Crónicas del país. Santiago extraña la peña de los artistas
Añoranzas de un local que cerró en el 76
SANTIAGO DEL ESTERO- Esta provincia, musical por antonomasia y cuna del folclore, contó hasta 1976 con un solar artístico conocido como El Rincón de los Artistas, genuina expresión popular que perdura en la memoria.
Bodegón y pizzería, el modesto salón ya inexistente de la céntrica calle Tucumán, a metros de la plaza, de paredes decoradas con groseros brochazos de pintura al aceite y murales alegóricos, tenía una fuerte identificación con el hombre común y su cultura. Sillas y mesas de madera completaban su rústica infraestructura donde músicos, poetas, cantores, recitadores y humoristas desgranaban su arte.
Cerca del mediodía comenzaba la función, y tras el paréntesis para la consabida siesta provinciana, reabría al atardecer hasta la madrugada siguiente. Las clásicas empanadas, tamales, pizza y el vino servido en jarras de metal eran el menú único a precios módicos.
Lo fundó don Pedro Evaristo Díaz, sencillo y modesto vecino que vino desde su paraje natal Tiuyoj a tentar suerte en la ciudad. Un discreto ejecutante de guitarra, autor de varias composiciones folclóricas, algunas de notoriedad. Lo hizo en sociedad con Edmundo Soria, funcionando primero como un bar, el Bar Casino.
Al poco tiempo, Díaz compró la parte de su socio y lo transformó en ámbito para los artistas populares; esos sin cartel a fin de que tuviesen su espacio. Lo rebautizó El Rincón de los Artistas, un bastión representativo y emblemático de la expresión musical lugareña.
Tuvo sus músicos "estables". Entre los más célebres y recordados, el grupo compuesto por el "Mandinga del Bandoneón" – Víctor Orellana, los guitarristas hermanos Campos y el "Payo" Luna, un albino malabarista del bombo. El cantor, Enrique Simón, que consolidó su fama como intérprete de tangos porque desechó otros escenarios.
"Ahí aprendimos a amar a nuestra música", dice Leandro Taboada, fundador del conjunto vocal folclórico Los Tobas. "Era un ámbito concurrido por músicos humildes y muy respetuosos, que no fácilmente se animaban a actuar en otro ámbito justamente por respeto al público. Todo lo contrario que en estos tiempos".
Al Rincón llegaban cual si fuera un compromiso ineludible, casi un rito, intérpretes de trayectoria o renombradas figuras. No faltaron tampoco personalidades de notoriedad, ilustres visitantes o turistas que encontraban el punto de excelencia para escuchar la música santiagueña.
"Por caso, Jorge Luis Borges, Ernesto Sabato y Victoria Ocampo, entre otros popes de la cultura argentina invitados por mi padre", evoca el doctor Mariano Paz, cuyo progenitor y homónimo fue un destacado promotor de la cultura a la par de Bernardo Canal Feijóo. "Lamentablemente, todas las cosas buenas aquí desaparecen", afirma, al recordarlo.
Hasta Astor Piazzolla ejecutó una madrugada su clásico Adiós Nonino. El "Mandinga" le prestó su bandoneón al que le faltaba una tecla. La interpretación, no obstante lo espontáneo e improvisado, fue igualmente impecable, sublime; vivencia emotiva y perdurable en la memoria de este cronista.
Un cachet en especies
En "El Rincón de los Artistas" no había limites ni impedimentos para que alguien demostrara sus condiciones artísticas. Tan sólo había que pagar la consumición y no se cobraba derecho de espectáculo, salvo algunos números de cartelera. El premio al artista: alguna propina voluntaria o el plato de empanadas y vino de invitación que Don Pedro convertía en cachet efectivo.
En 1976 cerró sus puertas definitivamente por imperio de las dificultades económicas. Tucumán, hoy peatonal, perdió así un lugar pleno de duendes musicales poblando los aires con las voces de cantores y sonidos de guitarras, bombos y bandoneones que arrancaban desde sus oscuros muros y mesas tabernarias.
No hace mucho falleció Don Pedro Evaristo Díaz. La ciudad le tributó su homenaje en reconocimiento por esta obra que en mucho contribuyó a la difusión y promoción del folclore y sus valores, desde aquella vieja casona.
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