Portuñol: el idioma que se comparte en un Brasil invadido por argentinos
Los turistas mezclan el español con el portugués, en combinaciones que no siempre los llevan a conseguir lo que quieren o necesitan
FLORIANÓPOLIS.- Érica Reyes lo intentó. Como todo argentino que apenas pone un pie en Brasil: probó un par de palabras en portugués. Terminaciones en "inho", "inha", intercaló alguna que otra palabra que había incorporado en algún viaje anterior, obrigado, bom dia, vamos a praia. Intentó como todos ese "portuñol", mitad portugués, mitad español, que por estos días se convirtió en el idioma oficial del verano. Pero algo no salió bien. Cuando sus amigas la eligieron como la encargada de pedir los licuados en la barra de zukos que se levanta en plena playa en Jureré Internacional, ella improvisó. Al final, canceló el pedido. No entendía por qué, aunque ella había pedido tres licuados de ananá, el vendedor insistía en preguntarle si eran doce. "¿Doce? No, sólo son tres", dijo esta porteña de 24 años a la que el portuñol no le alcanzó. En realidad, lo que el chico de los tragos le estaba preguntando era si los quería dulces, es decir, con azúcar agregada.
Este tipo de malentendidos es cada vez más frecuente en este verano brasileño con mucho sabor argentino. El aluvión de turistas que por estas horas invade Brasil, que transformó el perfil de la ciudad. Cuando uno recorre las distintas playas, casi en todos lados escucha tonadas cordobesas, tucumanas o el inconfundible acento porteño, mezclado entre los turistas locales. Uno podría arreglárselas sin problemas sin saber más que castellano. Pero así y todo son muchos los que intentan ejercitar lo mucho o lo poco que saben de portugués. No son pocas las ocasiones en las que se encuentran con interlocutores que después de verlos hablar con gestos y palabras sueltas en portugués les responden en un impecable castellano. "Cuidado con el portuñol", advierte un diario, Jornal Latino, que circula en los hoteles y posadas donde se suelen hospedar los argentinos.
Cuidado porque en ese intento de hablar lo que no se conoce muchas veces se puede meter la pata. Y a continuación, publica una guía de los errores y malentendidos en los que suelen verse envueltos los argentinos en su intento de hablar portugués. Los falsos amigos, así se llaman en la jerga de los idiomas aquellos conceptos que suenan similar, pero que quieren decir cosas totalmente contrarias.
Y cita, por ejemplo, que mientras que exquisito para los argentinos es algo delicioso, en Brasil significa algo de sabor extraño. O corpiño, que mientras que para nosotros es una prenda interior, para los brasileños significa una persona esbelta. Y cuenta la anécdota de un hombre que fue malinterpretado cuando le dijo a una joven que aunque ella tenía 30 años, tenía un corpinho como de 20. Otro malentendido puede surgir, explica el diario de Florianópolis, si a una mujer le preguntan si por una determinada situación quedó embarazada. En realidad, le preguntan si sintió vergüenza.
"Sí. Es típico. Apenas bajamos del avión estábamos todas tratando de hablar en portugués. Eso les pone más onda a las vacaciones. Si no, es como si no estuvieras en Brasil", dice Valentina Bruera, de 22 años y estudiante de Derecho cordobesa, sentada en una ronda de amigas en la parada 15 de Jureré. "La que más sabe es ella", dice Micaela Ferreyra, de 21 años, señalando a Jazmín Pica, que ostenta el currículum de haber tenido portugués un año en la secundaria. Jazmín es la encargada de pedir los tragos, de ir al frente cuando se quieren relacionar con un grupo de garotos.
Pero no siempre las cosas resultan como sus amigas lo esperan. El día anterior, por ejemplo, la banda de las cordobesas intentaba regatear un precio en un negocio. Jazmín intentó ponerse en la brecha y mediar. Pero después de un rato de negociaciones, dejó todo y salió del local. "¿Qué te dijo? ¿Qué te dijo?", le preguntaron las amigas. "No sé. No entendí nada y me cansé", fue la inesperada respuesta.
Son muchos los términos que suelen suscitar malentendidos en los que pueden caer los argentinos y los brasileños, según explica el diario catarinense. Por ejemplo, aquí, borracharia, que aunque parezca que es el lugar donde se reúnen los borrachos, en una gomería, ya que borracha significa goma. Una mala en portugués es una valija. Propina quiere decir coima, vaga no es una persona que no trabaja sino un espacio disponible, por ejemplo en un estacionamiento. Mientras que pelado en la Argentina es alguien sin pelo, en Brasil se usa para identificar a alguien sin ropa. Por eso, sería peligroso decir que uno se está quedando pelado. Podría interpretarse como que uno se está quitando la ropa. En cambio, en portugués se dice careca a quien no tiene pelo. El término pelada se usa, pero para hablar de un partido corto de fútbol entre amigos, lo que nosotros llamaríamos un picadito. A la picada, en cambio, de quesos y salames ellos la llaman de otra manera: vamos beliscar alguma coisa, significa "¿picamos algo?". Un aviso para los adictos a las promos y descuentos. Si en Brasil se encuentran con un cartel que anuncia Gran barata, mejor detenerse y buscar la chancleta. En portugués significa "gran cucaracha" .
Hay nombres de frutas que se prestan a confusión. Por ejemplo, la ciruela. El adicto al portuñol aplicará la declinación de las palabras en portugués y podrá pedir en la verdulería un kilo de cirolas. En realidad, estará pidiendo un kilo de calzoncillos. Mientras que la fruta, aunque es otra cosa, se dice acerolla.
Los argentinos hablando portuñolson un clásico de este verano. Como intercalar la frase mais grande do mundo, para querer usar una expresión familiar en medio de una conversación. Sin embargo, explica Gerson Gonçalves, un vendedor de pareos de un local en Praia dos Ingleses: "Nosotros nunca usamos esa expresión. Sólo la usan los argentinos que hablan portuñol. Nosotros decimos o maior no o mais grande do mundo".
A la hora de entablar una negociación de precios con los vendedores ambulantes, los argentinos despliegan todo su encanto. Y los vendedores hacen lo mismo. Como le pasó a María Paula Curzi, de 33 años y de Pilar, que vino de vacaciones con Rodrigo Isequilla, su pareja. Mientras intentaba conseguir un buen precio en un pareo, que se ofrecía por 30 reales, el vendedor la convenció de que se llevara dos por 50 reales, y para eso le ofreció uno con la bandera de argentina y ofreció cobrarle en la playa con tarjeta de débito. Irresistible. Pero cuando Paula ya no entendía lo que le decía el vendedor, intervino Rodrigo, que trabaja en una empresa brasileña y que habla perfecto portugués. "Se sorprenden cuando te escuchan hablar. Desconfían. «Y vos ¿por qué sabés tanto portugués?», te preguntan. Están más acostumbrados al portuñol", comenta. "Igual, a la hora de comprar y vender, parece que habláramos el mismo idioma. Ahí te entienden perfecto el castellano, como si fuera portugués", remata ella.
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