Trucos de ingeniería social para sembrar el pánico por WhatsApp
Esta mañana, un audio muy verosímil pero difícil de rastrear denunciaba más de 400 casos de dengue en el Hospital Penna
El mensaje de voz de WhatsApp que esta mañana aterró a la ciudad con una denuncia sobre 400 casos de dengue en el Hospital Penna no es sólo otra broma de mal gusto. Es un producto de diseño con mucho trabajo detrás.
El audio (no ya una imagen JPG, como solía ser hace un tiempo) está grabado mientras la supuesta denunciante maneja. O mientras camina, no podemos saberlo. Está en movimiento y el ruido ambiente contribuye al realismo y a la sensación de urgencia. Lo que vemos cada vez más a menudo: personas que van por la calle o manejando y, en lugar de tipear, graban voz. Es un logro de WhatsApp que se ha convertido en hábito y que el autor del mensaje de esta mañana tomó fríamente en consideración. Tan verosímil resulta que hasta podría ocurrir, al final del día, que la mujer que aparece hablando realmente crea en su denuncia.
Sin embargo, cuando esta mañana quise ponerme en contacto con la persona que aparece denunciando 400 casos de dengue en el Hospital Penna, los vecinos de mi barrio descubrieron que nadie la conocía, y que no había forma de rastrear el teléfono original, porque era el reenvío del reenvío del reenvío de alguien.
Pero el mensaje está magistralmente construido. La persona se oye visiblemente preocupada. Su estado de ánimo es creíble y arranca de la manera usual en los grupos de WhatsApp que reúnen madres, con un "Hola, chicas". Luego de este inicio resulta difícil no dar crédito a lo que sigue, porque es así como los mensajes reales comienzan: cuando se pierde un perro, cuando se inunda una calle, cuando se corta la luz. Pero hay más: en el momento en que la denunciante menciona al hospital Penna ("mi hospital", dice) se oyen detrás sirenas de ambulancia. Me encantaría creer sin obstáculos, pero cuando oí el audio esta mañana me pareció demasiada casualidad.
El mensaje, de más de 3 minutos (es demasiado para esta clase de audios), abunda en información estadística y en instrucciones para usar el repelente. De hecho, la mención a los repelentes es otro factor sospechoso: se los cita tres veces, aún cuando, según los médicos, la primera línea para combatir el dengue es eliminar los medios en los que los mosquitos pueden reproducirse. Oído con serenidad, se percibe una insistencia excesiva respecto de los repelentes.
Tal vez el principal error en esta trabajada operación de ingeniería social sea el número. Si hubiera "400 y pico" de casos de dengue en un sólo hospital de la Ciudad de Buenos Aires, la proyección sería tan apocalíptica que no haría falta ningún mensaje de WhatsApp para alertar a la población.
La descripción de las camas con tules, los síntomas desagradables y la infaltable conspiración en la que los medios ocultan lo que ocurre terminan de dorar una pastilla que esta mañana gran parte de la gente se tragó sin dudar, y con buenos motivos. Haríamos mal en creer que los que hoy compraron el mensaje de que Buenos Aires está enfrentando una crisis humanitaria son pobres crédulos. Desde el punto de vista de la ingeniería social, este mensaje, como el que denunciaba hace un par de semanas que los fumigadores eran en realidad asaltantes, está tan minuciosamente fabricado que sólo quedan dos opciones. O se trató de alguien que realmente cree en lo que dice o se trató de una campaña para viralizar el pánico.
Paradójicamente, fueron las mismas redes sociales que le dieron el empuje inicial las que muy pronto, antes del mediodía, habían desactivado esta bomba verbal.
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