Citas políglotas: fútbol o recorridos porteños, la excusa para conocer turistas
Extranjeros y argentinos comparten experiencias deportivas y sociales, como cata de vinos y paseos por lugares emblemáticos de la ciudad; intercambios que generan lazos de amistad sin fronteras

Con un skate en una mano y los botines en la otra, el inglés Dhani Danz, de 29 años, es el primero en llegar. Le sigue el francés Sylvain Coton, de 33, junto a su novia argentina, Noe Sarmiento, a quien conoció en esta misma cancha. Después, van llegando dos indonesios, que llevan puesta la camiseta de fútbol de la selección argentina. Apenas unos minutos pasadas las 20 completan los equipos tres argentinos, dos brasileños y un colombiano. Esta foto se repite cada día en Costa Rica 5299, en el barrio de Palermo, la sede de FC Bafa, una comunidad que reúne a apasionados del fútbol que buscan patear una pelota con personas de todo el mundo.
"Quienes deseen suscribirse solamente deben descargarse la app y elegir en qué equipo jugar. Los partidos, que pueden ser mixtos, cuestan $180 por persona", explica Anne Marie van Beusekom, una de las administradoras de la comunidad, que cuenta ya con 600 miembros activos.
Antes de unirse a Bafa, Noe Sarmiento jugaba en un torneo que nunca llegaba a juntar diez personas. Ahora practica cuando quiere y conoce gente nueva, como a Sylvain, que después de algunos roces en el campo de juego se convirtió en su pareja.
Para Pablo Castro, abogado (35), Bafa fue diseñado a su medida. "Me encanta viajar, soy muy sociable y ultrafutbolero", afirma.
Como Bafa, existen otras comunidades que usan a los contactos locales para explorar la ciudad desde otra perspectiva. A pocos metros, los que optan por degustar nuevos vinos e intercambiar una experiencia en otro idioma van llegando a BrukBar, en Santa María de Oro 1801, donde se reúne todos los jueves la comunidad Spanglish Exchange Ba.
Luego de pagar su entrada -cuesta $250 e incluye la degustación de vinos-, a cada miembro le entregan la calcomanía de su respectiva bandera, que llevará pegada en su remera.
Bajo la luz tenue de un salón lleno de mesas, cada uno ocupa su lugar y toma la copa de vino tinto que da inicio al encuentro. En cada una hay un extranjero y más de tres locales. Tienen 15 minutos para intercambiar palabras en inglés hasta que el sonido de la campana los habilite a hablar en español por otros 15 minutos.
Laura Zanoff, de 32 años, vino sola esta noche. "Hacía tiempo quería retomar el idioma. En pocos meses me voy a Londres, así que me pareció un buen momento para venir y de paso salir de mi zona de confort", expresa, mitad en inglés y mitad en castellano.

En la mesa contigua, Juan Lauro, de 25, y sus dos amigos hablan con un joven estadounidense. "Soy miembro vitalicio de Spanglish. Viajo seguido así que me sirve para practicar. La vez pasada terminé saliendo con una noruega que conocí acá mismo", confiesa.
"Yo estoy de paso, pero a cada lugar adonde viajo asisto a este tipo de encuentros", expresa Lina Marcela, de 32, con un acento colombiano que la distingue.
Cuando suena la campana es momento de que los argentinos roten. Entre copas de vino, risas, intercambios de teléfonos y redes sociales transcurre la reunión, que fue testigo de encuentros que transformaron radicalmente el rumbo de personas del otro lado del océano: "Hace un tiempo una pareja de estadounidenses que se conoció a través de Spanglish nos pidió que le hiciéramos una carta para su ceremonia de casamiento. Los viernes y sábados también organizamos eventos en el bar The Barbeer, de Palermo", dice Andrés Ferretti, de 31 años, director de la organización.
Intercambio cultural
La oferta de experiencias de intercambio cultural en Buenos Aires abunda. Para quienes quieren caminar de la mano de un extranjero y ofrecer su mirada local, la comunidad de Cicerones, un grupo de voluntarios anfitriones de la ciudad, ofrece varios recorridos gratuitos.
Alberto Grunewald, de 72 años, se unió como voluntario en 2015 para conocer gente de otras culturas, practicar inglés y tomar fotografías. Nunca había imaginado que cuando viajase los turistas iban a terminar alojándolo en sus casas.
"Cicerones te habilita a mantener una relación cercana con los turistas, compartir tu día cotidiano con alguien ajeno a tu cultura. Además de los lugares típicos, les fascina que los lleve de paseo en el transporte público para entender cómo vivimos acá", dice .
Couchsurfing es otra comunidad internacional que eligen locales y extranjeros para socializar en Buenos Aires. Les ofrece a sus miembros la posibilidad de alojar viajeros en sus casas y poder ser recibido por un anfitrión en otra ciudad de forma gratuita.
También cuenta con foros y grupos que organizan distintas actividades. Luciano Boile, de 31 años, organiza encuentros LGBT y fiestas por medio de la plataforma. "Hospedar y viajar te ayuda a romper con prejuicios y encontrar puntos de encuentro entre personas", explica.
Luciano Korembelum, de 28 años, vivió recientemente en carne propia Caminito cuando llevó de paseo a unos turistas que se estaban alojando en su casa. "Con Couchsurfing conocí una Buenos Aires nueva, a la que no le importan las fronteras ni los idiomas", subraya.
Lina Marceloturista colombiana"Yo estoy de paso, pero a cada lugar adonde viajo asisto a este tipo de encuentros"Juan Lauroargentino"Soy miembro vitalicio de Spanglish. Viajo seguido, así que me sirve para practicar el idioma"Andrés FerrettiDirector de The Barbeer"Hace un tiempo, una pareja de estadounidenses que se conoció por Spanglish nos pidió que le hiciéramos una carta para su ceremonia de casamiento"
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