San Martín, capital de la impunidad
Es el distrito en el que más policías fueron acusados por actos de corrupción; muchos delincuentes se refugian en las villas
En San Martín, los vecinos le temen tanto a los delincuentes como a la policía. El secuestro del empresario Abraham Awada, en agosto último; la captura de los tres presuntos asesinos de Miguel Lecuna, el marido de Georgina Barbarossa, en una villa de emergencia de la zona; los policías de la comisaría de Billinghurst acusados de pedir dinero y apremiar ilegalmente a inocentes para no armarles causas penales y el allanamiento en la mismísima Jefatura Departamental local, pusieron a San Martín en la picota.
Durante los primeros once meses de este año, en la jurisdicción que comprende los partidos de San Martín, Tres de Febrero, José C. Paz, San Miguel y Malvinas Argentinas se denunciaron 60.760 delitos, según datos de la fiscalía general del distrito.
Esto significa que, allí, cada día se denuncian 182 delitos, uno cada ocho minutos. Casi el 60 por ciento de los delitos se comete en San Martín y Tres de Febrero, una zona que, hasta hace algunos años, era considerada como el polo del desarrollo industrial del Gran Buenos Aires.
Según fuentes del Ministerio de Seguridad bonaerense, la departamental San Martín tiene el récord de policías separados de sus cargos por hechos de corrupción. Durante el último mes, 20 efectivos -entre ellos, cuatro comisarios- fueron pasados a disponibilidad preventiva.
En octubre último, sólo en San Martín fueron robados 82 automóviles. En la fiscalía general hicieron un mapa para establecer la distribución geográfica de esos robos: el 90 por ciento fue sustraído de las cuadras adyacentes a la comisaría 1ra. y a la sede de la Jefatura Departamental.
Hace poco más de un mes, un fiscal procesó por hurto a un cabo de esa comisaría que, con una grúa, robó una camioneta 4x4, la estacionó a la vuelta de la seccional, le sacó las cuatro ruedas para colocarlas en su camioneta y la abandonó sobre cuatro caballetes. Todo a plena luz del día.
"Esto pasó porque ese policía se sintió impune. Después de que detuvimos a este efectivo y a los policías de Billinghurst, los vecinos se dieron cuenta de que no permitiríamos ningún abuso policial más. Pero a partir de las denuncias de los vecinos descubrimos que, en algunos casos, la corrupción policial se daba en niveles donde debían tomarse resoluciones", dijo Luis María Chichizola, fiscal general de San Martín.
"No molestar. Policías durmiendo." El cartel con semejante leyenda colgaba de la puerta de la comisaría de Villa Concepción cuando una vecina fue, una noche, a radicar una denuncia. La mujer hizo la denuncia ante la fiscalía. Toda la plana mayor de la seccional fue relevada.
De acuerdo con una investigación hecha por LA NACION, el 20 del mes último, un suboficial retirado de la Policía Federal que trabajaba como custodio en una empresa telefónica fue baleado por dos delincuentes que intentaron asaltar el camión que recaudaba monedas de teléfonos públicos.
Uno de los dos asaltantes resultó herido en una pierna y fue llevado al hospital Thompson. Allí, por medio de su abogado, pagó 4000 pesos a dos efectivos de la policía bonaerense para que lo desvincularan del hecho.
Si bien no existe una causa abierta, fuentes confiables aseguraron a LA NACION que se investiga una serie de hechos en los que policías "vendieron" protección a delincuentes en la zona comprendida entre el laberinto de monoblocks conocido como Fuerte Apache y la villa Carlos Gardel.
"El problema de la inseguridad no se resolverá hasta tanto no se arregle toda la cuestión social. No todo delincuente es pobre. Existe un caldo de cultivo en las zonas marginales. Nosotros actuamos cuando el delito se cometió. Hay una cuota de responsabilidad en la policía, debe mejorar la prevención para que los delitos no se cometan", explicó Chichizola.
Factores diversos
"Otro factor de la inseguridad es la gran cantidad de detenidos que hay en comisarías, lo que desvía la atención de la policía que, por cuidar presos, no patrulla las calles. En las 29 seccionales de San Martín hay 700 detenidos. Se turnan durante seis horas para dormir porque no entran en los calabozos", dijo Chichizola.
Según estadísticas policiales y judiciales, el 60 por ciento de los asaltos a personas en el distrito ocurrió entre las 16 y las 20.
La proximidad con la Capital y San Isidro hace que muchos de los delincuentes que actúan en esas zonas busquen refugio en San Martín, facilitado por el hecho de que allí se levantan 23 villas de emergencia, situadas cerca de vías de acceso rápido a la Capital y a San Isidro.
En la Villa Puerta 8 -Camino del Buen Ayre y Ruta 8-, la policía detuvo a los presuntos asesinos de Lecuna. Fuerte Apache y las villas Loyola y Las Ranas fueron refugio de algunas de las superbandas de asaltantes que, en la última década, fueron el azote de bancos y blindados.
Las Ranas es el dominio de un delincuente llamado Saltamontes , que heredó el puesto de un malviviente conocido como Loco Loco , muerto hace dos meses cuando intentó robar un Peugeot 405 a un suboficial mayor de la comisaría de Villa Martelli que trabajaba como remisero.
Mientras, Loyola es el imperio de una banda denominada Los Cañitas .
Si bien en ambas villas de emergencia vive gente de trabajo, allí domina el lenguaje del terror. "No se puede salir a la puerta de casa. Te roban a cualquier hora del día, en moto, en auto o a pie. Hace dos meses mataron a una mujer que denunció a las bandas que asaltaban en la villa", denunció un comerciante vecino de Las Ranas.
Así se vive hoy en San Martín, la capital de la impunidad y del miedo.
Entre cinco y diez mil pesos
- Tanta era la impunidad de los policías de San Martín investigados que, en el caso de la comisaría de Billinghurst –varias personas denunciaron que allí les exigían entre cinco y diez mil pesos para no armarles causas penales en contra–, tres de los suboficiales involucrados, que no ganan más de 700 pesos por mes, no ocultaban su pasión por los autos costosos y circulaban a bordo de Ford Focus, BMW y Volkswagen Golf. Según varios vecinos, que pidieron la reserva de su identidad, en la cuadra de esa comisaría era común la venta de drogas.
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