Se demora el juicio a un médico policial por ocultar la causa real del crimen de un joven
Fernanda Nicora murió sin tener paz. Fue el 19 de febrero de 2017, cinco días después del quinto aniversario del asesinato de su hijo Sebastián. El cuerpo del chico de 16 años había aparecido en la costa de Punta Indio, en el balneario El Pericón. Durante un año la investigación judicial giró en torno a la versión construida por la policía local, que apuntaba a un amigo de la víctima. Pero esa línea no conducía a ninguna parte y el sospechoso al que se señalaba fue sobreseído.
Hasta su último suspiro Fernanda, que a los 40 años murió de cáncer de útero, luchó por saber la verdad y denunció el encubrimiento policial y judicial. "Fue un asesinato que se llevó dos vidas", dice Carlos Nicora, hermano de Fernanda y tío de Sebastián. La familia levantó su bandera y sigue con el caso. Lo hace sobre una base sólida: una segunda autopsia reveló que a Sebastián lo habían matado de un tiro en la cabeza. El médico policial que en la primera autopsia dio otra causa de muerte está acusado de obstruir y demorar el avance de la investigación. Hace un año una fiscal de La Plata lo envió a juicio por encubrimiento. Pero todavía no tiene fecha para sentarse en el banquillo. Mientras, los Nicora creen que deben seguir el mismo derrotero los ocho policías que actuaron en la escena del crimen y "contribuyeron a garantizar la impunidad" del crimen.
El 14 de febrero de 2013, Sebastián salió de su casa en Verónica con un amigo, un año menor que él. Fueron al balneario El Pericón, el más popular de Punta Indio, una localidad próxima a La Plata. Se sabe que alquilaron una habitación en un hostel de la zona. El cadáver apareció al otro día -entre las 5 y las 6- tendido en la playa, con la cabeza destrozada.
"La policía bonaerense se ocupó de levantar los rastros. Pero no vallaron la zona; se contaminó y modificó lo que podría haber sido un elemento de prueba. Incluso el cuerpo de Sebastián fue movido. A la madre le avisaron a las tres de la tarde, pero al principio no le dijeron que el muerto era su hijo, sino el amigo. Y para colmo después le allanaron la casa sin orden judicial. Todas estas desprolijidades despertaron la sospecha de Fernanda de que la policía estaba detrás del crimen", recuerda Margarita Jarque, directora de Litigio Estratégico de la Comisión Provincial por la Memoria (CPM), que colabora con la familia Nicora en el reclamo de justicia y que llevó el caso incluso hasta la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).
La fiscal Ana Medina, inicialmente, convalidó la hipótesis de los policías de Punta Indio, que señalaba a Santiago Trébol, el amigo de Sebastián, como posible autor del asesinato. El médico policial José Daraio, que hizo la autopsia, concluyó como causal de muerte una serie de heridas en el cráneo producidas con un elemento punzante. Los investigadores no tenían ni arma homicida ni un móvil del crimen, pero Trébol había sido la última persona en ver a Sebastián con vida. Eso bastó para deducir que lo había matado, aunque se destacó que podía haberlo hecho "accidentalmente".
"En el primer año posterior al crimen Fernanda no encontraba explicación. No se conformaba con la hipótesis del 'accidente'. Encima, en la autopsia se habían omitido estudios esenciales. Con convicción, Fernanda luchó y logró que se hiciera una nueva autopsia", explicó Jarque.
La segunda autopsia, realizada por la Asesoría Pericial de la Suprema Corte a fines de 2013, arrojó datos contundentes: "La causal de muerte se produjo por traumatismo craneoencefálico con destrucción de masa encefálica producido por un proyectil de arma de fuego que, ingresando por la región frontal izquierda, realizó una trayectoria de adelante hacia atrás, levemente de izquierda a derecha y levemente de arriba hacia abajo". A Sebastián lo habían ejecutado de un disparo en la cabeza.
"En los pueblos se sabe todo"
"La investigación fue totalmente irregular, signada por la negligencia e inefectividad de los agentes estatales. Durante un año el Ministerio Público Fiscal planteó una única hipótesis. Solo se logró la imputación del médico policial de la comisaría de Verónica, pero eso no es más que un recorte (ver recuadro). Planteamos que existió un encubrimiento por parte de los ocho policías que actuaron en la escena del crimen y que, al igual que el médico, contribuyeron a desviar la investigación y a garantizar la impunidad", se queja Jarque.
Fernanda denunció el caso de su hijo sin descanso. El fuerte dolor que empezó a sentir a la altura de los riñones no bastó para detenerla. Cuando al fin decidió ir al médico, su cáncer de útero estaba muy avanzado. Este año hubiese cumplido 40.
"La angustia por lo de Sebastián -cuenta Carlos Nicora- le bajó las defensas y la fulminó muy rápido. Intentamos seguir de cerca la causa, pero la verdad es que estamos en el campo y se nos hace difícil. Pero en los pueblos se sabe todo. La policía tenía marcado a mi sobrino porque se había mandado unas macanas. Era previsible que fueran a buscarlo, pero la fiscal y el poder político debieron investigar más. Los policías movieron el cuerpo delante de toda la gente. Cualquiera sabe que eso no se debe hacer. Esto ya nos dio una pista de que querían que no pasara nada".
- Margarita Jarque, abogada de la CPM: "La policía se ocupó de levantar los rastros. Pero no valló la zona; contaminó y modificó lo que podría haber sido un elemento de prueba. Incluso fue movido el cuerpo de Sebastián"
- Carlos Nicora, tío de la víctima "En los pueblos todo se sabe. La policía tenía marcado a mi sobrino porque se había mandado unas macanas. Era previsible que fueran a buscarlo, pero la fiscal y el poder político debieron investigar más. Los policías movieron el cuerpo delante de toda la gente. Y eso no se hace"
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