Philippe Claudel: "La escritura y el cine es la necesidad de ir hacia otros"
Una voz exquisita, incómoda y actual de las letras europeas, en su primera visita a Buenos Aires: una ciudad soñada que pasó a ser real
El francés Philippe Claudel (Nancy, 1962), escritor y director de cine poco popular por estas latitudes, es sin dudas una de las voces más exquisitas e incómodas de la literatura europea actual, cuyos textos -a veces minimalistas, otras llenas de claroscuros y detalles- se empecinan en contar el desasosiego del que busca huir para vivir más liviano. En Almas grises -premio Renaudot 2003 y Libro del Año por los libreros franceses-, su narrador lo explica mejor: "Suele decirse que tememos lo que no conocemos. En cambio, creo que el miedo surge cuando descubrimos lo que hasta el día de hoy creíamos ignorar". Como muchos de sus personajes, Claudel parece determinado a presentar ante los ojos de los demás aquello con lo que no quisieran vivir.
Autor también de El informe de Brodeck (premio Goncourt 2007), Claudel consigue que en todas sus novelas se escuchen los estruendos de la guerra y se sienta el olor de la pólvora y la carne chamuscada. En diálogo con LA NACION, de visita en Buenos Aires para participar de la VI edición del Festival Internacional de Literatura de Buenos Aires (Filba), dio sus razones. "Tengo la relación que todo ser humano debería tener", declara exhibiendo la tapa de un diario cuya foto principal muestra a tropas de los Estados Unidos, tras el anuncio de que atacarán Siria para combatir a los jihadistas de Estado Islámico. Entonces, suelta la página y con una sonrisa resignada agrega: "No hubo un solo período de la humanidad sin guerra. Es lamentablemente un estado constante de la humanidad. Quizás está lejos de los países que vivimos, pero siempre presente. En Francia me preguntan cuándo dejaré de hablar de la guerra, pero, aunque lo haga, siempre va a estar ahí".
Claudel se crió en el norte de Francia, a una hora de Verdún, donde tuvieron lugar los mayores combates durante la Segunda Guerra. Allí quedan los restos del único campo de exterminio que existió en territorio francés. Él se asegura la precisión del nombre. Lo escribe sobre el bloc de notas, en imprenta: Campo de Struthof.
"De niño jugaba donde habían estado las trincheras y encontraba balas", cuenta el guionista, cuyo film Hace mucho que te quiero obtuvo en 2008 el César a la mejor ópera prima. Al igual que en sus novelas, donde el verdor de la hierba alterna con el rojo y gris de las cañoneras, en su días la vida y la muerte coexisten sin extrañeza. "Hoy, cuando voy allí a juntar champiñones, también encuentro restos de obuses de la guerra. Todo en un paisaje magnífico. Porque muy a menudo, como algo irónico, los campos de exterminio han estado situados en paisajes muy hermosos."
No teme adentrarse en las aguas del horror. No necesita preservarse. Puede encontrar placer en escribir. Como en El informe... donde la esposa del jefe del campo de concentración asiste todas las mañanas a un ahorcamiento con un bebe en sus brazos, al que le da el pecho mientras ve aquello. "Objetivamente es una escena terrible. Pero cuando lograba escribirla, estaba muy feliz, pese a que era detestable. Es el mismo placer del ebanista que logra hacer un mueble lindo y está contento, y a lo mejor lo que fabricó es una guillotina", compara.
Habitante de contrastes
Desde su época de maestro, cuando enseñaba Antropología Cultural y Literatura en liceos y la Universidad de Nancy II, Claudel está acostumbrado a habitar contrastes. Durante doce años, dio clases a reclusos en una prisión y a niños con discapacidades físicas en un hospital. El motor, "la necesidad de ir hacia los otros que no pueden venir a mí". En esos tiempos, aprendió "lo difícil que es juzgar, además de peligroso. La escritura o el cine es eso, ir hacia los otros".
Para el autor de La nieta del señor Linh (2006), parábola sobre el exilio y la determinación a conservar la identidad, quizás allí esté el rol de un escritor: despertar a los otros. "Vivimos en sociedades gobernadas por el miedo y hay muchas cosas que hacen que nos quedemos dormidos o anestesiados", sostiene, y se pierde en la ventana, tratando de atrapar la tibia luz del sol que se filtra en el lobby donde se desarrolla la charla. "Por fin puedo estar en la ciudad de Borges y Bioy Casares; ambos tuvieron mucho que ver en mi formación." Con la mirada clavada en el ventanal, sigue: "Estar aquí es como pasar de una ciudad soñada, literaria, a una ciudad real". Afuera, las persianas de un garaje terminan de enrollarse.
Soy tu librero
Además de la obra de Borges, el escritor francés sugiere una lista de títulos imprescindibles
1. El caballero sueco
Leo Perutz
2. Una tumba sin nombre
Juan Carlos Onetti
3. Viaje al fin de la noche
Celine
4. Los mares del Sur
Manuel Vázquez Montalbán
5. Un año sobre el altiplano
Emilio Lussu
6. American Psycho
Bret Easton Ellis
7. Un dique contra el Pacífico
Marguerite Duras
Las últimas palabras del encuentro
Hoy, a las 23.30
Segundo Slam Copa Filba
Torneo de poesía oral en el teatro Xirgu, Chacabuco 875
Mañana, a las 17.30
Philippe Claudel en diálogo íntimo con Claudia Piñeiro
En el Malba, F. Alcorta 3415
A las 19
La bitácora del Filba
Claudel y otros escritores leen sus textos sobre el festival. A las 21, Sima presenta su disco Novela gráfica: canciones y visuales en el cierre del encuentro. Ambas actividades, en el Malba
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