Cómo una lámpara puede cambiar la vida de una aldea en Indonesia
Unas cien familias de Pasir Panjang lograron dejar de ser "prisioneras de la noche" gracias a unas linternas solares de muy bajo costo
SINGAPUR.- Mientras el sol se pone sobre las chozas de tejado de zinc en la destartalada aldea costera de Pasir Panjan, en la isla de Riau (Indonesia), Imelda Sapitri, de once años, corre descalza entre los árboles, emocionada, hacia la casa de su tía. "¡La cena!", grita con anticipación a la luz del atardecer. Pero la puesta de sol marca el inicio de un momento difícil para las cien familias de la aldea.
En este lugar, a media hora en auto de la carretera asfaltada más cercana, la noche es un mundo de ciegos: como no hay electricidad, no hay luces que encender. Para cuando aparece Sumhari, la tía de Imelda, de 45 años, los árboles de su jardín apenas se vislumbran en la oscuridad.
En el pasado, tanto ella como sus vecinos habrían caminado a tientas por el sendero a la luz de una linterna casera de querosene hecha de latas de bebida vacías. Pero, gracias a una nueva organización benéfica con sede en Singapur, los habitantes de Pasir Panjang han dejado de ser prisioneros de la noche.
Cuando, en agosto de 2013, Nusantara Development Initiatives (NDI) llevó la primera linterna solar a la aldea, la vida en Pasir Panjang cambió para siempre.
Estas linternas prácticas y ligeras, cuyas baterías se cargan gratuitamente con energía solar, han estado generando una luz resplandeciente e invaluable en las casas de toda la aldea entre cuatro y ocho horas cada noche. No sólo han permitido que niños como Imelda sigan estudiando de noche, sino que también han eliminado el temor a quedarse sin querosene para sus salidas nocturnas al baño, así como la amenaza de la contaminación resultante de la quema de combustible dentro de las casas.
"El hollín se me metía en la nariz", explica la señora Sumhari. Los niños enfermaban tras pasar la noche cerca de la lámpara de querosene, que les dejaba una capa de hollín en la cara. El año pasado, una familia vio arder su casa después de que su gato tirara una linterna al suelo.
Ahora, con sólo pulsar el interruptor, aldeanos como Sumhari pueden cocinar, visitar a sus amigos o dar un paseo por la playa a la luz de su fiable acompañante.
La linterna solar, que pesa tan solo 300 g, es irrompible. Hasta los pescadores se la han llevado al mar para iluminar la pesca nocturna.
"Ya no tengo que pensar conscientemente en la luz -dice Sumhari-. Tenemos la lámpara a mano siempre que la necesitamos. Me cuesta imaginar cómo era mi vida sin ella."
El éxito de la lámpara solar y los esfuerzos del NDI han sido importantes tanto en Indonesia como en otros lugares. Dos de cada cinco indonesios, es decir, casi 100 millones de personas, carecen de electricidad -al igual que otros 1400 millones en todo el mundo-. Este hecho no ha pasado inadvertido para los cofundadores de NDI, Fairoz Ahmad, profesor politécnico de 33 años, procedente de Singapur, y la investigadora de mercado indonesia Gloria Arlini, de 31, quienes se propusieron solucionar el problema mediante esta iniciativa.
No se trata de una obra benéfica, ni tampoco de proporcionar luz sin más: esta iniciativa está creando empleo. En lugar de entregar las lámparas solares a los aldeanos, se pretende apoyar a mujeres de negocios con corazón.
Durante los últimos cuatro años, NDI ha estado formando a las ibu rumah terang, o "madres de la luz", para que vendan las lámparas solares a sus vecinos. En sólo una o dos semanas, las mujeres aprenden a encontrar compradores, convencerlos y gestionar sus cuentas.
Desde 2010, los esfuerzos del NDI en tan sólo tres aldeas de Riau han generado más de 20 emprendedoras, que han vendido nada menos que 3000 lámparas. El objetivo es llegar a 500 mujeres de toda Indonesia para 2018. "Al empoderar a las mujeres, empoderamos también a las generaciones futuras", señalo Fairoz.
Él y su socia, que compaginan este trabajo con sus empleos a jornada completa, llevan NDI con un presupuesto anual limitado de algo más de 32.000 dólares norteamericanos (40.000 dólares de Singapur), aportados por empresas patrocinadoras y por la Lee Foundation de Singapur.
El NDI vende las lámparas solares -diseñadas por una empresa social norteamericana que cuestan US$ 12 cada una- a emprendedoras rurales como Sumhari a precio de costo.
Luego, las "madres de la luz" venden las linternas a los vecinos de sus aldeas a plazos por un importe total de entre US$ 14 y US$ 16, lo que no suele superar el gasto semanal en querosene.
Dado que el querosene le cuesta a cada familia entre uno y dos dólares a la semana, a la larga, las lámparas solares ahorran dinero a los aldeanos.
Las ventas también aportan un beneficio de unos pocos dólares a las vendedoras, y el NDI vigila regularmente que se ciñan a los precios recomendados.
Dicha suma no es insignificante dado que millones de indonesios viven con menos de cinco dólares al día. Para Sumhari, esos pocos dólares le permiten pagar las tasas escolares de su hija de 16 años, sobre todo desde que su marido, ex jefe de la aldea, cayera enfermo y quedara incapacitado para el trabajo.
Pero las lámparas solares del NDI han viajado mucho más allá de las islas Riau. Pescadores de Sulawesi, situado a miles de kilómetros, en el este de Indonesia, también están comprando las lámparas para llevárselas a casa. Los fundadores de NDI aseguran que la idea puede replicarse en cualquier lugar. De hecho, están buscando socios para ampliar sus esfuerzos en Indonesia, utilizando procedimientos y procesos sistemáticos que ellos mismos han diseñado.
El enfoque sostenible y autónomo de la iniciativa parte de la creencia de Fairoz y Arlini de que hay muchos pobres que no quieren limosnas. "Lo que buscan, en su mayoría, no es caridad sino averiguar cómo mejorar sus vidas -explica Fairoz-. Cuando fuimos allí, no tenían expectativas de que fuéramos a regalarles nada."
Lo que NDI ha aportado es una nueva esperanza para las personas más pobres de la Indonesia rural, iluminándoles el camino para salir de la pobreza. Inspirada por el éxito de su madre, Sri, la hija adolescente de la Sra. Sumhari, está pensando en vender las lámparas online. Entretanto, las ganancias obtenidas por algunas de las "madres de la luz" les han permitido invertir en generadores que les proporcionan una fuente de luz más permanente. Otras están ahorrando para pagar la universidad de sus hijos.
Son casi las diez de la noche en Pasir Panjang. La pequeña Imelda, aburrida de jugar afuera, se tumba en la veranda. Bajo el resplandor de su lámpara solar, saca un cuaderno del colegio y se pone a hacer los deberes. Para ella, esta lámpara representa un futuro más brillante.
David Ee
Temas
Más leídas de Sociedad
El Coloncito. La sala de 1915 que está oculta en el “colegio de los próceres” y Candlelight eligió para sus shows
Cuatro estaciones. Tiene nueva fecha de inauguración el tren turístico jujeño propulsado por baterías de litio
Las noticias, en 2 minutos. El Presidente hablará esta noche por cadena nacional; convocan a un paro docente para apoyar la marcha por las universidades nacionales