El análisis de la noticia. ¿Será otro esfuerzo inútil?
Ya hubo un intento por sacar la basura diferenciada en la ciudad de Buenos Aires. Hace dos años, en un contexto completamente diferente, en el medio de una crisis brutal y con unos 10.000 o más cartoneros que cada noche buscaban papel y cartón en las bolsas de residuos, el gobierno local decidió que la mejor manera de combatir la suciedad que provocaba la rotura de esas bolsas era separar la basura antes de que ésta llegara a la calle. Así, los cirujas tomarían sólo la "bolsa verde" con papeles y cartones y no romperían la otra.
La Ciudad invirtió, para eso, "más de 2.000.000 de pesos", según la Subsecretaría de Comunicación Social -la vaguedad del dato invita a creer que el número final fue mayor-, en una campaña que proponía un cambio de hábitos en la sociedad.
Se les pedía a los porteños que diferenciaran sus residuos en la cocina, en el escritorio, en el baño. Para ello, se armaron spots televisivos, se invirtió muchísima plata en la televisión, en diarios, en las pantallas verdes de publicidad que hace ocho años que no se licitan... En síntesis, se gastó una fortuna para que la sociedad entendiera que debía modificar una costumbre.
Lógicamente, esto nunca habría podido lograrse en los no más de seis meses que duró la campaña. Todo cambio de hábitos necesita tiempo. Daniel Rosso, actual subsecretario de Comunicación, explicó que en Alemania el plan de separación de residuos está previsto a once años y que en Curitiba se logró una aceptación del 30 por ciento en ocho años. "Y eso se considera un éxito", aseguró.
A once años, en Alemania. A ocho, en Curitiba. Pues en Buenos Aires el mensaje no llegó ni al segundo semestre, pero igual se desembolsaron más de dos millones de pesos. Parece un exceso en dinero y un esfuerzo mal gestionado de quienes trabajaron en la campaña.
El gobierno se niega a interpretar tal gasto como un desperdicio. Entienden que el fin no sólo era la separación de los residuos, sino que también se buscaba la comprensión del fenómeno cartonero. Y sostiene que, ahora, cuando se vuelva a instalar una campaña de separación en origen, ya no se empezará de cero, sino que la gente sabrá de qué se trata.
En principio, es posible que la salida al problema del cirujeo haya sido un error. No era con la bolsa verde como se solucionaría la imagen de una ciudad sucia.
Tampoco resulta lógico gastar 2.000.000 de pesos en una campaña que necesita cierta periodicidad, pero que se abandona al primer revés. Por todo esto, ahora que se anuncia un nuevo impulso para la separación en origen, se parte de una duda: ¿será otro esfuerzo inútil y otro gasto millonario o se habrá planificado bien? ¿Habrá una estrategia sostenida o más medidas espasmódicas? La respuesta no depende de Comunicación, sino de la política.
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