Luego de su renuncia al instituto de ablación e implante de órganos. Perichón: "Espero que mi error no afecte para nada al Incucai"
El ex titular de la entidad reconoció que se equivocó al revelar el caso de Sandro
ROSARIO.- "Cometí un error y me hago cargo; por eso, presenté la renuncia y le pedí disculpas públicamente a Sandro", se excusó el médico rosarino Armando Perichón que, hasta anteayer, estuvo al frente del Instituto Nacional Central Unico de Ablación e Implante (Incucai). La ministra de Salud, Graciela Ocaña, le pidió la renuncia a ese cargo por haber revelado que el cantante Sandro se encontraba en lista de espera para recibir un trasplante.
-¿Cómo fue que reveló que Sandro se encontraba en la lista de espera para donación de órganos?
-Un medio de comunicación de la ciudad de Buenos Aires me vino a hacer un reportaje un día desafortunado. En una de las preguntas, que no habían sido pautadas previamente, me consultan sobre si yo sabía que Sandro estaba en lista de espera para un trasplante de órganos. Cometí un error al revelar que era así. Yo creo que los errores que cometen los funcionarios los tienen que pagar. Inmediatamente se tienen que ir, y eso es lo que hice.
-¿Tuvo oportunidad de hablar con Sandro?
-Yo soy un perejil al lado de Sandro, que es un ídolo popular a quien respeto enormemente. No hubo ningún tipo de mala intención. Nada más. No tengo que hablar con él, porque, insisto, yo no soy nadie para hablar con Sandro.
-¿Qué imagen tiene la gente del Incucai?
-Para mí fue un orgullo haber conducido el Incucai un año y medio. Nosotros hicimos una encuesta, que todavía no se conoció, que revela que el Incucai tiene el 82 por ciento de imagen positiva en todo el país, y yo quisiera saber cuántas instituciones del Estado tienen esa opinión pública a favor.
-¿Cómo puede afectar a un paciente que está en lista de espera que se divulgue su identidad?
-Cuando esto sucede, se rompe algo que es prioritario: la intimidad de las personas. Sólo el paciente puede decir lo que le está pasando, el único que puede hacerlo es él y éste fue el error que cometí en el caso de Sandro.
-¿Una situación como la que desencadenó la divulgación de que Sandro está en lista de espera puede afectar la credibilidad de los trasplantes de órganos?
-Espero que mi error, que es personal, no afecte para nada a la institución. El Incucai es absolutamente confiable y yo pongo las manos en el fuego por la institución.
- ¿Que una figura pública como Sandro haya acudido al Incucai demuestra un cambio en la imagen que tiene la gente de los trasplantes de órganos?
- Sí, por supuesto. Pero más allá de la decisión de Sandro, la sociedad tiene que tomar conciencia de la importancia que tiene la donación de órganos y, en ese sentido, Sandro es uno más de los cinco mil y pico de pacientes que están en la lista de espera.
-¿Siguen existiendo los mismos temores que hace un tiempo atrás sobre la donación de órganos?
-No, eso cambió radicalmente. Hace veinte años, se hablaba del tráfico de órganos, de que secuestraban a los niños, y esos temores infundados han ido desapareciendo. El año pasado, llegamos a tener 486 donantes en un año, un récord en los 30 años de historia del Incucai. Desde 2003 hasta hoy, se duplicó la tasa de donantes por año y somos vistos por muchos países del mundo como un país que está haciendo las cosas seriamente, independientemente de funcionarios como yo, que cometen errores.
-¿El dinero, la fama, las influencias pueden contribuir a que se cambie una ubicación en la lista de espera?
-No, en absoluto. Hay que explicar cómo funciona una lista de espera para disipar esos temores. La lista de espera, en realidad, es una base de datos que no tiene orden prelatorio. Hay tres variables que son fundamentales: el grupo de sangre, el perfil genético y los datos antropométricos del individuo.
Esos tres datos, cuando aparece un donante, se miden y se comparan a través de un sistema informático al que no puede acceder nadie, con las personas que esperan un trasplante.
Esa es la forma de distribuir los órganos. No importa si una persona entra hoy o dentro de diez años. Lo que importa es que se encuentre el donante ideal que cumpla con los requisitos.
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