espejo de agua, siempre ventoso, hay que seguir hasta sorprenderse con otro lago, el Curruhue Chico, con algunos juncos en medio, que lo distinguen. Es necesario avisar al guardaparque antes de iniciar el camino.
Al final del camino, el Curruhue Grande se abre con su agua serena y helada. El camping es el lugar para aprovisionarse de tortas fritas en un desayuno apurado, con mate bien cebado. Y ya está todo listo para caminar. Borceguíes o calzado de trekking, agua, pantalones largos, mochila y un rompevientos o polar son indispensables. Este es el momento que Pablo define como "abandonar el turismo desde la ventanilla del auto", para internarse en la naturaleza.
Al dejar atrás las playas de la laguna verde, se penetra en el bosque, en subida, en medio de cañas. El sendero se abre paso entre ñires achaparrados, con sus hojas pequeñas, y los notros rojos, aún florecidos. Por encima, lengas y alguna araucaria cierran el bosque. Se aprecia el lago Epulaufquen, al Norte. Tanto turquesa contrasta con el verde.
Tras una hora de ser seguidos por tábanos, sorprenden las primeras formaciones de lava, junto al sendero. Hasta que el bosque se termina y se abre en una pampa rara, desierta, sin vegetación, negra, surcada por arroyos.
Es el lugar elegido para un almuerzo frugal de sándwiches y frutas, acompañados con agua de deshielo. Al cruzar el arroyo, se abre la inmensidad del paisaje lunar.
Al frente, dos picos grises; a la izquierda, una pared de arena negra, y al girar la cabeza, se descubre imponente el cono perfecto del volcán Lanín, nevado, que exhibe su cara sur, la más difícil de escalar.
El sendero desapareció y ahora se trata de caminar por la arena negra, junto al volcán. Se puede acceder a la cumbre trepando y trepando, para descubrir su cráter, apagado, inmenso. El sendero llega a una cascada de más de 100 metros de altura. El salto de agua parece un rascacielos. Subiendo una enorme duna de arena volcánica negra, se llega hasta un bosquecito, donde está el sendero que conduce al pie de la cascada.
Segunda parada obligada para recuperar fuerzas e iniciar el regreso. Todo es mucho más rápido ahora, cuesta abajo, hasta alcanzar nuevamente las playas de la laguna Verde.
Pablo organiza caminatas como ésta en Lanín Expediciones (cuya página es www.laninexpediciones.com.ar ), empresa especialista en turismo de aventura, donde caminando también se puede llegar a la Luna, o algo parecido.
Salidas de trekking guiadas
- Recorrer El Escorial, todo el día, con vianda y traslados, ronda los 100 pesos por caminante. Hay opciones de medio día que ofrece Ulmen ( www.ulmen.com.ar ), con valores que van de los 25 a los 55 pesos, recorriendo territorio mapuche y conociendo su cultura con un guía de la comunidad. Hay opciones para visitar, a una decena de kilómetros de esta ciudad, miradores del lago Lácar, playas vírgenes y disfrutar de una merienda mapuche con tortas fritas. Las salidas de todo el día pueden incluir el paraje Trompul o la base del volcán Colorado (150 pesos); hay que animarse a escalarlo y pernoctar para regresar al día siguiente.