En el sur de Brasil: están casi escondidas, pero el paisaje es increíble. Playas que atrapan a los argentinos
A 90 kilómetros de Florianópolis, Praia do Rosa y Ferrugem son los últimos descubrimientos tras la crisis económica
PRAIA DO ROSA, Santa Catarina.- Llegar hasta ellas no es fácil, pero el que las descubre no se arrepiente de haber hecho sufrir sin tregua a los amortiguadores del auto. Porque al final del camino están Praia do Rosa y Ferrugem, las nuevas playas que eligen los argentinos en Brasil.
A 90 kilómetros al sur de Florianópolis, estas playas con apenas una calle de tierra repleta de baches y curvas, en medio de la vegetación, comenzaron a ser descubiertas masivamente por el turismo argentino esta temporada "poscrisis".
Para conocerlas es necesario llegar primero a Garopaba, el balneario con mayor estructura en la región, y desde allí trasladarse en auto o en combi durante media hora, de la cual 20 minutos son de difícil circulación debido al estado del camino, que los propios habitantes del lugar no permiten arreglar con el fin de evitar la llegada turística masiva. Para muchos, estas dificultades son aceptables para huir de la aglomeración de las otras 42 playas, las de la isla de Florianópolis.
Tanto Praia do Rosa como Ferrugem, a menos de diez kilómetros una de la otra, son preferidas por los jóvenes. Praia do Rosa, una antigua colonia de pescadores casi sin construcciones, cerca del mar y con mucho verde, se convirtió en el lugar ideal para disfrutar de un día de playa. Ferrugem parece una "mini-Pinamar", con carpas gigantes, música electrónica y un movimiento nocturno que comienza a las dos de la mañana, horario que tiene poco de brasileño y mucho de los nuevos frecuentadores.
Tanto Ferrugem como Praia do Rosa tienen cada una aproximadamente 15 posadas y ambos lugares están en pleno proceso de crecimiento acelerado. Son lo que en otras épocas fueron Bombinhas o Itapema, 80 kilómetros al norte de Florianópolis, que eran destinos aislados y casi secretos y hoy son balnearios que se multiplicaron durante el boom del turismo argentino de la convertibilidad.
"Elegimos Praia do Rosa porque no queríamos venir de vacaciones a un lugar saturado de gente y de autos, y nos habían dicho que este lugar estaba bastante aislado de todo eso", comentó Natalia Monforte, de 23 años, que llegó junto con dos amigas. Todas de Palermo, estudiantes y sin fondos para pagar pasaje en avión, decidieron emprender el viaje en ómnibus. Tomaron una de las líneas que salen desde Retiro y bajaron en Garopaba. Allí hicieron dedo para recorrer los 15 kilómetros hasta Praia do Rosa, donde encontraron un cuarto de posada por 60 reales al día, con desayuno.
La característica principal de estas playas ahora visitadas masivamente por argentinos -o por lo menos tan masivamente como la infraestructura permite- es la naturaleza casi virgen del entorno. Lagunas, dunas gigantescas para hacer sandboard y vegetación tupida, ideal para practicar trekking (caminatas) en medio de los morros.
La noche de Ferrugem
De noche, el lugar es Ferrugem. La marca brasileña de cerveza Skol instaló varias carpas para cientos de personas. Desde el mediodía hasta las ocho, de jueves a domingos, varios DJ ponen música electrónica. Kilómetros de playas de arenas blancas y mar agitado se pueden ver a la izquierda y a la derecha del "centro" de Ferrugem.
La segunda semana de enero no había ni un cuarto de posada libre. "Estamos llenos, y el 70% de nuestros huéspedes es argentino, la mayoría jóvenes de clase media y media alta", comentó a LA NACION César Fritzem, socio de la posada Ferrujao.
Cuando cae la noche, la opción es comer un PF. Sí, un prato feito (plato hecho): filet de pescado o pollo, con arroz, batatas fritas y ensalada. Cuesta entre 6 y 8 reales, más la bebida. Otra opción son los clásicos "por kilo", a 1,30 peso los 100 gramos.
Frente al mar los precios son otros. Un filet de pescado con salsa de camarón y guarnición, para dos personas, no cuesta menos de 30 reales (y el real y el peso valen casi lo mismo). Los demás restaurantes tienen precios dignos de cualquier buen lugar de comidas. Es la inflación de la presencia argentina y paulista, estos últimos con fama de ser los potentados de Brasil.
A la una y media o dos de la mañana comienza la agitación en los boliches de la Estrada Geral da Ferrugem, como el Bali Bar, Molokai o Krakatoa. Las alusiones a Indonesia son constantes, traídas por surfistas que conocieron esos lugares o los consideran referencias de un paraíso. Como si el propio lugar ya no se le pareciera bastante.
Gamboa y Siriú
- PRAIA DA GAMBOA, Santa Catarina.- Se llaman Praia da Gamboa y Siriú y difícilmente alguien las haya oído nombrar. Están a unos 75 kilómetros de Florianópolis y pueden ser el "futuro" descubrimiento argentino. Para llegar, saliendo de la ruta BR-101, hay que andar por 15 kilómetros de tierra que se vuelven intransitables con la lluvia. Cuando lo único que se ven son vacas, aparece un cartel que anuncia: Siriú para la izquierda y Gamboa para la derecha. Así se llega a estas playas casi desiertas, de aguas tranquilas y con solamente cuatro o cinco posadas cada una. Un remanso.
Qué se puede hacer
Paraíso: Praia do Rosa y Ferrugem parecen estar en el fin del mundo, pero en ninguno de los dos lugares faltan cosas para hacer. A continuación, una lista de las actividades preferidas de los turistas.
Arenas: los más audaces prefieren hacer sandboard , deslizándose por las dunas de Ferrugem.
Encanto: un paseo más relajado consiste en visitar las cascadas de la zona, como la Cascata da Encantada, y bañarse en el agua helada y en medio de los árboles.
Bajo el agua: hacer snorkel en las piscinas naturales del lugar conocido como Cementerio Indígena puede ser un buen programa para que disfrute toda la familia.
Para valientes: hacer rafting en un río cercano a Praia do Rosa. Los interesados pueden reservar sus lugares llamando a la empresa Trekking das Aguas Rafting & Expediç›es, al teléfono (48) 2457279.
Viento y mar: chicos y grandes pueden tomar unas clases de surf en la Escuela de Surf del Capit‹o David.
Programa tranquilo: los que desean hacer ejercicio y disfrutar del paradisíaco paisaje pueden ir caminando hasta playas vecinas como Vermelha y Ouvidor.
Noctámbulos: los más jóvenes eligen pasar el atardecer en Ferrugem con un batido de ananá o maracujá, escuchando música en el chill-in y preparándose para la noche.
Imperdible: nadie debería irse de esta zona sin antes comer açaí na tigela después de un día de ejercicio. El açaí es una fruta amazónica energética que se come helada en una especie de pasta, en una tigela (vasija).
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