A 88 días de Cromagnon: entrevista al vicejefe de gobierno. Telerman: "Hay que dejar de transar"
El funcionario dijo que las 193 muertes de la tragedia de la disco son un símbolo para que la sociedad tome conciencia
"La sociedad tiene que dejar de transar. No paramos en los 70 y hubo decenas de miles de muertos y desaparecidos. No dejamos de transar en los 80 y una reivindicación territorial desembocó en una guerra absurda. Es evidente que la comunidad no sabe parar con las conductas sociales que destruyen vidas. Por eso creo que lo de Cromagnon será simbólico."
Hace tiempo que Jorge Telerman no concede entrevistas. La inestabilidad política y la repercusión de la tragedia en República Cromagnon conspiraron contra su exposición.
Ahora, con distancia para analizar las razones que desembocaron en esta última crisis, el vicejefe de gobierno a cargo también de la Secretaría de Desarrollo Social de la ciudad desenvaina una crítica fuerte no sólo hacia el gobierno que él integra, sino también hacia la comunidad local.
"No debimos ser tan permeables a la violencia en la década de los 70. Tampoco debimos permitir que el crecimiento de la droga en los 90 se convirtiera en un fenómeno social. ¿Qué nos pasa, como comunidad, que cada generación tiene un hecho de luto tan fuerte? En los 90 sufrimos los atentados, además. Los 2000, ahora, van a tener un hecho simbólico en Cromagnon", insistió.
-¿Qué simbolismo representa Cromagnon?
-Tiene enseñanzas múltiples. Hay una cadena de males en la sociedad frente a los cuales no hubo aún tomas de conciencia ni acciones que tendieran a desmantelarlas. Nuestra comunidad no supo parar antes de que los errores, las desidias y las irresponsabilidades provocaran consecuencias nefastas. La sociedad tiene que dejar de transar.
-¿A qué se refiere cuando habla de "transas"?
-Significa, por ejemplo, ver las conductas de los gobiernos y no aceptar la desidia de algunos funcionarios. Son cosas que pueden terminar en un hecho criminal como la muerte de 193 chicos.
-¿Sugiere que en el gobierno que usted integra hubo desidia y que eso permitió la tragedia de Cromagnon?
-No, no estoy hablando de este caso en particular ni de este gobierno, sino de actitudes que noto en la sociedad. Como comunidad, deberíamos tener actitudes más sensatas y responsables, porque acá cada generación está marcada por un hecho de muerte.
-¿Y por qué entiende que la sociedad es tan permeable?
-Hay estados de ánimo que permiten que esas conductas entren y que nos impiden ver el límite de la "transa".
-Su análisis parecería excluir cualquier responsabilidad por parte del Estado.
-No, no. El Estado no puede no comprender la crisis de valores. Gestionar valores no es fácil, porque además se corre el riesgo de caer en totalitarismos o en una política oficial de valores. Yo no digo eso, pero sí que se necesita protección y alertas cuando las conductas autodestructivas comienzan a germinar.
-¿Esa protección y esos alertas no funcionaron en este caso?
-Soy crítico con el gobierno. Es obvio que si hubiéramos hecho todo bien en el gobierno, Cromagnon no habría existido. Ahora estamos obligados a hacer una revisión del Estado, porque este caso nos mostró que se requiere un Estado mucho más profesional, con más calidad y que debe llegar a más lugares y de muchas más maneras. Debimos ser más activos con la reforma del Estado. Hoy, que tenemos los recursos, debemos utilizarlos para acelerar los cambios.
-Si los alertas no funcionaron. ¿Al menos sí se obtuvo un análisis para que una tragedia semejante no vuelva a ocurrir?
-La sociedad anuncia sus síntomas. Con Cromagnon vemos que hay prácticas juveniles autodestructivas y que en muchos jóvenes no hay horizonte.
-¿Y usted considera que el gobierno debe intervenir para modificar esas pautas culturales que describe como autodestructivas?
-No lo tiene que hacer con imposiciones morales, pero sí debe actuar con organizaciones que tengan proximidad con los jóvenes. Si actuamos solos, podemos aparecer como represivos cuando el fin es ser protectivos.
-Hasta ahora, ¿el gobierno porteño actuó solo, como cerrado?
-Los gobiernos son alimentados por los partidos políticos, y hoy los partidos son cerrados. Así, los canales se obturan. Los partidos no son hoy espacios en los que se debaten ideas, sino lugares donde se juegan intereses cerrados y personales.
-¿Incluido el PJ porteño, al que usted estuvo cerca de sumarse en estos últimos días?
-Sí. La nueva conducción [que será presidida por el jefe de Gabinete nacional, Alberto Fernández] debió haber convocado a todos los que en algún momento no se sintieron incluidos, pero cayó en la tentación de hacer una conducción a imagen y semejanza de Alberto Fernández. Es una lástima, porque una normalización implicaba una convocatoria más amplia. El desafío de conducir un partido en reconstrucción tiene que ver con la diversidad y no con lo que se parece a uno mismo. Si no, no hay reconstrucción.
-¿Y en el ibarrismo habrá reconstrucción?
-No es un tema central hoy y, en verdad, creo que es imposible pensar en eso ahora. Mi percepción, de todas maneras, es que esto no marca el final político de Ibarra [Aníbal], aunque tengo claro que Cromagnon puso en crisis cosas más profundas que los proyectos personales.
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