"Tal vez seas para mí"; pensó al verlo en el colectivo y se animó a pedirle su número
En una fría tarde de agosto del 2012, Tamara, agotada después de una larga jornada laboral, emprendió su camino habitual a casa. Lo que podría haber sido un regreso como cualquier otro, se transformó y la transformó para siempre. Desde el comienzo, los acontecimientos fluyeron de manera inesperada; el subte, que estaba de paro, la obligó a viajar apretada entre la gente, en el colectivo 24 ramal 1 que solía tomar.
Maldijo la situación por dentro. Ante ella, la esperaban dos horas de viaje y la rodeaba un mundo de gente. Pero, para su suerte, de pronto todo cambió: al levantar la mirada, pudo ver a un hombre joven que la observaba y, al hacerlo, le sonreía. Tamara, nerviosa y sin saber bien cómo reaccionar, comenzó a sonreírle también.
Habían pasado Capital y las miradas aún seguían, sostenidas. Normalmente, ella se bajaba en Wilde, pero ese día lo iba a hacer en Avellaneda, porque se quedaba a dormir en la casa de una amiga. "Ya me tengo que bajar y me voy a quedar sin saber cómo se llama, quién es", pensó Tami. Sin embargo, decidió que el desenlace sería otro: sin dudarlo y sin vergüenza, Tamara se abrió paso entre el tumulto, llegó hasta él, le preguntó cómo se llamaba y le pidió su número de teléfono. "Nicolás", le contestó seguido de un número y una expresión de infinita sorpresa.
Acto seguido, bajó del colectivo impresionada por su propia osadía, por hablarle a un perfecto extraño que la había conquistado con su sonrisa.
Un pequeño problema
"Agarré mi celular y le mandé un mensaje que decía: hola, soy la chica del colectivo, pero no me respondió", recuerda Tamara.
Al día siguiente, Tami volvió a tomar la misma línea de transporte cerca de las 8 de la mañana. Durante el viaje, le llegó un mensaje de él preguntándole su nombre. "Tamara", le contestó, y ahí finalizó la charla.
"Estuve toda la semana pensando en ese chico", cuenta Tami, "Pensando que tal vez lo podía volver a cruzar en el colectivo, pero eso no pasaba. Ansiosa, el viernes por la noche decidí escribirle nuevamente, y finalmente, luego de 3 horas tuve una respuesta: decía que tenía novia, pero que le interesaría conocerme. Después de eso, pasó un mes y jamás nos encontramos, es más, yo, entre tanto, había perdido mi celular".
Finalmente, se vieron una noche de un 27 de septiembre. Él la había invitado a cenar y Tamara estaba nerviosa al extremo.
"No podíamos creerlo: él vivía a 2 cuadras de mi casa y cuando comenzamos a hablar, las coincidencias no paraban: íbamos a la cancha, los dos fanáticos de Independiente, teníamos muchas personas conocidas en común... resultaba increíble que no nos hubiéramos cruzado antes", rememora Tamara, mientras se ríe.
Me voy
Salieron durante 6 meses. Se veían los lunes y los jueves, y un fin de semana de por medio en la cancha. "Él seguía con su relación y yo cada día me enamoraba más y más", confiesa Tami. "Fue entonces cuando, de la nada, mi tía de España me propuso algo único: un viaje a su país, todo pago, y en donde me tenía que ir por nueve meses con trabajo y todo. Ahí pensé: ¿Qué me ata a Buenos Aires? ¿Un amor no correspondido? Entonces me senté junto a la persona que me quitaba el sueño y le dije: me voy a España. Esperaba un `No te vayas´, pero no fue así, solo me dijo que me fuera y disfrute, que él acá no me podía ofrecer más que esto".
Tamara y Nicolás se siguieron viendo como siempre. Hacía calor, mucho calor y el 23 de febrero, día de la partida, estaba cada vez más cerca. Y cuando llegó, Tami fantaseó que iba a ser como en las películas. Justo ese día se jugaba el clásico de Independiente – Racing y, ella, que ya estaba en Ezeiza, se la pasó soñando despierta hasta el momento del abordaje; creía que él llegaría arrepentido a buscarla para pedirle que no se fuera. "Pero no", reflexiona, "Entonces me fui dispuesta a sacar provecho de mi experiencia, convencida de que, al fin y al cabo, él no era para mí".
Extraño destino
"Llegué a España, a la hermosa Valencia", relata Tamara, "Pasaron los días, pasaron algunos meses y un día me llegó un mensaje de él con la noticia de que había dejado a su novia. A partir de ahí, estuvimos meses hablando por celular y por Skype. ¡Teníamos una relación a distancia, no lo podía creer, la persona que amaba de pronto estaba conmigo de la forma más extraña!"
Su estadía en España estaba a punto de concluir, cuando Nicolás le propuso si quería vivir con él al volver; Tamara, no lo dudó un segundo.
Los nueve meses habían llegado a su fin y Tami, que había partido creyendo que había perdido para siempre a un amor que nunca había tenido, regresó para vivir con él bajo un mismo techo y como su novia.
"Vivimos un año en Buenos Aires y después todo se vino abajo cuando él se quedó sin trabajo. Nos costó tomar la decisión, pero vinimos a Saladillo, donde viven mis papás y los dos podíamos tener trabajo", cuenta Tamara, emocionada.
Hoy, ambos tienen su propia casa, su auto, un perro, un gato y un hermoso bebé de 1 año, Donato.
"Increíblemente, él sí era para mí", concluye Tami, feliz.
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